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MEMORIA HISTÓRICA

Ceuta salda sus deudas con las víctimas del franquismo

Ceuta salda sus deudas con las víctimas del franquismo

El investigador Sánchez Montoya presenta en Algeciras su libro acerca de la guerra y la represión en el norte de África y Ceuta.

Hasta hace poco apenas se conocían los detalles que rodearon a la guerra y la represión en Ceuta y norte de Marruecos. Acaso para recuperar la memoria de las víctimas de este oscuro periodo, el investigador ceutí Francisco Sánchez Montoya arroja nuevas luces sobre el largo período que comienza con la caída de la monarquía y que concluye en la represión franquista. Lo hace en un nuevo libro, que lleva por título "Ceuta y Norte de África. República, Guerra y Represión (1931-1944)", que el propio autor presentará el viernes, a las siete y media de la tarde, en la Fundación Municipal de Cultura José Luis Cano. En el acto estarán presentes el alcalde de Algeciras, Juan Antonio Palacios, así como el presidente del Foro por la Memoria, Luis García y el presidente de la Casa de Ceuta en el Campo de Gibraltar, Amador Guzmán.
Sánchez Montoya realiza una compleja investigación en su obra, que finaliza con dos apéndices documentales: el consejo de guerra al alcalde de Ceuta Sánchez Prado y un listado de las víctimas de la represión. Con motivo de la presentación del libro se inaugurará la exposición "Imágenes para la historia", que ilustra y completa el contenido de la obra bibliográfica del ceutí. Ocupará la sala municipal Ramón Puyol hasta el 24 de septiembre. La muestra está conformada por 40 cuadros en los que se incluyen documentos y fotografías que, en tamaño más reducido, jalonan el libro.

Europa Sur

Carta abierta al alcade "socialista" de Huesca

A la atención de D. Fernando Elboj Broto, alcalde socialista de Huesca (Manifiesto Avergonzado)

EXCMO. SR. D. FERNANDO ELBOJ BROTO
Alcalde Socialista de Huesca

Sr. Alcalde:

En nombre de la asociación que represento, le transmito nuestro sentimiento de profunda consternación ante la noticia de la que se hacen ampliamente eco los medios de comunicación españoles, en relación con la decisión adoptada por el grupo socialista y refrendada por usted, a propósito del homenaje y la estatua con la que el Ayuntamiento de su presidencia proyecta ejemplarizar la trayectoria política del que fue alcalde franquista de Huesca D. Vicente Campo Palacio.

El talante personal y las aportaciones que pudieran exhibirse en favor del homenajeado, como fundamento para un gesto de exaltación con el que Vd. y su grupo, y algún otro grupo municipal en su caso, pudiera adherirse a tan vergonzosa iniciativa, no puede disociarse del hecho constatado de la implicación personal e institucional de D. Vicente como destacado colaboracionista con el régimen dictatorial del general Franco.

Mientras D. Vicente firmada decretos o repartía benéficas ronrisas entre los oscenses, miles de éllos sufrían prisión en las cárceles franquistas, mientras otros caían fusilados merced a los informes negativos que preceptivamente les eran requeridos por los juzgados militares de instrucción de Huesca.

Le manifestamos el inconmensurable sentimiento de estupor e indignación que nos invade, ante tal exhibición de desprecio hacia las víctimas del franquismo y sus familiares, así como la instrucción dada por la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE a los alcaldes socialistas para acabar, precisamente, con los símbolos de exaltación al franquismo, al propio tiempo que le informamos que esta asociación se personará en cualquier acción en el ámbito que se trate, INCLUÍDO EL JUDICIAL, que tenga por objeto impedir la ejecudición de tan degradante medida que solo puede inspira la más enérgica repulsa ante una acción calificable de intrínsecamente perversa en el plano democrático, en el humanitario y, por supuesto, en el moral.

Atentamente le saluda,

Floren Dimas Balsalobre
Presidente Regional
DNI 23.193.896-Y

El gobierno da un primer paso hacia las víctimas del franquismo

El gobierno da un primer paso hacia las víctimas del franquismo

El gobierno anunció este viernes la creación de una comisión interministerial que se encargará de las víctimas de la dictadura de Franco (1939-1975) con el fin de crear una ley para su rehabilitación.

