"Hay que darle la vuelta a la memoria"
Casi desconocido hasta hace muy poco, Isaac Rosa (Sevilla, 1974) ha deslumbrado a la crítica y acaba de alcanzar la tercera edición con la novela El vano ayer (Seix Barral), una revisión del franquismo y la resistencia universitaria en clave.
Pregunta. ¿Cómo se le ocurrió escribir sobre el franquismo en un momento de saturación, cuando parecía que nadie podía añadir nada nuevo a ese tema?
Respuesta. En realidad, lo que quería era hacer una novela sobre el pasado, pero escrita en clave de presente. Plantear en ella el tipo de preguntas que se hace alguien que ha nacido en democracia y que, al mirar a su alrededor, trata de entender de dónde vienen los conflictos y déficits que la sociedad española ha venido arrastrando hasta hoy. No es, como suele decirse, un problema de falta de memoria, no es una cuestión de amnesia, sino de calidad de esa memoria. Hay que fijarse en qué nos han contado y qué no, y sobre todo en cómo nos lo han contado. El franquismo y la Guerra Civil se han convertido casi en géneros literarios, y, como tales, tienen sus limitaciones.
P. Ese hecho, el de no haber vivido el tiempo que refleja en su novela, ¿fue un obstáculo, o un acicate a la hora de sentarse a escribir?
R. Es una disposición a la hora de enfrentarte al tema. Mucha gente me ha preguntado acerca de mis motivaciones a la hora de abordar una novela como esta, y la respuesta es obvia: lo hice precisamente por la edad que tengo.
P. Su preocupación por el pasado y la memoria es algo patente en su obra.
R. Lo que me preocupa es no tomar esa memoria momificada, como de museo, que nos transmiten muy a menudo. Siempre se nos habla del franquismo en clave de novela histórica. De acuerdo, tenemos una memoria prestada. Ahora hay que asumirla y luego darle la vuelta, cuestionarla, enfrentarse a ella desde el presente.
P. ¿Es pesimista respecto a la recuperación de la memoria colectiva?
R. Cuando lees y te informas un poco, es difícil ser optimista. Se va produciendo el cambio generacional, va muriendo gente que vivió esos hechos y no dejó testimonios escritos... Todo trabaja a favor de que se vaya asentando una suerte de versión oficial muy difícil de contrarrestar. Esa memoria dominante también afecta al cine y la televisión.
P. ¿Qué parte del trabajo ocuparon las tareas de documentación?
R. No hice un trabajo específico en ese sentido. Hay lecturas anteriores de muchos años, pues siempre me interesó todo lo que se había escrito sobre el tema, tanto desde la ficción como desde la no ficción. Más bien fui a indagar en ciertos aspectos, completar algunas lecturas. Pero no quería hacer un rastreo de documentación exhaustivo ni pretendía una recreación de época, aunque la gente que estaba en la Universidad por aquellos años y que ha leído la novela me ha dicho que la ambientación es bastante fiel.
P. ¿Ha hecho algún descubrimiento sorprendente en esas indagaciones?
R. En El vano ayer hay mucha intertextualidad, pero no he desempolvado ningún archivo secreto ni creo haber descubierto ningún título desconocido. Sí que encontré, mientras escribía la novela, algunos pasajes muy reveladores. Por ejemplo, un libro del coronel San Martín, encargado del Servicio Secreto de Carrero Blanco, que escribió mientras esperaba juicio por el 23-F y en el que quiso dar cuentas de su servicio a España. En ese escrito se ve muy bien cómo se creaban redes de delatores y se infiltraban en los colectivos estudiantiles. La famosa carta de Cela ofreciéndose como delator es otro documento interesante en ese sentido.
P. El planteamiento técnico de la historia apela constantemente a la participación del lector. ¿Cabe hablar de novela interactiva?
R. Bueno, se ha hablado de novela en marcha. Es una escritura en tiempo real, que va explicitando muchos mecanismos de la novela y usa frecuentemente la segunda persona para involucrar al lector, entre otros recursos. Claro que eso no lo he inventado yo, hay una tradición consolidada.
El País
Pregunta. ¿Cómo se le ocurrió escribir sobre el franquismo en un momento de saturación, cuando parecía que nadie podía añadir nada nuevo a ese tema?
