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MEMORIA HISTÓRICA

No al olvido

No al olvido En los tiempos extraños de la Transición se impuso el dogma interesado de que la dictadura franquista era cosa del pasado remoto y tan poco recordable como el reinado de Ataúlfo o la batalla de las Navas de Tolosa. Aquí paz y después gloria, vinieron a decir quienes apoyaron, defendieron y colaboraron directamente con el régimen del tirano, y también vino a decirlo una izquierda timorata y desleída que no quiso proponer la revisión implacable de los crímenes franquistas en aras de una reconciliación nacional para cuyo supuesto éxito no había más remedio que sacrificar la memoria de las víctimas. Mientras, buena parte de los victimarios llegaban incluso a presidir comunidades autónomas allá por el noroeste, un poco más arriba de Portugal.

Décadas más tarde, las víctimas del horror franquista y sus herederos parecen dispuestos a mirar atrás para reivindicar el recuerdo de los hombres y mujeres que fueron asesinados por defender la República legítima. Se están desenterrando los restos de las más de 30.000 personas que se calcula fueron sepultadas de mala manera en las cunetas tras el preceptivo tiro de gracia. Se exige que se anule ese esperpento que se dio en llamar justicia franquista y que se recupere con minucioso detalle la historia de la represión, además de devolver la dignidad póstuma a los represaliados por el régimen. Alemania hace tiempo que hizo examen de conciencia dolorosa sobre las atrocidades del nazismo e Italia también acerca de los crímenes fascistas. Insuficientemente en ambos casos, pero lo han hecho.

España sin embargo dejó correr el más tupido de los velos para tapar las vergüenzas ensangrentadas de ese fragmento de su pasado y concedió la inmunidad de facto a los culpables de la represión. No se ha celebrado ni un solo homenaje a las víctimas del franquismo, ni siquiera siguiendo el ejemplo reciente del canciller Schröder en su país respecto a quienes sufrieron el delirio exterminador del nazismo. Algo profundamente injusto se pactó en los juegos de salón de la Transición española. A 68 años del inicio de la carnicería es imprescindible recuperar la memoria con nombres y apellidos si queremos que nuestros hijos sepan lo que sucedió en España a partir del 18 de julio de 1936. Porque no estamos hablando del Pleistoceno superior, ni siquiera de la rebelión de Don Pelayo: estamos hablando de hace apenas unas décadas y de hechos que dejaron marcado a este país para siempre. Tantos asesinados, torturados, ninguneados no merecen el olvido. En eso estamos por fin.

CARLOS PÉREZ URALDE

EL Correo Digital

4 comentarios

INES GARCIA HOLGADO -

Desde Buenos Aires, Argentina. Qué difícil resulta recuperar la memoria histórica de nuestros familiares que lucharon por defender los valores de un gobierno legítimamente constituído. Si es complicado en el Estado Español, cuánto más del otro lado del océano?
Son nuestros vencidos vencedores, héroes anónimos, cuyas historias de vida debemos perpetuar, y no lograrán EL OLVIDO, pese a quien le pese,el partido político que gobierne. Esta causa, esta lucha es de POR VIDA.
SALUD Y REPUBLICA. INES GARCIA HOLGADO. BUENOS AIRES. ARGENTINA.

Daniel Vega -

Y además, añadiría que este es el momento de tomar con más fuerza ese impulso de recordar y reparar la memoria dañada, cuando aún podemos mostrar reconocimiento y agradecimiento a los pocos ciudadanos vivos que pelearon directamente frene al fascismo en este país, y a aquellos que sufrieron su intolerancia.

Después de 25 años de democracia, creo que hemos superado ese pacto de silencio que hicieron en la transición, y que ya es el momento de afrontar sin miedos ni complejos nuestra historia, si queremos considerarnos un país democrático.

Pienso que, en la medida de nuestras posibilidades, debieramos encarar todos esa tarea, pero también debemos exigir a los políticos que asuman esa deuda histórica de reconocimiento de un pasado que hay que superar desde el recuerdo.

pepa -

De acuerdo absolutamente con tu excelente artículo, y en otras palabras ya es hora de vislumbrar e imaginar un futuro más claro para nuestro hijos, porque ese es nuestro pasado reciente, queramos o no, unos más que otros.Y entonces podremos situarnos en el tiempo, situarlos a ellos, saber cómo eran, conocer más de nuestro pasado, no sentirnos tan desnudos y desprotegidos frente a tantas historietas, que para nada forman parte de la HISTORIA. Estoy ilusionada y llena de emoción ante esta perspectiva, que ciertamente y claramente es una deuda de la izquierda de este país, para con este país.

Anónimo -