La decisión anunciada tras el consejo de ministros es un primer paso en la línea de un proyecto de ley aprobado en junio de 2004 y referido a la situación de las reparaciones morales y económicas acordadas a las víctimas de la Guerra Civil (1936-1939) y del régimen franquista.

Este texto sugería por primera vez que se reconociera e indemnizara a las víctimas de las persecuciones políticas llevadas a cabo en los primeros años de la transición democrática (1977-1982). Este último punto había hecho que el Partido Popular se abstuviera en la votación.

Los pequeños partidos de izquierda querrían una comisión "de la verdad y la reconciliación" a imagen de las de Sudáfrica o Argentina.

Estos partidos han depositado grandes esperanzas en el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo abuelo fue fusilado por los franquistas.

Grupos como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) confían en que el gobierno les financie los trabajos de excavación de fosas comunes de fusilados del franquismo, así como las identificaciones, incluso por medio del ADN, que estas asociaciones se han costeado solas hasta ahora.

Las víctimas también quieren que se aborden temas más polémicos como la supresión de los símbolos franquistas (nombres de calles, placas conmemorativas, estatuas) todavía muy numerosos en España.

En un primer momento, la comisión creada este viernes elaborará un informe sobre la situación del reconocimiento de los derechos de estas personas que "por su compromiso democrático fueron objeto de acciones represivas" desde el principio de la Guerra Civil.

Las asociaciones de víctimas "serán escuchadas y participarán en los trabajos", aseguró la portavoz del ejecutivo español, María Teresa Fernández de la Vega.

El Gobierno sólo dejará salir documentos anteriores a 1936 del Archivo de Salamanca

El Gobierno sólo dejará salir documentos anteriores a 1936 del Archivo de Salamanca

El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, ha garantizado el compromiso del Gobierno para "reforzar y ampliar" la sede estatal del Archivo de Salamanca, aunque ha calificado de "estimables" las opiniones de quienes consideran que no altera su unidad la salida de algunos documentos anteriores a la Guerra Civil.

Caldera, quien ha comparecido en rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa tras participar en una entrevista del alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote, con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha destacado además el compromiso del Ejecutivo de no adoptar ninguna decisión sobre el Archivo antes de escuchar a todas las partes implicadas.

"El Archivo es estatal y seguirá estando en Salamanca", ha asegurado el también diputado por Salamanca, quien ha afirmado que "jamás se desmantelará" ese fondo documental, y ha recordado que documentos estatales relativos al periodo de la Guerra Civil permanecen diseminados en once archivos distintos.

Postura de algunos historiadores

Caldera ha asegurado que la propia consejera de Cultura de Castilla y León, del PP, destacó la posibilidad de mantener la unidad del Archivo aún con la salida de algunos documentos concretos, opinión compartida por algunos historiadores y que, según el ministro, hace que "la unidad no pueda entenderse como un criterio absoluto".

"Si hay documentos que no tienen nada que ver con el periodo de la Guerra Civil quizás podrían salir sin ningún tipo de problemas", ha afirmado el ministro, quien ha instado a quitar a este debate "carga emocional".

Caldera ha dicho que, sin comprometerse con la decisión final, "una de ellas podría ser" la salida de algunos documentos del Archivo anteriores a la Guerra Civil, y ha añadido que algunos miembros del PP han considerado esa posibilidad como "no lesiva para el mantenimiento del Archivo", y ha subrayado que en sus fondos existen actas del Puerto de Barcelona de 1914 "que no tienen nada que ver con la Guerra Civil".

Según el representante gubernamental, en los trabajos previos de la Comisión de quince expertos existen "importantes aproximaciones que permiten albergar con esperanza la solución a este conflicto", y se ha mostrado optimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo "entre instituciones, expertos e historiadores que preserve nuestra memoria y fortalezca nuestras fuentes de información".

El alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote, ha trasladado a Zapatero la "especial sensibilidad" que existe en su ciudad por la "integridad" del Archivo y la preocupación ante el hecho de que el mismo se pudiera "disgregar", y le transmitió que "no entenderíamos que tengamos archivos culturales sometidos a los vaivenes políticos".

