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MEMORIA HISTÓRICA

Un coronel llamado Segismundo. Mentiras y misterios de la guerra de Stalin en España

Un coronel llamado Segismundo. Mentiras y misterios de la guerra de Stalin en España Cuando podía pensarse que se conocía casi todo respecto a nuestra guerra 1936-1939, la obra de Francisco-Félix Montiel descubre facetas desconocidas, particularmente del final.
Mentiras y misterios de la guera de Stalin en España. Tal es el subtítulo acertado y preciso. Y es que por encima no sólo del gobierno de la República, sino del verdadero centro de poder que en los últimos tiempos de la guerra fue el partido comunista, figuraba no la política, sino la metapolítica del partido comunista de la Unión Soviética. Y de su motor y cerebro: Stalin.
Desde 1938, el hoy denominado «ejército republicano», era republicano en una medida cada vez más exigua. Con propiedad su calificación era la de «ejército rojo». En la batalla del Ebro, los mandos de los cuerpos del ejército pertenecían al partido comunista en su totalidad. Y al producirse los sucesos de marzo de 1939 en Madrid, de los cuatro cuerpos de ejército de la zona Centro, tres estaban bajo el mando del partido comunista. Además, las unidades blindadas, las unidades guerrilleras, y la aviación tenían su inequívoco control por el PCE.
La influencia del partido comunista español sobre el gobierno republicano alcanzó una extensión y profundidad inmensas. Dicho gobierno poco o nada podía hacer frente al partido. Si añadimos el colaboracionismo de su presidente Juan Negrín, mucho más util desde su teórica adscripción socialista que si hubiese sido miembros del partido, no ya el colaboracionismo, sino la entrega de ministros como Álvarez del Vayo, de quien en 1998 se sabe ya su papel no sólo al servicio del partido, sino de la simbiosis servicios de información-policía política: N.K.V.D. El control comunista de la República era casi absoluto.
El partido comunista español era una simple correa de trasmisión de la Internacional comunista -la Komintern-. Y ésta, perdido con la derrota trotskysta su papel internacionalista, era un instrumento al servicio del partido comunista de la Unión Soviética, a las ordenes de Stalin.
El profesor Montiel acierta plenamente con el subtítulo de mentiras y misterios de la guerra de Stalin en España. El testimonio es esclarecedor, pues Montiel fue miembro del aparato del partido. Conoce sus entresijos. No la verdad oficial, sino la de los que dirigen la función entre bastidores.
Desmitifica a Casado, rompe los esquemas clásicos, deshace los tópicos sobre el final de nuestra guerra. ¿Podía Segismundo rodeado de fuerzas comunistas enormemente superiores levantarse contra el gobierno, es decir, contra los comunistas sin perder la cabeza en la aventura? pregunta Montiel con considerables dósis de lógica.
Casado fue un mero instrumento, aunque él se creyera bien intencionadamente, héroe. Sin él saberlo, utilizándole, manipulándole, se convirtió en un modo de poner fin a la guerra de acuerdo con el plan comunista. Mas no de un plan pensado por José Díaz, Jesús Hernández, o por esa mujer histérica y delatora de sus propios camaradas -hoy magnificada en la España del PP de 1998-, la Pasionaria, o por otros miembros del buró político.
Casado fué utilizado según las instrucciones dadas sin posibilidad de réplica por Palmiro Togliatti -el cruel y sanguinario Togliatti como también se le ha conocido a finales de los 90, con datos incontrovertibles-. Y naturalmente por encima de Togliatti, el lider supremo: Stalin.
Montiel aporta datos desconocidos: El partido comunista, desde las intenciones de Stalin de llegar a un pacto con Hitler, se encuentra a un coronel llamado Segismundo. Odiado y vilependiado por los comunistas, antes de mayo de 1938, pasa a ser promovido por el verdadero poder -el partido- a jefe fantasma del Ejército del Centro. «Es difícil imaginarse una alimaña más cobarde y escurridiza que el coronel Segismundo Casado», calificaría la Pasionaria. O «masón, politicastro…» Tales son los epítetos que le adjudican.
Francisco Félix Montiel quien ocuparía cargos importantes en el PCE hasta que abandona el comunismo en 1948, analiza desde dentro. Con documentos propios, de primerísima mano, señala las contradicciones en que tal personaje, de repente, sea promovido con la anuencia indispensable del partido a puestos militares de máxima importancia.
Cumplido su papel, mediante la función dirigida e interpretada desde Moscú, Segismundo de nuevo será insultado con mayor fuerza todavía. Montiel, empleando irónicamente la palabra de Calderón, «Segismundo resultará segismundeado».
Obra indispensable para conocer el fin de la guerra española en el lado vencido desde dentro no ya del gobierno, sino desde dentro de las altas esferas del partido, pues el militante de base y los mandos intermedios
serían meras comparsas destinadas a sufrir las durezas de la derrota. Los miembros del buró-político, por el contrario, tienen sus aviones disponibles para desde Monóvar huir de la derrota.
La aportación de documentos confiere un valor extraordinario a la obra de Montiel. No es historia más o menos fidedigna. Es la exposición vivida en primera persona por quien era el director del aparato de propaganda gubernamental de la república. Por tanto del responsable del aparato de propaganda del partido comunista, dueño del gobierno en los días finales de aquel régimen.

MONTIEL, Francisco-Félix: Un coronel llamado Segismundo. Mentiras y misterios de la guerra de Stalín en España. Ed. Criterio-Libros. Apartado 3.198, Madrid. 1998. 236 págs.

2 comentarios

Anónimo -

no tienes ni puta idea de lo que escribes macho mens mal que nadie te lee gilipollas

José Luis -

Como puede incluirse en una página que se supone reivindica la memoria histórica publicidad de un panfleto anticomunista que vierte toda una serie de mentiras absurdas e ilógicas.

Este panfleto debería promocionarse en el lugar que le corresponde: en los medios del fascismo.

Casado, Mera, Besteiro y compañía fueron unos traidores y unos criminales y el degenerado que escribe este panfleto es de su misma calaña.