«Escribo en nombre de los muertos españoles en campos de concentración»
Semprún recibió la Medalla de la UIMP en un concurrido homenaje a «su compromiso moral con la libertad» El autor de 'El largo viaje' evocó su niñez en Santander al recoger la distinción académica a «su lucidez analítica»
«Otra vez Santander aquí me tienes descansando en la paz de tu Bahía». Jorge Semprún acostumbraba a recordar poesías mientras estuvo cautivo durante dos años en el campo de concentración de Buchenwald. Los poemas, y sobre todo «los sonetos», le ayudaban a combatir «la soledad» y «conquistar mi intimidad». Los anteriores versos tal vez no sean «los mejores», pero evocan a la perfección una infancia vivida en Cantabria. Unos recuerdos que también ayer vinieron a la cabeza de un autor para quien vida y obra son indivisibles. Jorge Semprún, recibió ayer la Medalla de Honor de la Universidad Internacional en un acto que, pasado el mediodía, abarrotó el Vestíbulo de La Magdalena.
El homenaje, que congregó a numerosas personalidades del mundo de la educación y la cultura, se constituyó en una de las citas académicas que mayor expectación ha despertado durante este verano. El autor de 'Veinte años y un día' recibió la distinción universitaria que reconoce «al intelectual autoexigente y solidario, activo partícipe en algunas de las mayores utopías del siglo XX, testigo de algunas de sus mayores iniquidades».
El acta del Consejo de Gobierno de la institución académica especificó que la Medalla de Honor a Jorge Semprún se concedía en reconocimiento «a su compromiso moral con la libertad y a su capacidad como escritor, para expresar con belleza literaria y lucidez analítica las experiencias más duras vividas en la Europa del siglo XX».
Semprún recibió su galardón de manos del rector de la institución, tras escuchar los discursos dedicados a su trayectoria, «llenos de cosas bonitas» que corren el riesgo de «convertirse en tópicos». Sin duda, sus palabras no lo fueron.
Santander en el recuerdo
Tras recitar los versos de José del Río Sainz, 'Pick', amigo de su padre, el político republicano José María de Semprún y Gurrea, el narrador ahondó más en su relación con Santander. «Es comprensible que este acto me emocione especialmente», dijo el escritor en su discurso improvisado. «Aquí me encuentro en casa», continuó el autor de 'El largo viaje'.
Una casa con vistas al mar en la que, junto a su familia, Semprún se acostumbró a pasar las vacaciones hasta que la madre del escritor murió y «nos trasladamos a Lekeitio porque a mi padre le traía demasiados recuerdos», confesó. En Santander fue también donde su padre pronunció 'El Norte contra el faccioso', «su última intervención pública antes del exilio» obligado por el estallido de la guerra civil española.
Pasaron muchos años desde que Jorge Semprún fuese liberado de Buchenwald por el Ejército del general Patton, hasta que se decidiera a plasmar por escrito lo que había vivido y sentido. Fueron exactamente 19 años.
Pero, ¿por qué se decidió a hacerlo?. Ayer lo explicó en el Palacio de La Magdalena: «Mi motivo para escribir es hacerlo en nombre de los muertos». Y sobre todo de aquellos españoles que perecieron en los campos de concentración y que «fueron olvidados durante la dictadura franquista, tratados sólo como rojos», añadió el autor.
Escuchándole en la sede santanderina de la UIMP estaban amigos que «me han permitido ser lo que soy». Y, quiso compartir la autoría de una frase que encabezó manifiestos y que tradicionalmente le ha sido aplicada a él: «Nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos». «No es sólo mía, también lo es de Javier Pradera y quiero compartirla con él», concluyó Semprún ante la presencia de su amigo periodista.
El rector de la UIMP, José Luis García Delgado destacó que el de ayer fue un acto de «homenaje demorado», el cual dos anteriores rectores -Santiago Roldán y Ernest Lluch-hubieran querido tributar al ex ministro de Cultura. El actual mandatario académico subrayó en su intervención (reproducida de forma íntegra en la sección de opinión) la mirada del escritor Semprún, «su escritura que proporciona voz al silencio de los que la perdieron, la escritura que combate el olvido, la escritura que es intencionada comunión de valores y emociones».