El Periodico

Resistencia y fe en los destinos de España

Resistencia y fe en los destinos de España

Tras los enfrentamientos de mayo de 1937, el doctor Negrín, socialista moderado, es el nuevo presidente del Gobierno republicano. Su objetivo para ganar la guerra es acabar con la revolución, apoyándose en los disciplinados comunistas, para así atraerse el apoyo de unas democracias temerosas del desorden. En este discurso del 30 de septiembre de 1938 se ratifica en la resistencia, a pesar del fiasco que para las aspiraciones de la República suponía el pacto de Munich.

Señores diputados. Permítase una pequeña digresión de tipo personal, quienes conocen mi breve historia política saben que nunca he aspirado a cargos políticos; por no ser, ni he querido ser diputado; posiblemente, de todos los que aquí toman asiento soy el único que ha sido elegido sin proclamación porque me negué a ser candidato. Quizá todos sepan que al ser designado para ministro de Hacienda opuse mi más viva resistencia, y sólo consideraciones de disciplina de partido y de patriotismo me llevaron a aceptar. No menos viva, y quizá rebasando en su negativa los linderos de la cortesía, fue mi oposición de aceptar el cargo de jefe del Gobierno en mayo de 1937. Pues bien, señores diputados, la única ocasión en mi vida en que he demandado, en que con mi autoridad de jefe de Gobierno he exigido asumir la responsabilidad de la dirección de la guerra desde el Ministerio de Defensa Nacional, ha sido en la noche del 29 al 30 de marzo en que en mí se produjo una crisis íntima. ¿Para qué evocar el recuerdo de aquellos lúgubres instantes? Deshecho el frente, sin frente, en desbandada y presa de pánico gran parte de nuestro ejército, desmoronada la moral de nuestra retaguardia, creí yo entonces, señores diputados, que a quien incumbió la responsabilidad de la política del país no podía rehuir en esos instantes el asumir la máxima responsabilidad, cual era la dirección de la guerra; no se podría gritar y exigir una política de resistencia si al mismo tiempo en el terreno de las realidades, en el terreno de las luchas no se asumía también la responsabilidad de la dirección. Por eso, señores diputados, se produjo el cambio con las modificaciones de Gobierno que entonces introduje. He tenido yo siempre la convicción, la sigo teniendo, de que el factor dominante en la lucha es la fe y que sin fe en la victoria no puede haber triunfo, no puede haber decisión. Simplemente, en estas palabras: en fe, en seguridad, en convicción, que había de llevarse al ánimo de todo el mundo, quería yo cifrar y basar en aquellos instantes una política de resistencia que había de ser una política de resistencia constructiva.

Y ahora, señores diputados, vamos a llegar al fin de la guerra. ¿Puede ganarse la guerra? ¿Ha de ganarse la guerra? Claro que puede y ha de ganarse la guerra. Lo podemos decir nosotros que hemos sobrevivido los tristes meses que hay de mayo a octubre. ¡Qué duda cabe! ¿Se ganará militarmente la guerra, que es la pregunta que hacen muchos? Ante la superioridad en material del enemigo, ante la superioridad en medios y recursos del enemigo, ¿podremos nosotros triunfar militarmente? Señores diputados, ¿quieren ustedes decirme qué guerra se ha ganado militarmente?

Yo quiero recordar con otras palabras lo que ya dije en Madrid. La guerra se pierde cuando da uno la guerra por perdida. El vencedor lo proclama el vencido; no es él quien se erige en vencedor. Y mientras haya espíritu de resistencia, hay posibilidad de triunfo. Y no es el triunfo exclusivamente militar: muchas veces se ha producido el fracaso militar por un desmoronamiento en el espíritu de resistencia y en la moral del enemigo. ¿Dónde está hoy la moral, señores diputados? ¿De parte de nuestros enemigos o de parte nuestra? ¿Por qué está de nuestra parte? Porque sabemos que no tenemos más remedio; defendemos nuestra vida, defendemos nuestros intereses y defendemos algo que yo quiero creer que para nosotros está por encima de todo eso: defendemos a nuestra España. Por eso triunfaremos, y podremos triunfar; con los éxitos militares y sin ellos, pero con un aumento de nuestro espíritu de resistencia y de nuestra moral y con un decaimiento, que ya se ha iniciado hace mucho tiempo que cada vez se acentúa más por parte de nuestros enemigos y que, a medida que su ficción y su ciegamiento se borren y se den cuenta de que luchan en contra de los intereses permanentes de España, será mayor y les llevará al hundimiento pleno y total. La guerra se puede ganar y se ha de ganar. Y, ¿cómo vamos a ganar la guerra? ¿Pactos, componendas, arreglos? Sí; podría terminarse con pactos, arreglos o componendas. Pero con este Gobierno, no. Este Gobierno no va a pactos, ni componendas, ni arreglos, porque los enormes sacrificios que ha hecho nuestro país serían estériles si nosotros fuéramos a algo que nos habría de llevar irremediablemente al nuevo sistema de dirección del país, al mismo sistema de dirección que se instauró en España después de la Restauración. Para eso no valía la pena ninguna de las vidas que se han sacrificado ni ninguna de las gotas de sangre que se han derramado en nuestro suelo.

