Los vecinos de Baños discuten sobre la conveniencia de cambiar el nombre de la calle Calvo Sotelo
La calle José Calvo Sotelo abre en canal Baños de Río Tobía. Los coches la atraviesan a toda velocidad, como si fuera una vía rápida, en dirección a Nájera o a Bobadilla. Visto el panorama, no resulta extraño que los vecinos la conozcan como 'la carretera'. Sin embargo, la noticia de que el Ayuntamiento se plantea cambiar el nombre de Calvo Sotelo para desterrar el último símbolo del franquismo en la localidad no cuenta con la unanimidad de la ciudadanía. Al contrario, suscita el debate y la discrepancia. Eso sí, siempre de un modo sosegado y hasta socarrón.
Valentín vive en Baños, al final de Calvo Sotelo, y la decisión del alcalde, que él ha conocido a primera hora de la mañana en estas páginas, le parece «una tontería». «Ahora gobierna la izquierda y la calle se llama Pedro, y antes gobernaba la derecha y se llamaba Juan», comenta, con cierto enfado. «Entiendo que los nombres franquistas le pueden molestar a algunos, pero yo los dejaría tal como están, porque así los hemos conocido de siempre», añade.
La opinión contraria la sostienen Estrella y Divina, que apoyan la decisión de Jesús Clemente García, alcalde del PSOE que cumple su primer año con el bastón de mando municipal. «Esos nombres están pasados de moda», comenta Estrella, que descansa unos días en Baños. «Personalmente, no me gustaría vivir en una calle que se refiriera al franquismo», sostiene. En su opinión, el pueblo debería buscar «un nombre consensuado».El debate se traslada hasta uno de los bares de la localidad. Fernando, el propietario, busca argumentos prácticos para declararse contrario a la sustitución de las placas franquistas. «Si lo hacen, me encuentro con que tengo que darle el nombre nuevo a todos los representantes de bebidas», comenta, algo enfadado. «Como ciudadano, la verdad es que me da igual, pero profesionalmente, me hacen una faena», explica.
Como en Nueva York
De una manera similar se expresa Manolo, también vecino del pueblo. «No sólo en Baños, en otros pueblos, existen decenas de calles para cambiar. Y si en las próximas elecciones gana el PP, ¿qué haremos? ¿Volveremos a cambiarlo todo de nuevo?». En la localidad vecina de Bobadilla sí lo han hecho, y no hace tanto tiempo. Los vecinos todavía hablan de la Plaza del Generalísimo y de la calle General Mola para referirse a la Plaza de la Fuente y a la Avenida de La Rioja. «Se cambió hace poco», dice un natural de Bobadilla.
En Baños, la sorna sustituye al comentario sesudo. «¿Que la calle se llame Rodríguez Zapatero!», exclama un contertulio. «Yo quiero que la cambien», interviene otro. «Vale, si quieres que cambien, que te cambien el tuyo», apunta un tercero, poco antes de escuchar la opinión más racional del día. «Baños tenía que ser como Nueva York y que cada calle tuviera un número: la cuarta avenida, la quinta. ¿Así no discutiríamos!».
En su último congreso federal, el PSOE aprobó una moción para eliminar los nombres de las calles con referencias al franquismo en sus municipios. En La Rioja, la orden alcanza pocas localidades, ya que las localidades tradicionalmente gobernadas por los socialistas cambiaron la nomenclatura del callejero al llegar la democracia. En los pueblos del PP, en cambio, se mantiene una gran parte de los nombres heredados de la dictadura. Muchos retiraron las placas más simbólicas, como las referentes al General Franco, pero mantienen otras no tan llamativas (Belchite o Bailén).
La manzana del Generalísimo, Primo de Rivera y General Mola en Tricio
Como José Antonio, el recuerdo a los héroes 'nacionales' de la Guerra Civil continúa ¿presente! en Tricio. En apenas cincuenta metros, los caracoleros pueden atravesar la calle dedicada a Primo de Rivera (fundador de la Falange), atravesar la Plaza del Generalísimo y continuar por General Mola.
