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MEMORIA HISTÓRICA

La batalla de Madrid

La batalla de Madrid Hace sólo seis días que ha empezado el otoño y en los campos soplan tempestades revolucionarias y vientos de miedo. Un rumor de pasos africanos se acerca a Madrid. Los generales sublevados, los vencedores de Toledo, quieren tomar café en la Gran Vía y oír misa en los Jerónimos.
Un cerco de muerte acecha desde Majadahonda hasta Vallecas. regulares y legionarios atacan en la Casa de Campo y asaltan la Ciudad Universitaria protegidos por los cañones del cerro Garabitas. Allí, en las trincheras, junto a las facultades, en las salas del Clínico, les paran los milicianos socialistas, republicanos, anarquistas y comunistas, las brigadas internacionales pueblo de Madrid,hombres y mujeres que no les dejarán pasar.
Dentro de la ciudad hay otro frente en el que miles de personas sobreviven al miedo. Ya no hay apenas paseos, pero aún se fusila al margen de la ley.
Durante cuatro largos meses de combate, Madrid será la patria del sufrimiento. Cuando, agotados, descansen los frentes, seguirá la batalla en el cielo. Bombas sobre Alcalá, bombas sobre El Prado,bombas sobre Atocha ... Arden las chabolas del barrio de Tetuán, arde el paladio de Liria ... Una alfombra de niños muertos cubre Getafe. Y apenas la punzada del hambre. Ya no hay qué comer en Madrid, pero Madrid resiste.
A oscuras, las calles están desiertas y ciegas, resuenan las descargas de fusilería, el chasquido rítmico de las ametralladoras y, de vez en vez, los cañonazos densos y opacos. En el pecho la angustia, la zozobra y el dolor de todo por todo.
Pero Madrid resiste. Y se hace leyenda.

Jorge M. Reverte
La batalla de Madrid, Ed. Crítica

1 comentario

Inés García Holgado -

Salud y República desde Buenos Aires, Argentina.
Mi abuela MAURICIA HOLGADO BARRIO y mi padre BENJAMIN GARCIA HOLGADO soportaron el Madrid de las bombas y de la falta de comida.
Mi abuela comentaba que hasta cocinaban hojas y mi padre recuerda que en algún momento, una pared del apartamento donde vivían quedó destruída. También, en otra ocasión, siendo muy niño, se olvidaron de bajarlo al sótano los vecinos en ausencia de mi abuela y sufrió mucho miedo.
Esto que describo no quiere ser más que relatar una porción pequeñísima de vivir en Madrid en esa época.
INES GARCIA HOLGADO. SOL LIBERTARIA.