¿Mediación? La hemos pedido siempre. La única mediación que cabe: la mediación con esos países que han invadido a España; mediación que hemos reclamado porque tenemos derecho a que medien, a que intervengan, a que les obliguen a que salgan, o sino que se pongan de nuestro lado los países que están ligados a este compromiso en virtud de un pacto. Pero, ¿mediación con los españoles? ¡Ah! Pero, ¿es que vamos a convertirnos nosotros en un país de capitulaciones? Eso es completamente inaceptable. Liquídese el problema de los extranjeros en España, y entonces nuestro problema se resolverá como tiene que resolverse, como debe resolverse.

Yo, midiendo pefectamente el alcance de mis palabras y la responsabilidad de lo que digo, me dirijo desde aquí a los españoles del otro lado e invoco su patriotrismo; no a nuestros amigos perseguidos, ocultos o enmascarados, que hay muchos amigos nuestros, ni a los indiferentes, materia deleznable e inerte que a nosotros políticamente y desde el punto de vista de Gobierno, ni aquí allí nos interesan; yo me dirijo a nuestros enemigos y les digo: “¿Hasta cuándo y hasta dónde tiene que durar esto? ¿No os dais cuenta de que estáis sacrificando y estáis destrozando completamente a España? Pactos, arreglos, componendas, no. Pero os ofrecemos una legalidad que está definida en los trece puntos de fines de guerra del Gobierno. ¿Es que hay aquí algún punto que no puedan suscribir los españoles que se sientan españoles por encima de todo y que quieran convivir con los demás aunque piensen de distinta manera y discrepen de ellos? ¿Es que no estamos todos conformes en que hay que asegurar la independenica de España, librarla de la invasión extranjera? ¿Es que, señores diputados, somos opuestos a una España vigorosa, con la forma republicana, que es la legal y que nosotros pedimos, pues la monarquía fracasó en España, no voy a discutir el principio monárquico; admito que teóricamente se pueda sostener el principio monárquico como conveniente, pero la monarquía fracasó y no hay sentimiento monárquico en España como en otros países?

Nosotros hemos aprendido mucho de la guerra y hemos querido corregir y corregimos nuestros errores, y yo les digo a esos españoles de enfrente si es que ellos no han aprendido nada y su obcecación, su vanidad, su soberbia puede consentir que llegue al exterminio de nuestra patria y a la división de zonas de influencia. Porque eso sí quiero advertirlo. El Gobierno, la España leal no consentirá eso nunca y bajo ningún pretexto; antes lo que sea, antes lo que sea que España pueda dividirse en zonas o repartirse entre tendencias políticas diferentes; antes lo que sea, con todas sus consecuencias.

