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MEMORIA HISTÓRICA

«Nuestra guerra fue por la libertad, la de ahora es a causa del petróleo»

«Nuestra guerra fue por la libertad, la de ahora es a causa del petróleo» «Los falangistas odiaban a los asturianos. Era oír el nombre de Asturias y volverse locos» «Soy republicano, pero Juan Carlos I es un gran Rey. Se ganó mi respeto en la jornada del 23 de febrero de 1981»

Después de 85 años de batallas, fugas y exilio francés, se enfrenta a las dos semanas con más carga emotiva de su vida. Desde mañana al 7 de setiembre, la plácida jubilación de Manuel Fernández Arias en la Bretaña francesa se verá convulsa por dos actos significativos: esta semana, el Ayuntamiento de París le concede la medalla conmemorativa de los 60 años de la liberación de la ciudad del yugo nazi. Seguidamente, en la jornada previa al Día de Asturias, el Gobierno regional le entregará la Medalla de Plata de Asturias. Su patria de adopción y la de su cuna, Ibias, se unen en el tiempo para darle las gracias por una juventud dedicada a la lucha contra el fascismo. La única pena entre tanto festejo es que 'su' Paulette no le acompañará. Su mala salud la impide viajar.

-Homenaje en París y en Asturias, ¿está preparado?

-Estoy sorprendido. Sé que el Ayuntamiento de París prepara algo grande para conmemorar los 60 años de la liberación de la ciudad. Pero no sé qué van a hacerme. Tampoco esperaba la Medalla de Plata de Asturias. Es el honor más grande para un asturiano.

-¿Llegan tarde estos homenajes?

-(Risas) Nunca es tarde si la dicha es buena.Yo estoy encantando porque, insisto, me parece un honor, sobre todo el asturiano.

-Insiste en el honor de ser asturiano, pero mantiene su residencia en Francia.

-Porque ya soy muy mayor. Si hubiera intentado volver antes de 1975, Franco me hubiera dado en la cabeza (risas). Y después, yo tenía aquí mi vida, mi trabajo, mi mujer, Paulette, y en España no había nada para mí.

-Entonces, ¿hasta la muerte de Franco no volvió a ver a su gente?

-Tuve mucha suerte. Mi mujer trabajaba en la Agencia Press y logró un salvoconducto para que pudiéramos venir de visita en 1957. Se pidió permiso al Ministerio del Interior español y dio su conformidad.Además, el embajador francés nos protegía, con lo que no podía pasar nada.

-A pesar de la protección, ¿no tuvo miedo?

-¿Muchísimo! (Carcajadas) Cuando llegamos a la frontera y di mi pasaporte estaba un poco preocupado, pero cuando vi que el funcionario se marchaba y que dos guardia civiles se colocaban a mi lado me temí lo peor. Me volví a Paulette y le dije, 'hasta aquí hemos llegado'. Pero ella fue muy firme y dijo, si te hacen algo, llamo inmediatamente a París.

-¿Y qué pasó?

-Afortunadamente, nada. Yo no figuraba en ninguno de los ficheros que tenían, así que seguimos camino hasta Ibias.

«Nos asesinaban»

-¿Y qué recuerda de aquel primer reencuentro?

-Una gran tristeza. Durante todo el trayecto sólo vimos hambre y pobreza. Llevábamos en el coche 10 kilos de caramelos para los niños de mi familia, pero los fuimos repartiendo por el camino. Los críos no sabían qué era aquello que les dábamos.

-¿Qué lleva a un chaval de 18 años a ir a la guerra?

-No había otra opción. Teníamos que defendernos de las matanzas a que nos sometían los gallegos. Eran auténticas carnicerías. Mataban, robaban, los fascistas eran terribles.

-¿Cuál es su peor recuerdo?

-Sin duda, el campo de concentración de San Marcos, en León. Aquello era el infierno. Los fascistas nos hacían de todo. A los asturianos nos odiaban. Era oir Asturias y ponerse como locos, agresivos.

-¿Cree que puede volver a pasar?

-Espero que no.

-Lo espera, pero ¿qué cree?

-Creo que no, aunque, tampoco pensé que hubiera tantos criminales en España como vi en la Guerra Civil.

-Como soldado, ¿qué opina de la guerra de Irak?

-Eso ha sido una fanfarronada de Aznar ¿Qué pintábamos los españoles allí? ¿Nada!

Héroe en Francia

-Pero usted también fue a la guerra en el extranjero: luchó contra la ocupación nazi de París.

-Sí, nuestra guerra fue por luchar por la libertad. Por poder hablar y leer en libertad. Ahora sólo van a la guerra por el petróleo. Nada más.

-¿Con qué se queda de su experiencia en Francia?

-Con el compañerismo. Aunque muchos han muerto, todavía tengo amigos de aquella época. Y con Paulette, mi mujer, que por salud no podrá venir a Asturias.

-Usted participó en el desembarco de Normandía.

-Sí, pero no en el Día-D. Nosotros desembarcamos el 1 de agosto y la batalla fue muy dura. De hecho, un cañonazo me destrozó el hombro el día 14 y ya no pude participar en la liberación de París, que ya la teníamos ganada.

-Luchó contra el fascismo español y contra el alemán, ¿cuál fue peor?

-El fascismo es igual de terrible en todas partes. De los españoles no esperaba tanta maldad, pero la vida me ha permitido ver cómo desaparecían todos.

-Como republicano, ¿qué le parece tener una Princesa de Asturias asturiana?

-Yo soy republicano, pero Juan Carlos I es un gran rey. Se ganó mi respeto, y creo que el de todos los españoles, el 23 de febrero de 1981, cuando hizo frente al golpe de Tejero. Creo que él y su familia están trabajando mucho y muy seriamente por este país, por lo que merecen todo mi respeto.

-Acabamos. Cuando venga a Asturias, ¿qué le gustaría llevarse, además de la medalla?

-¿Qué echo más de menos de Asturias? (Carcajadas) ¿El chorizo! Me encanta el chorizo asturiano. De hecho, a mi sobrina ya le pedí un cocido para el día que llegue.

BIOGRAFIA:
85 años: Manuel Fernández Arias nació en Ibias, en 1919. Sin embargo, de sus 85 años, en su pueblo natal sólo estuvo hasta los18. A esa edad se fue con su padre a luchar en la Guerra Civil, desde el bando republicano ¿La razón? «Para defendernos de las matanzas a que nos sometían los gallegos».

Penurias: desde su entrada en el conflicto bélico y hasta su fuga de España, 30 meses después, su vida fue un canto al dolor. Perdió a su padre, fue apresado y sufrió cárcel y torturas en el campo de concentración de La Harinera, en Gijón, y, sobre todo, en el de San Marcos, en León. De este último dice que fue «un auténtico infierno».

Francia: desde Pirineos, donde cumplía trabajos forzados, logró fugarse y llegar a su patria de adopción. En Francia se incorporó a la Legión extranjera, que le llevó a Túnez, tras la rendición del mariscal Petain ante Hitler. Formó parte de la división militar del general Leclerc que desembarcó en Normandía, (aunque no el Día-D) y no llegó a participar en la liberación de París porque fue herido de gravedad el 14 de agosto de 1944.

Paulette: tras un año en el hospital militar, recuperándose del destrozo que un cañonazo le hizo en el hombro, Manuel Fernández fue 'adoptado' por los franceses, que le llenaron de condecoraciones. La mejor de ellas tiene nombre de mujer, Paulette, la persona que lleva a su lado media vida y que, por problemas de salud, no podrá estar en el Auditorio Príncipe Felipe cuando su marido reciba la Medalla de Plata del Principado.

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