Respuesta. En realidad, lo que quería era hacer una novela sobre el pasado, pero escrita en clave de presente. Plantear en ella el tipo de preguntas que se hace alguien que ha nacido en democracia y que, al mirar a su alrededor, trata de entender de dónde vienen los conflictos y déficits que la sociedad española ha venido arrastrando hasta hoy. No es, como suele decirse, un problema de falta de memoria, no es una cuestión de amnesia, sino de calidad de esa memoria. Hay que fijarse en qué nos han contado y qué no, y sobre todo en cómo nos lo han contado. El franquismo y la Guerra Civil se han convertido casi en géneros literarios, y, como tales, tienen sus limitaciones.
P. Ese hecho, el de no haber vivido el tiempo que refleja en su novela, ¿fue un obstáculo, o un acicate a la hora de sentarse a escribir?
R. Es una disposición a la hora de enfrentarte al tema. Mucha gente me ha preguntado acerca de mis motivaciones a la hora de abordar una novela como esta, y la respuesta es obvia: lo hice precisamente por la edad que tengo.
P. Su preocupación por el pasado y la memoria es algo patente en su obra.
R. Lo que me preocupa es no tomar esa memoria momificada, como de museo, que nos transmiten muy a menudo. Siempre se nos habla del franquismo en clave de novela histórica. De acuerdo, tenemos una memoria prestada. Ahora hay que asumirla y luego darle la vuelta, cuestionarla, enfrentarse a ella desde el presente.
P. ¿Es pesimista respecto a la recuperación de la memoria colectiva?
R. Cuando lees y te informas un poco, es difícil ser optimista. Se va produciendo el cambio generacional, va muriendo gente que vivió esos hechos y no dejó testimonios escritos... Todo trabaja a favor de que se vaya asentando una suerte de versión oficial muy difícil de contrarrestar. Esa memoria dominante también afecta al cine y la televisión.
P. ¿Qué parte del trabajo ocuparon las tareas de documentación?
R. No hice un trabajo específico en ese sentido. Hay lecturas anteriores de muchos años, pues siempre me interesó todo lo que se había escrito sobre el tema, tanto desde la ficción como desde la no ficción. Más bien fui a indagar en ciertos aspectos, completar algunas lecturas. Pero no quería hacer un rastreo de documentación exhaustivo ni pretendía una recreación de época, aunque la gente que estaba en la Universidad por aquellos años y que ha leído la novela me ha dicho que la ambientación es bastante fiel.
P. ¿Ha hecho algún descubrimiento sorprendente en esas indagaciones?
R. En El vano ayer hay mucha intertextualidad, pero no he desempolvado ningún archivo secreto ni creo haber descubierto ningún título desconocido. Sí que encontré, mientras escribía la novela, algunos pasajes muy reveladores. Por ejemplo, un libro del coronel San Martín, encargado del Servicio Secreto de Carrero Blanco, que escribió mientras esperaba juicio por el 23-F y en el que quiso dar cuentas de su servicio a España. En ese escrito se ve muy bien cómo se creaban redes de delatores y se infiltraban en los colectivos estudiantiles. La famosa carta de Cela ofreciéndose como delator es otro documento interesante en ese sentido.
P. El planteamiento técnico de la historia apela constantemente a la participación del lector. ¿Cabe hablar de novela interactiva?
R. Bueno, se ha hablado de novela en marcha. Es una escritura en tiempo real, que va explicitando muchos mecanismos de la novela y usa frecuentemente la segunda persona para involucrar al lector, entre otros recursos. Claro que eso no lo he inventado yo, hay una tradición consolidada.
El País
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Hipotecas -
Frase de Adolfo Suárez en una entrevista inédita de 1980:
"Yo repito a menudo que en España está ocurriendo un fenómeno muy grave: las cosas entran por el oído, se expulsan por la boca y no pasan nunca por el cerebro casi nunca pasan por la reflexión previa".
"Pero es un hecho que está ahí; que sucede. Y luchar contra ello es muy difícil Yo he intentado combatirlo muchas veces ¡Y así me va!"
En la política española del siglo XXI sigue sucediendo exactamente lo mismo: "las cosas entran por el oído, se expulsan por la boca y no pasan nunca por el cerebro" y se aplica tanto a los políticos como a los ciudadanos.
Carlos Menéndez
http://www.creditomagazine.es