Creo en el porvenir de España. Lo he dicho siempre. Quizá si no creyera en el porvenir de España, no tendría fuerzas para representar la República y ocupar el cargo que ocupo. Estoy plenamente convencido de ello. España es rica, España tiene la labor de sus hijos, tiene para sostener a todos sus hijos, cosa que ya es bastante riqueza; militarmente, geográficamente, una posición sin par en Europa. En cuanto a riqueza natural, no es comparable con ningún país. Dentro de un régimen de autarquía, quizá sea España el único país de Europa que pueda llevarlo sin quebranto de sus economía y bienestar. España tiene y puede tener un gran porvenir. Tengo fe absoluta en la reparación económica de España. Es precisamente para eso que los gobiernos a quienes esto incumba puedan gobernar y se les deje gobernar, y se sientan apoyados y sostenidos en su función de gobierno; pero sólo así, en estas condiciones, se podrá hacer una España a base de una reconciliación que es necesaria; una España; la de los españoles, después de este bautismo de sangre que nos ha depurado y redimido de todas las faltas y errores que podamos haber cometido; una España a la que tenemos derecho. Y yo, ante el porvenir de España, quizá por razones de interrogatoria de cuál será, o si será en una posición pesimista o de depresión. No; yo sé que hay que querer, que hay que tener un plan, y cuando se dirige y se gobierna, no puede uno preguntarse qué será, sino que hay que decir cómo ha de hacerse. Y yo aseguro, señores diputados, que las perspectivas son halagueñas aun después de tantas tristezas. Es más; que si se llega a que los españoles se den cuenta de cuáles son sus obligaciones como tales españoles, prescindiendo de discrepancias y de posiciones políticas, y cumplen con su deber como tales españoles, todos los sacrificios que se han hecho, todas las pérdidas en vidas y las pérdidas materiales no habrán sido inútiles ni estériles, y España resurgirá y estará como no ha estado nunca; eso es lo que yo anhelo, y con nuestros esfuerzos hemos de lograrlo todos. He dicho.

Jefe del Estado durante casi cuarenta años, su dictadura ha marcado nuestra historia. El 17 de julio de 1941, el Generalísimo pronuncia ante el Consejo Nacional del Movimiento un discurso trascendental donde defiende el papel del ejército, realiza uno de sus alegatos más firmes a favor del Eje, convencido de que la guerra en el continente está decidida, y proclama, una vez más, su cruzada contra del comunismo soviético. (Extracto)

El ejército fue el crisol en que se fundió la común inquietud de nuestras juventudes. La unión sagrada que en sus filas se forjó hizo posible la victoria.

Por primera vez en la historia contemporánea podemos decir que España manda en sus propios destinos, y mandará tanto más cuanto se afiance la unión y solidaridad de los españoles para nuestra empresa. La gloria de España descansa y descansará siempre en su unidad. Quien contra ella labora, sirve a los propósitos de nuestros enemigos. No es nuevo el sistema. Nuestra historia repetidamente registra como, al no podernos vencer por la fuerza de las armas, se provocaron desde el exterior aquellos procesos internos de disolución, que acabaron enfrentando españoles con españoles y que deshicieron a España material y moralmente. Contra todo aquello nos alzamos y dimos la sangre generosa de los mejores; pero no lo realizamos para volver de nuevo al punto de partida. Si la España envilecida por la República colmó nuestra paciencia y movió nuestro brazo, tanto nos disgusta y nos repugna la decadente que hizo posible aquel engendro. Tan despreciable es para nuestra obra el rojo materialista como el burgués frívolo, el traficante codicioso o el aristócrata extranjerizado. Tan grande y tan extenso ha sido el mal, que explica fácilmente que si en la gran obra de resurgimiento de España han de colaborar todos los españoles, su encuadramiento y su dirección corresponda a esa minoría inasequible al desaliento, que cuando España se perdía, alzaba su bandera de combate y, ante los gloriosos caídos en lucha desigual, levanto el bosque de sus brazos con sus palmas abiertas.

Por eso he repetido tantas veces que terminada victoriosamente nuestra guerra, no acabó con ello nuestra lucha. Destruimos los ejércitos materiales que se oponían al restablecimiento del orden y al imperio de nuestro derecho; pero la guerra tenía una mayor profundidad. A la batalla militar sucedían la batalla política, la de desarraigar las causas de nuestra decadencia, la de educar y disciplinar a un pueblo en principios de solidaridad nacional, devolviendo a todos los españoles, como en frase feliz decía José Antonio, el orgullo de serlo. Pecan gravemente contra la patria los espíritus viejos que, pregonando ser enemigos del materialismo rojo, lo sirven, sin embargo, al aferrarse a viejos prejuicios, añorando aquellas ridículas minorías que les permitían lucir su decadente ingenio en círculos provincianos o en salones aristocráticos. Faltan también a sus deberes los que traicionando la limpia nobleza de sus progenitores sueñan con el restablecimiento de prerrogativas de casta, aunque con ello se torciera el destino histórico de nuestra patria. Y pecan igualmente los que, carentes de virtudes o esclavos de su egolatría, subordinan los intereses de la nación al de su torpe ambición o a las satisfacciones de su vanidad.