Páginas de memoria
La laudatio corrió a cargo del profesor de Historia y biógrafo de Semprún, Felipe Nieto, quien evocó algunos de los episodios más significativos de la trayectoria del escritor, cuyas obras «le han convertido en un referente de la literatura de nuestro tiempo».
Bajo el significativo epígrafe 'La escritura de su vida', Nieto aludió a Santander como escenario de muchas de las páginas de la memoria de Semprún y se aventuró a establecer un paralelo simbólico entre el territorio santanderino y la historia sempruniana, «como si La Magdalena fuera en un trasunto de su vida».
Nieto ensalzó al Semprún que «ha denunciado crímenes y miseria sobrevenidos como consecuencia de la aplicación del sueño-pesadilla comunista y del sometimiento integral de los hombres al espíritu de partido». Todo, mediante el arte de los relatos semprunianos, «adquiere dimensiones únicas de profundidad, misterio y belleza».
Hay en él «persistencia de unos valores constantes» que, más allá de la peripecia temporal, invitan a la reflexión y conforman el «legado de la escritura y la vida semprunianas». Así, apuntó: «la curiosidad insaciable, la solidaridad con los que se oponen y enfrentan a la opresión, la defensa insobornable de la libertad individual frente a las corrientes dominantes».
Previamente, el vicerrector de los cursos para extranjeros, Antonio Sánchez Trigueros, se hizo eco del sentir del Consejo de Gobierno de la UIMP y reflejó el espíritu que se desprendía tras la distinción a Semprún: «el homenaje a una de las más respetables personalidades de nuestra época, intelectual europeo, ejemplo vivo de multiculturalidad dialógica».
Sánchez Trigueros atravesó la trayectoria literaria de Semprún, desde 'El largo viaje', su primera novela, hasta 'Veinte años y un día', la última, magnífico ejemplo de su demostración de la fuerza de su pulso narrativo».
El Diario Montañés
«Otra vez Santander aquí me tienes descansando en la paz de tu Bahía». Jorge Semprún acostumbraba a recordar poesías mientras estuvo cautivo durante dos años en el campo de concentración de Buchenwald. Los poemas, y sobre todo «los sonetos», le ayudaban a combatir «la soledad» y «conquistar mi intimidad». Los anteriores versos tal vez no sean «los mejores», pero evocan a la perfección una infancia vivida en Cantabria. Unos recuerdos que también ayer vinieron a la cabeza de un autor para quien vida y obra son indivisibles. Jorge Semprún, recibió ayer la Medalla de Honor de la Universidad Internacional en un acto que, pasado el mediodía, abarrotó el Vestíbulo de La Magdalena.
El homenaje, que congregó a numerosas personalidades del mundo de la educación y la cultura, se constituyó en una de las citas académicas que mayor expectación ha despertado durante este verano. El autor de 'Veinte años y un día' recibió la distinción universitaria que reconoce «al intelectual autoexigente y solidario, activo partícipe en algunas de las mayores utopías del siglo XX, testigo de algunas de sus mayores iniquidades».
El acta del Consejo de Gobierno de la institución académica especificó que la Medalla de Honor a Jorge Semprún se concedía en reconocimiento «a su compromiso moral con la libertad y a su capacidad como escritor, para expresar con belleza literaria y lucidez analítica las experiencias más duras vividas en la Europa del siglo XX».
Semprún recibió su galardón de manos del rector de la institución, tras escuchar los discursos dedicados a su trayectoria, «llenos de cosas bonitas» que corren el riesgo de «convertirse en tópicos». Sin duda, sus palabras no lo fueron.