Para los vecinos, se trata de un hecho normal. «En este pueblo, existe la costumbre de poner nombres de políticos. Por ejemplo, hace unos años se dedicó una calle a Pilar Salarrullana», explica Pedro. «Claro, a mí me gustan más los nombres de artistas o de poetas, pero esto es una tradición», argumenta este veterano vecino, al que acompaña su amigo Antonio en la terraza del Hogar de la Tercera. Para dar su opinión, baja un poco la voz. «¿Sabe que hay que hacer? No remover estas cosas, y menos en los pueblos».
Cenicero: Una polémica Victoria
Con una sonrisa recuerdan en Cenicero la polémica que se suscitó hace un par de años. La ciudad posee una 'Avenida de la Victoria', y un grupo de vecinos, según recuerda un cenicerense, se propusieron cambiar el nombre porque era franquista. Indagando en los archivos municipales, se dieron cuenta de que la Avenida de la Victoria recordaba a los héroes liberales que en la etapa isabelina (1843-1868) y no a las tropas 'nacionales' en la Guerra Civil. Finalmente, la Avenida de la Victoria continúa en su sitio. Del resto de nombres franquistas, según comentan, nunca hubo noticias en Cenicero.
Fuenmayor: Cambio con la democracia
«Las cambiaron y se acabó». En Fuenmayor, durante la dictadura, General Franco, Carrero Blanco y Calvo Sotelo sí que daban nombre a las principales arterias del municipio. Pero llegó la democracia y fueron sustituidas por calle Palacio, calle Mayor y Avenida de la Estación. No recuerdan los vecinos grandes polémicas. «A algunos les pareció bien y a otros les pareció mal», se limita a comentar Luis. En los últimos años, Fuenmayor ha acogido la construcción de un gran número de viviendas y los ediles han decidido bautizarlas de un modo salomónico: Tempranillo o Garnacha. Para que nadie se enfade.
Navarrete: "Ya es historia"
Dicen que la memoria es selectiva. Jesús pasa una buena parte de la mañana apoyado en la barandilla de la plaza principal de Navarrete. Cuando se le piden recuerdos del franquismo, su cabeza vuelve a 1936. «Aquí hubo 36 fusilamientos y no siempre por motivos políticos. En realidad, la mayoría, por envidia». En cambio, Jesús no recuerda que en Navarrete existieran calles con denominaciones relacionadas con la dictadura. Su compañero Florentino avala esta afirmación: «No, en Navarrete no se ha hablado mucho de lo que sucedió en el franquismo. Creo que para todos, ya es parte de la historia».
A.Soto
La Rioja
Valentín vive en Baños, al final de Calvo Sotelo, y la decisión del alcalde, que él ha conocido a primera hora de la mañana en estas páginas, le parece «una tontería». «Ahora gobierna la izquierda y la calle se llama Pedro, y antes gobernaba la derecha y se llamaba Juan», comenta, con cierto enfado. «Entiendo que los nombres franquistas le pueden molestar a algunos, pero yo los dejaría tal como están, porque así los hemos conocido de siempre», añade.
La opinión contraria la sostienen Estrella y Divina, que apoyan la decisión de Jesús Clemente García, alcalde del PSOE que cumple su primer año con el bastón de mando municipal. «Esos nombres están pasados de moda», comenta Estrella, que descansa unos días en Baños. «Personalmente, no me gustaría vivir en una calle que se refiriera al franquismo», sostiene. En su opinión, el pueblo debería buscar «un nombre consensuado».El debate se traslada hasta uno de los bares de la localidad. Fernando, el propietario, busca argumentos prácticos para declararse contrario a la sustitución de las placas franquistas. «Si lo hacen, me encuentro con que tengo que darle el nombre nuevo a todos los representantes de bebidas», comenta, algo enfadado. «Como ciudadano, la verdad es que me da igual, pero profesionalmente, me hacen una faena», explica.
Como en Nueva York
De una manera similar se expresa Manolo, también vecino del pueblo. «No sólo en Baños, en otros pueblos, existen decenas de calles para cambiar. Y si en las próximas elecciones gana el PP, ¿qué haremos? ¿Volveremos a cambiarlo todo de nuevo?». En la localidad vecina de Bobadilla sí lo han hecho, y no hace tanto tiempo. Los vecinos todavía hablan de la Plaza del Generalísimo y de la calle General Mola para referirse a la Plaza de la Fuente y a la Avenida de La Rioja. «Se cambió hace poco», dice un natural de Bobadilla.