A estas diarias batallas por la unidad política de España se unen las económicas de la postguerra, y también en ellas los enemigos seculares han intentado explotar miserias, codicias y necesidades. En la España materialmente destruida que los jerifaltes rojos tanto pregonaron, se intentó presentar como si fuera obra de nuestro régimen como si la destrucción de nuestras fuentes de producción y de nuestros barcos y material ferroviario no fuera obra declarada y pregonada por sus propios autores.

Hemos pasado y superado los dos años más difíciles de la vida económica de nuestra nación. Con escasez de barcos y con limitación de divisas hubimos de transportar de lejanos países cerca de dos millones de toneladas de cereales para el abastecimiento, que si encontramos pueblos hermanos, como Argentina, que facilitaron su adquisición, el Consejo debe saber cómo otros han intentado obstaculizar el abastecimiento de nuestra patria.

Yo quisiera llevar a todos los rincones de España la inquietud de estos momentos, en que con la suerte de Europa se debate la de nuestra nación, y no porque tenga dudas de los resultados de la contienda. La suerte ya está echada. En nuestros campos se dieron y ganaron las primeras batallas. En los diversos escenarios de la guerra de Europa tuvieron lugar las decisivas para nuestro continente. Y la terrible pesadilla de nuestra generación, la destrucción del comunismo ruso, es ya de todo punto inevitable.

No existe fuerza humana capaz de torcer estos destinos, mas no por ello hemos de descartar el que la vesania, que rige la política de otros pueblos, intente arrojar sobre Europa nuevas miserias. Contra ello hemos de prepararnos ofreciendo al mundo el ejemplo sereno de un pueblo unido dispuesto a defender su independencia y su derecho.

Nadie más autorizado que nosotros para decirles que Europa nada ambiciona de América. La lucha entre los dos continentes es cosa imposible. Representaría sólo la guerra en el mar, larga y sin resultados; negocios fabulosos de unos pocos, miserias insospechadas para muchos; pérdidas ingentes de barcos y mercancías, la guerra de submarinos y de barcos rápidos dando zarpazos al antes comercio pacífico del mundo.

Dos costas enfrentadas, fuertes e inabordables para su enemigo; un mar repartido en zonas de influencia, europea y americana, y barridos los barcos del comercio universal.

La guerra en nuestro continente ha sido a tiempo clara y decidida. Quiso plantearse en análogos términos que la del año 14. Ilusión que se marchitó en flor. Rusia no quiso formar en el frente aliado; se reservaba y preparaba para el acto final. Polonia sucumbió sin la menor ayuda. La entrada de Italia cortó las rutas del Mediterráneo. La campaña de Noruega repartió el mar del Norte entre los beligerantes. La batalla de Flandes y la derrota total de los más poderosos ejércitos europeos, suprime el frente occidental, dando a Alemania la salida del Océano. El ingenio de estabilizar un frente en los Balcanes, se derrumbó con la victoriosa campaña de Grecia. Las costas de Noruega, las aguas del Canal y los mares de Creta, son escenarios en que la aviación arroja a las escuadras enemigas de las proximidades de las costas. Su eficacia en su defensa nadie puede ya discutirla.

Ni el continente americano puede soñar en intervenciones en Europa sin sujetarse a una catástrofe, ni decir, sin detrimento de la verdad, que pueden las costas americanas peligrar por ataques de las potencias europeas.

Así la libertad de los mares, monstruoso sarcasmo para la pueblos que sufren las consecuencias de la guerra, ni el derecho internacional, ultrajando por el bloqueo inhumano de un continente; ni la defensa de los pueblos invadidos, a los que se intenta arrastrar al hambre y a la miseria, son ya más que una grandiosa farsa en que nadie cree. En esta situación, el decir que la suerte de la guerra puede torcerse por la entrada en acción de un tercer país, es criminal locura, es encender una guerra universal sin horizontes; que puede durar años y que arruinaría definitivamente a las naciones que tienen su vida económica basada en su legítimo comercio con los países de Europa. Estos son los hechos que nadie puede contravertir. El bloqueo de Europa contribuye a que se cree una autarquía perjudicial a Sudamérica. La persistencia de la guerra perfeccionará la obra.