Santander en el recuerdo
Tras recitar los versos de José del Río Sainz, 'Pick', amigo de su padre, el político republicano José María de Semprún y Gurrea, el narrador ahondó más en su relación con Santander. «Es comprensible que este acto me emocione especialmente», dijo el escritor en su discurso improvisado. «Aquí me encuentro en casa», continuó el autor de 'El largo viaje'.
Una casa con vistas al mar en la que, junto a su familia, Semprún se acostumbró a pasar las vacaciones hasta que la madre del escritor murió y «nos trasladamos a Lekeitio porque a mi padre le traía demasiados recuerdos», confesó. En Santander fue también donde su padre pronunció 'El Norte contra el faccioso', «su última intervención pública antes del exilio» obligado por el estallido de la guerra civil española.
Pasaron muchos años desde que Jorge Semprún fuese liberado de Buchenwald por el Ejército del general Patton, hasta que se decidiera a plasmar por escrito lo que había vivido y sentido. Fueron exactamente 19 años.
Pero, ¿por qué se decidió a hacerlo?. Ayer lo explicó en el Palacio de La Magdalena: «Mi motivo para escribir es hacerlo en nombre de los muertos». Y sobre todo de aquellos españoles que perecieron en los campos de concentración y que «fueron olvidados durante la dictadura franquista, tratados sólo como rojos», añadió el autor.
Escuchándole en la sede santanderina de la UIMP estaban amigos que «me han permitido ser lo que soy». Y, quiso compartir la autoría de una frase que encabezó manifiestos y que tradicionalmente le ha sido aplicada a él: «Nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos». «No es sólo mía, también lo es de Javier Pradera y quiero compartirla con él», concluyó Semprún ante la presencia de su amigo periodista.
El rector de la UIMP, José Luis García Delgado destacó que el de ayer fue un acto de «homenaje demorado», el cual dos anteriores rectores -Santiago Roldán y Ernest Lluch-hubieran querido tributar al ex ministro de Cultura. El actual mandatario académico subrayó en su intervención (reproducida de forma íntegra en la sección de opinión) la mirada del escritor Semprún, «su escritura que proporciona voz al silencio de los que la perdieron, la escritura que combate el olvido, la escritura que es intencionada comunión de valores y emociones».
Páginas de memoria
La laudatio corrió a cargo del profesor de Historia y biógrafo de Semprún, Felipe Nieto, quien evocó algunos de los episodios más significativos de la trayectoria del escritor, cuyas obras «le han convertido en un referente de la literatura de nuestro tiempo».
Bajo el significativo epígrafe 'La escritura de su vida', Nieto aludió a Santander como escenario de muchas de las páginas de la memoria de Semprún y se aventuró a establecer un paralelo simbólico entre el territorio santanderino y la historia sempruniana, «como si La Magdalena fuera en un trasunto de su vida».
Nieto ensalzó al Semprún que «ha denunciado crímenes y miseria sobrevenidos como consecuencia de la aplicación del sueño-pesadilla comunista y del sometimiento integral de los hombres al espíritu de partido». Todo, mediante el arte de los relatos semprunianos, «adquiere dimensiones únicas de profundidad, misterio y belleza».
Hay en él «persistencia de unos valores constantes» que, más allá de la peripecia temporal, invitan a la reflexión y conforman el «legado de la escritura y la vida semprunianas». Así, apuntó: «la curiosidad insaciable, la solidaridad con los que se oponen y enfrentan a la opresión, la defensa insobornable de la libertad individual frente a las corrientes dominantes».
Previamente, el vicerrector de los cursos para extranjeros, Antonio Sánchez Trigueros, se hizo eco del sentir del Consejo de Gobierno de la UIMP y reflejó el espíritu que se desprendía tras la distinción a Semprún: «el homenaje a una de las más respetables personalidades de nuestra época, intelectual europeo, ejemplo vivo de multiculturalidad dialógica».
Sánchez Trigueros atravesó la trayectoria literaria de Semprún, desde 'El largo viaje', su primera novela, hasta 'Veinte años y un día', la última, magnífico ejemplo de su demostración de la fuerza de su pulso narrativo».
El Diario Montañés
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