Guardianes de la historia
El origen del actual Archivo de la Guerra Civil de Salamanca está en la documentación recogida por Franco para utilizarla en tareas represivas.
TODO impreso o escrito con datos que vincularan a cualquier persona con partidos y sindicatos 'rojos' iba a parar a un organismo llamado Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno, creado en 1937. Este fondo documental era una de las principales fuentes de información utilizadas por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Este organismo desapareció en 1977, pues no tenía razón de ser en una democracia.
«Como se hace en estos casos, su fondo documental se integró en la red histórica del Estado, como una división independiente del Archivo Histórico Nacional», explica Miguel Ángel Jaramillo, director del Archivo de la Guerra Civil Española. Este archivo fue creado como tal, por Real Decreto, en 1999 a partir de aquella división. «El núcleo del archivo actual, el 90% de los documentos, viene de aquel organismo franquista», subraya Jaramillo. Los legajos están clasificados con criterios policiales, divididos en dos secciones. Por un lado, «la sección especial o masónica, fruto de una de las obsesiones del general Franco». Por otro, «el grueso, la sección político social». «Su función era obtener antecedentes de personas. Hay un enorme fichero de tres millones de cédulas con datos personales».
Desde 1979 el archivo salmantino creció con nuevas aportaciones y donaciones: «Se han ido sumando pequeños fondos y colecciones relacionados con la Guerra Civil y sus consecuencias. Fundamentalmente con el exilio».
Así, han ingresado registros documentales «como el de la Segunda Sección del Estado Mayor del Ejército de la II República, el del comisario general de la flota, Bruno Alonso, y el archivo de Dionisio Ridruejo».
El volumen de documentación depositada en Salamanca es impresionante. «Ocupa tres kilómetros de estanterías. La mayor parte es papel», describe su director. La excepción son los formatos que recogen los fondos nuevos, «como las entrevistas con exiliados o con brigadistas norteamericanos, que están registradas en vídeo y en audio». Además, hay varias colecciones de carteles y fotografías.
La masonería -«una de las obsesiones del general Franco», explica el director del Archivo-, ocupa toda una sección especial. «Aunque se ocupaba fundamentalmente de la masonería, también se dedicaba a otra serie de entidades cuya característica común es la disidencia ideológica respecto al catolicismo oficial»
En Internet
El archivo no es un cementerio de papeles. Para facilitar su consulta y conservación, desde hace veinte años se trabaja en la microfilmación de los documentos y en la actualidad se están digitalizando los fondos. «Se puede acceder a muchos documentos a través de Internet -detalla Jaramillo-. Nosotros trabajamos en red, y cada vez que un archivero describe un documento, esa información está disponible automáticamente».
En muchos casos, ya no es necesario desplazarse a Salamanca para realizar una investigación, aunque queda mucho por hacer. «Digitalizar tres millones de fichas es un problema técnico, por la carga de imagen que supone, pero también presupuestario», apunta Jaramillo.
Del interés de los documentos custodiados en Salamanca dan fe las numerosas consultas que atiende el centro: «El año pasado tuvimos en torno a 1.100 consultas presenciales. Es decir, de gente que utilizó la sala de investigadores». El archivo también atiende a distancia y, en el mismo periodo, «2.200 personas realizaron consultas por correo electrónico u ordinario».
Julio Arrieta
http://www.nortecastilla.es/pg040713/prensa/noticias/Castilla_Leon/200407/13/VAL-CAS-108.html
TODO impreso o escrito con datos que vincularan a cualquier persona con partidos y sindicatos 'rojos' iba a parar a un organismo llamado Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno, creado en 1937. Este fondo documental era una de las principales fuentes de información utilizadas por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Este organismo desapareció en 1977, pues no tenía razón de ser en una democracia.
«Como se hace en estos casos, su fondo documental se integró en la red histórica del Estado, como una división independiente del Archivo Histórico Nacional», explica Miguel Ángel Jaramillo, director del Archivo de la Guerra Civil Española. Este archivo fue creado como tal, por Real Decreto, en 1999 a partir de aquella división. «El núcleo del archivo actual, el 90% de los documentos, viene de aquel organismo franquista», subraya Jaramillo. Los legajos están clasificados con criterios policiales, divididos en dos secciones. Por un lado, «la sección especial o masónica, fruto de una de las obsesiones del general Franco». Por otro, «el grueso, la sección político social». «Su función era obtener antecedentes de personas. Hay un enorme fichero de tres millones de cédulas con datos personales».
Desde 1979 el archivo salmantino creció con nuevas aportaciones y donaciones: «Se han ido sumando pequeños fondos y colecciones relacionados con la Guerra Civil y sus consecuencias. Fundamentalmente con el exilio».
Así, han ingresado registros documentales «como el de la Segunda Sección del Estado Mayor del Ejército de la II República, el del comisario general de la flota, Bruno Alonso, y el archivo de Dionisio Ridruejo».
El volumen de documentación depositada en Salamanca es impresionante. «Ocupa tres kilómetros de estanterías. La mayor parte es papel», describe su director. La excepción son los formatos que recogen los fondos nuevos, «como las entrevistas con exiliados o con brigadistas norteamericanos, que están registradas en vídeo y en audio». Además, hay varias colecciones de carteles y fotografías.
La masonería -«una de las obsesiones del general Franco», explica el director del Archivo-, ocupa toda una sección especial. «Aunque se ocupaba fundamentalmente de la masonería, también se dedicaba a otra serie de entidades cuya característica común es la disidencia ideológica respecto al catolicismo oficial»
En Internet
El archivo no es un cementerio de papeles. Para facilitar su consulta y conservación, desde hace veinte años se trabaja en la microfilmación de los documentos y en la actualidad se están digitalizando los fondos. «Se puede acceder a muchos documentos a través de Internet -detalla Jaramillo-. Nosotros trabajamos en red, y cada vez que un archivero describe un documento, esa información está disponible automáticamente».
En muchos casos, ya no es necesario desplazarse a Salamanca para realizar una investigación, aunque queda mucho por hacer. «Digitalizar tres millones de fichas es un problema técnico, por la carga de imagen que supone, pero también presupuestario», apunta Jaramillo.
Del interés de los documentos custodiados en Salamanca dan fe las numerosas consultas que atiende el centro: «El año pasado tuvimos en torno a 1.100 consultas presenciales. Es decir, de gente que utilizó la sala de investigadores». El archivo también atiende a distancia y, en el mismo periodo, «2.200 personas realizaron consultas por correo electrónico u ordinario».
Julio Arrieta
http://www.nortecastilla.es/pg040713/prensa/noticias/Castilla_Leon/200407/13/VAL-CAS-108.html
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