Se ha planteado mal la guerra y los aliados la han perdido. Así lo han reconocido, con la propia Francia, todos los pueblos de la Europa continental. Se confió la resolución de las diferencias a la suerte de las armas, y les ha sido adversa. Nada se espera ya del propio esfuerzo; clara y terminantemente lo declaran los propios gobernantes. Es una nueva guerra la que se pretende entre los continentes, que prolongando su agonía les dé una apariencia de vida, y ante esto, los que amamos a América, sentimos la inquietud de los momentos y hacemos votos porque no les alcance el mal que presentimos.

La campaña contra la Rusia de los Soviets, con la que hoy aparece solidarizado el mundo plutocrático, no puede ya desfigurar el resultado. Sus añoradas masas, sólo multiplicarán las proporciones de la catástofre. Veinte años lleva el mundo soportando la criminal agitación del comunismo ruso; raro es el país que haya podido escapar a su labor disociadora. España, que tanto sufrió por su criminal intervención, que la llevó al borde del abismo, y que dio contra él las primeras y más sangrientas batallas, puede apreciar como ninguno el alcance y dimensión de la lucha española.

Pudo hasta hoy el oro comunista y la prensa judía hurtar al mundo el conocimiento y divulgación de las sesiones de Komintern ruso, en que se contrastaban los progresos de su acción revolucionaria en los distintos países; pueden los pueblos hispano-americanos haber desconocido la atención preferente que se les dedicaba e ignorar el injuriante calificativo de “pueblos semicoloniales” con que la central comunista les distinguía; lo que ya no puede ocultarse a los ojos de nadie es lo que encerraba el oprobioso régimen soviético. La Cruzada emprendida contra la dictadura comunista ha destruido de un golpe la artificiosa campaña contra los países totalitarios. ¡Stalin, el criminal dictador rojo, es ya aliado de las democracias! Nuestro Movimiento alcanza hoy en el mundo justificación insospechada. En estos momentos en que las armas alemanas dirigen la batalla que Europa y el cristianismo desde hace tantos años anhelaban, y en que la sangre de nuestra juventud va a unirse a la de nuestros camaradas del eje, como expresión viva de solidaridad, renovemos nuestra fe en los destinos de nuestra patria, que han de velar estrechamente unidos nuestros ejércitos y la Falange.

Félix Gordón Ordás vuelve del exilio

Félix Gordón Ordás vuelve del exilio

Las cenizas de Félix Gordón Ordás, presidente en el exilio de la II República, reposan desde el viernes en el Panteón de Hombres Ilustres del cementerio de León, dejando atrás dolorosos años de olvido en México, durante los cuales su generosidad y bondad fue conocida por numerosos españoles que llegaron a este país huyendo del fascismo, abocados a un destino incierto.

El pasado año parte de sus restos fueron aventados en el parque de La Candamia, un deseo del político leonés que expresó en vida a su familia. Su esposa, Consuelo Carmona, fue en los últimos años la persona que quiso cumplir cada uno de los puntos escritos por su marido, una tarea nada fácil dada su avanzada edad.
Gordón Ordás, veterinario de profesión, nació en Puerta Moneda, en la capital leonesa, en 1885.
Ocupó varios cargos políticos con Azaña y fue varios meses ministro de Industria y Comercio con Alcalá Zamora.
En 1936 fue nombrado embajador español en México y posteriormente en Cuba, Panamá y Guatemala.
En el primer país permaneció en el exilio desde 1939 y desde allí ejerció como presidente de la República entre los años 1951 y 1960. El político falleció 13 años después, a los 85 años.
Al homenaje del viernes al político leonés asistieron familiares y numerosos compañeros socialistas, entre ellos Alfonso Guerra, presidente de la Fundación Pablo Iglesias, quien dijo de Gordón Ordás que "vivió su exilio con España en el corazón".
Guerra reprodujo unas palabras del que fuera presidente en el exilio de la II República: "Yo no apetezco otra dicha de futuro que la de poder regresar a una España dignificada para gozar del supremo deleite de morir y ser enterrado en León". Gordón Ordás tuvo siempre presente a León y según su familia no pasó un solo día en su vida sin acordarse del lugar donde nació.-

La república esqueicida

La república esqueicida

Por España hemos aprendido que puede tenerse toda la razón y ser vencidos, que la fuerza puede derrotar al espíritu y que hay tiempos en que el valor no es su propia recompensa"(Albert Camus en 1945).