En Baños, la sorna sustituye al comentario sesudo. «¿Que la calle se llame Rodríguez Zapatero!», exclama un contertulio. «Yo quiero que la cambien», interviene otro. «Vale, si quieres que cambien, que te cambien el tuyo», apunta un tercero, poco antes de escuchar la opinión más racional del día. «Baños tenía que ser como Nueva York y que cada calle tuviera un número: la cuarta avenida, la quinta. ¿Así no discutiríamos!».
En su último congreso federal, el PSOE aprobó una moción para eliminar los nombres de las calles con referencias al franquismo en sus municipios. En La Rioja, la orden alcanza pocas localidades, ya que las localidades tradicionalmente gobernadas por los socialistas cambiaron la nomenclatura del callejero al llegar la democracia. En los pueblos del PP, en cambio, se mantiene una gran parte de los nombres heredados de la dictadura. Muchos retiraron las placas más simbólicas, como las referentes al General Franco, pero mantienen otras no tan llamativas (Belchite o Bailén).
La manzana del Generalísimo, Primo de Rivera y General Mola en Tricio
Como José Antonio, el recuerdo a los héroes 'nacionales' de la Guerra Civil continúa ¿presente! en Tricio. En apenas cincuenta metros, los caracoleros pueden atravesar la calle dedicada a Primo de Rivera (fundador de la Falange), atravesar la Plaza del Generalísimo y continuar por General Mola.
Para los vecinos, se trata de un hecho normal. «En este pueblo, existe la costumbre de poner nombres de políticos. Por ejemplo, hace unos años se dedicó una calle a Pilar Salarrullana», explica Pedro. «Claro, a mí me gustan más los nombres de artistas o de poetas, pero esto es una tradición», argumenta este veterano vecino, al que acompaña su amigo Antonio en la terraza del Hogar de la Tercera. Para dar su opinión, baja un poco la voz. «¿Sabe que hay que hacer? No remover estas cosas, y menos en los pueblos».
Cenicero: Una polémica Victoria
Con una sonrisa recuerdan en Cenicero la polémica que se suscitó hace un par de años. La ciudad posee una 'Avenida de la Victoria', y un grupo de vecinos, según recuerda un cenicerense, se propusieron cambiar el nombre porque era franquista. Indagando en los archivos municipales, se dieron cuenta de que la Avenida de la Victoria recordaba a los héroes liberales que en la etapa isabelina (1843-1868) y no a las tropas 'nacionales' en la Guerra Civil. Finalmente, la Avenida de la Victoria continúa en su sitio. Del resto de nombres franquistas, según comentan, nunca hubo noticias en Cenicero.
Fuenmayor: Cambio con la democracia
«Las cambiaron y se acabó». En Fuenmayor, durante la dictadura, General Franco, Carrero Blanco y Calvo Sotelo sí que daban nombre a las principales arterias del municipio. Pero llegó la democracia y fueron sustituidas por calle Palacio, calle Mayor y Avenida de la Estación. No recuerdan los vecinos grandes polémicas. «A algunos les pareció bien y a otros les pareció mal», se limita a comentar Luis. En los últimos años, Fuenmayor ha acogido la construcción de un gran número de viviendas y los ediles han decidido bautizarlas de un modo salomónico: Tempranillo o Garnacha. Para que nadie se enfade.
Navarrete: "Ya es historia"
Dicen que la memoria es selectiva. Jesús pasa una buena parte de la mañana apoyado en la barandilla de la plaza principal de Navarrete. Cuando se le piden recuerdos del franquismo, su cabeza vuelve a 1936. «Aquí hubo 36 fusilamientos y no siempre por motivos políticos. En realidad, la mayoría, por envidia». En cambio, Jesús no recuerda que en Navarrete existieran calles con denominaciones relacionadas con la dictadura. Su compañero Florentino avala esta afirmación: «No, en Navarrete no se ha hablado mucho de lo que sucedió en el franquismo. Creo que para todos, ya es parte de la historia».
A.Soto
La Rioja
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