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MEMORIA HISTÓRICA

Esclavos del pasado

Esclavos del pasado La mitología griega sitúa en los infiernos la llamada Fuente del Olvido o Fuente de Lete, la hija de Éride, la Discordia. En ella bebían los muertos para olvidar su vida terrestre, y también, según añadiera Platón, con su brebaje las almas se olvidaban del infierno antes de regresar a una nueva vida en la tierra. Una alegoría aleccionadora: en los tiempos míticos correspondía a los vivos beber de la Fuente de la Memoria (Mnemósine) y a la Historia cultivar los recuerdos, para escrutarlos o revivirlos, para expiarlos o para sufrirlos una y otra vez.

No son conscientes de esa idea los que no entienden la legitimidad y la fuerza que ha cobrado el -tal vez mal llamado- Movimiento por la recuperación de la memoria histórica. No lo son. Y sorprende que no lo sean a estas alturas de los tiempos -cuando la Guerra Civil terminó hace 75 años- esa mayoría de ayuntamientos del Valle del Roncal que, para justificar su negativa a apoyar en su tierra un homenaje a los 'esclavos del franquismo' que entre 1939 y 1941 realizaron la carretera que une las localidades de Roncal, Vidángoz e Igal, han aducido que semejante reconocimiento público es rechazable por tratarse de «una cuestión política». ¿Acaso siguen todavía mu- chos ediles roncaleses el consejo de aquel caudillo que no quería que nos metiéramos en política? Bromas aparte, ¿no sorprende que hoy por hoy se pueda explicar tan pobremente una actitud tan trascendente?

Sorprende según se mire. Tampoco en las más altas instancias de la vida política faltan los malos ejemplos. Porque ya éramos conscientes de que la Historia ni lo ilumina todo ni todo lo va superando. No lo hizo durante el franquismo y tampoco a lo largo de la transición. De hecho, pareciera que muchos hayan estado esperando a que llegara la era Aznar para bramar con más fuerza que nunca contra el franquismo, no tanto a favor de la reparación de una justicia histórica como contra el propio Aznar y lo que representa. Contra Aznar quisieron promover los estudios históricos mayormente en el País Vasco. Contra Aznar hablaron de recuperar la memoria de los silenciados. Y contra Aznar prometieron com- pensar económicamente a las víctimas de la represión franquista. ¿Y ahora qué?

Al menos en Euskadi ha resultado ser bastante falso (o una impostura o un incumplimiento, el tiempo lo acabará dilucidando del todo). Si hubieran cumplido sus promesas, nada se les podría reprochar. Pero tanto el consejero vasco de Izquierda Unida Javier Madrazo como el resto de miembros del Gobierno tripartito han demostrado ser bastante demagogos y puede que incluso algo necios. Madrazo prometió ayudas y, a la hora de la verdad, lejos de reconocer que se pasó de valiente y que no tiene fondos para acometerlas, ha decidido pasarse de listo y autojustificar los miles de rechazos de peticiones con argumentos impropios de la izquierda y con excusas historicistas que a veces recuerdan a Pío Moa o al mismísimo Ricardo de la Cierva. Lamentable.

Debemos ser duros en el juicio porque ese amagar y no dar del consejero Javier Madrazo no es sólo una actitud cicatera. Es pura hipocresía, una mentira manifiesta, por ejemplo, en lo que se refiere a esos represaliados que la historiografía más seria ya viene considerando 'esclavos del franquismo', esto es, miles de soldados de la República que una vez derrotados, sobre todo entre 1939 y 1941, fueron castigados a hacer 'otra mili' en Batallones de Trabajadores o Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores. Según han demostrado brillantemente los historiadores navarros Fernando Mendiola y Edurne Beaumont, aquellos soldados esclavizados fueron considerados por el régimen «las mulas de la Nueva España». Pero para Madrazo eran simples soldados de Franco que estaban haciendo la 'mili'.

Patético. Decepcionante. Y muy triste. Si Madrazo ha bebido de la Fuente del Olvido, si es la Discordia la que confunde al consejero, sólo cabe desearle que beba de la Fuente de la Memoria y que algún día la Historia lo perdone (o, como dirían esos otros: que no se meta en política de izquierdas).

PEDRO OLIVER/PROFESOR DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA EN LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

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