"El 19 de julio de 1936 comenzó en España la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra ha terminado en todas partes salvo, precisamente, en España. (...) La república española, en consecuencia, no ha cesado de ser traicionada o cínicamente utilizada. Por esto es quizá vano dirigirse, como lo hemos hecho otras veces, al espíritu de justicia y de libertad, a la conciencia de los gobiernos. Un Gobierno, por definición, no tiene conciencia. Tiene, a veces, una política, y eso es todo" (De un texto de Camus enviado a los jóvenes escritores españoles en el 20 aniversario de la guerra civil española).

El 24 de agosto en el homenaje que el Ayuntamiento de París rindió a los republicanos españoles que fueron vanguardia en la liberación en la capital francesa había banderas republicanas y nos encontrábamos allí ciudadanos españoles que nos sentimos republicanos. Pues bien, ya empezó a deleitarnos el señor Rojo, presidente del Senado, al no mencionar ni una sola vez la palabra república en su discurso, ni habló tampoco de republicanos españoles, cuando sí lo hicieron, con brillantez y valentía, el alcalde de París y la alcaldesa del distrito donde se celebraba el acto. Añádase a esto que el programa de la televisión pública, Informe Semanal, emitió un reportaje el día 4 de septiembre sobre la efeméride celebrada en París y no ofreció ni una sola imagen de las banderas republicanas que flameaban en el homenaje. Omisión significativa, a decir verdad, tanto que me atrevería a aseverar que no es en modo alguno inocente.

No entraba en lo esperado ni en lo esperable que el PSOE terminara por convertirse en un partido dinástico. Sin embargo, los hechos se están encargando de demostrarlo con nulo margen para las dudas. Pero se va más allá. Si el presidente del Senado habló de los españoles que lucharon contra el horror nazi, obvió algo que sabe cualquier ciudadano que haya pasado por la enseñanza obligatoria más elemental, es decir, que había otros españoles que combatían en la División Azul.

Así, la palabra república sigue proscrita, continua siendo una especie de anatema para los partidos que no se salen de lo políticamente correcto, incluidos los rojazos del PSOE. Se diría que en este país se puede ser todo, excepto republicano. Se diría que nombrar la palabra república es mentar al diablo, y no sólo para los nostálgicos del franquismo, sino también para un partido que se llama socialista.

La bandera de los españoles que entraron en la liberación de París era la tricolor. ¿Por qué esa bandera en Francia es un orgullo y tiene todas las gloriosas connotaciones de democracia, de libertad y de civilización, mientras que en una España teóricamente democrática se esconde como algo que escuece, que quema en las manos? Sería muy interesante que desde los partidos que, al menos en sus siglas, se proclaman de izquierdas se contestase a esta pregunta. ¿Por qué el presidente del Senado no menta la palabra república, por qué la televisión pública no emite imágenes de las banderas republicanas que había en el homenaje a los republicanos españoles que tanto contribuyeron a la liberación de París? Digamos de pasada que en el mencionado acto no o­ndeaba la bandera del actual estado monárquico, lo que no deja de ser significativo. Acaso tal cosa obedezca a que haya quien la pueda seguir identificando con la del franquismo, por muy desprovista que esté de yugo y de águila imperial. Insistimos en que fueron homenajeados republicanos españoles. A este respecto, convendría detenerse un instante en la función del sustantivo y del adjetivo.

Concluyamos con estas palabras del texto de Camus en el vigésimo aniversario de la guerra civil española: "Yo he encontrado en la historia, desde que tengo la edad de hombre, muchos vencedores con cara odiosa. Porque leía en ellos el odio y la soledad. Y es que no eran nada, cuando no eran vencedores. Solamente para existir, les era necesario matar y esclavizar. Pero hay otra raza de hombres que nos ayuda a respirar, que no ha encontrado la existencia y la libertad sino en la libertad y la felicidad de todos y que puede, por tanto, encontrar, hasta en la derrota, razones de vivir y de amar. Esos hombres no estarán nunca solos".

Al menos, siempre estarán con su bandera. Y con su república. La una y la otra no sólo eran tabúes en la España y en la televisión de Aznar. Parecen seguir siéndolo en la España y en la televisión de ZP. La república y su bandera, por prescripciones facultativas de la politiquería de pensamiento único, son proscritas y casi, casi malditas en la España de 2004. República esqueicida, España escocida.

Luis Arias Argüelles-Meres