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MEMORIA HISTÓRICA

Libros

Maquis (de Secundino Serrano)

Maquis (de Secundino Serrano) El 21 de febrero de 1946 el maquis Cristino García Granda era fusilado en la cárcel de Carabanchel. Había combatido en la guerra civil contra los militares sublevados, en la Resistencia francesa contra los nazis y en el Madrid de la posguerra contra el franquismo. Para la justicia española se trataba de un vulgar delincuente. En Francia fue considerado un héroe y se le dedicó una calle en Saint-Denis. La trayectoria de García Granda simboliza -con sus luces, sus sombras y sus contradictorias interpretaciones-, la de todo un movimiento, el maquis, tan importante como «desconocido». A pesar de que constituyó «la oposición más seria al régimen de Franco», como ha escrito el prestigioso hispanista Paul Preston, en los estamentos universitarios aún no han abordado su estudio. Durante el franquismo, el Estado tejió una red de silencios en torno a la guerrilla. Ante la imposibilidad de hablar libremente de «los años del maquis», los habitantes de pueblos y aldeas aprendieron las historias de los hombres del monte para legarlas a sus descendientes, construyendo los espacios de una memoria colectiva y clandestina en la que la realidad no tardó en fundirse con la leyenda. Apoyándose en una documentación exhaustiva, Secundino Serrano, uno de los máximos especialistas sobre el tema, ha roto definitivamente ese velo de silencio -o ignorancia- con esta obra, estremecedora y veraz, en la que analiza un capítulo crucial de la historia reciente de España, al tiempo que traza el vigoroso retrato de un puñado de hombres y mujeres cuyo motor fue la desesperada defensa de la libertad.

Historia de la guerrilla que luchó para derrocar la dictadura franquista. A la venta el 15 de junio. Ediciones Temas de Hoy.

'El Canal de los Presos' rescata la memoria de una explotación

'El Canal de los Presos' rescata la memoria de una explotación El salón regio de la Diputación acogio el 9 de junio la presentación en Cádiz del libro El Canal de los Presos (1940-1962). Trabajos forzados. De la represión política a la explotación económica. Un trabajo multidisciplinar editado por Crítica y auspiciado por la Confederación General del Trabajo de Andalucía que analiza con exhaustividad el caso de los presos políticos utilizados como mano de obra esclava durante la dictadura franquista para la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir entre 1940 y 1962.

La publicación es el resultado de un trabajo de tres años en el que ha participado un amplio equipo de expertos de diversas especialidades, como el historiador José Luis Gutiérrez Molina, los geógrafos Gonzalo Acosta Bono y Leandro Moral, los antropólogos Angel del Río y José María Vacuente, la jurista Lola Martínez y Mari Villa Cuadrado, hija de un ex preso. Han colaborado asimismo en la obra los historiadores Antonio Miguel Bernal y Nicolás Sánchez Albornoz y el filósofo Reyes Mate.

Gutiérrez Molina y Gonzalo Acosta presentaban ayer el libro en Cádiz, acompañados de Cecilio Gordillo Giraldo -coordinador de la publicación y del programa de la CGT de Andalucía 'Recuperando la memoria de la historia social de Andalucía'- , de Carlos Perales, director de la delegación de Políticas de Igualdad de la Diputación y del hefe del área de Cultura de la institución, Antonio Rodríguez Cabaña . En sus 500 páginas, el libro recoge la argumentación ideológica y jurídica del franquismo en la que se sustentaba su política de utilización de mano de obra esclava por parte del régimen y sus más cercanos colaboradores.

Explica Gutiérrez Molina que "entre 1937 y 1962 más de 150 mil españoles presos trabajaron en un gran número de obras públicas en calidad de verdaderos esclavos como método para la reducción de condena. Asimismo, eran 'alquilados' por el Estado a particulares y empresas privadas en los más variados sectores productivos.Este libro es un homenaje a todos esos hombres y sus familiares, cuya memoria ha permanecido oculta durante demasiado tiempo".

La publicación que ayer se presentaba en Cádiz se centra en los presos que trabajaron entre 1940 y 1962 en la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, conocido popularmente como el "Canal de los Presos". Una obra de 159 kilómetros que puso más de 800 hectáreas en regadío entre las localidades de Peñaflor y Lebrija, en la provincia de Sevilla.

En ella trabajaron cerca de diez mil presos políticos de toda España. El minuciosos trabajo de investigación llevado a cabo por los autores de este libro ha logrado recabar cerca de tres mil nombres de estos presos, cuya relación aparece recogida en la obra, junto con sus lugares de origen y profesión y la descripción de su vida y de la de sus familias. Entre estos presos figuraban 164 gaditanos procedentes de las comarcas de la Campiña (23), la Sierra (31), La Janda (8), el Campo de Gibraltar (17), la bahía (5) y la Costa Noroeste (2).

El equipo redactor del libro y sus colaboradores, más de 50, han realizado un exhaustivo trabajo de investigación en diversos archivos, el más importante de los cuales, según indican sus autores, es el archivo del Servicio de Colonias Penitenciarias, que dependía directamente de la Presidencia del Gobierno y a través del cual se llevaba a cabo este programa de trabajos forzados "un mecanismo de explotación que el régimen disfrazaba con un traje de legalidad para la redención de pena". Destaca José Luis Gutiérrez Molina el papel cómplice que una parte de la Iglesia jugó en esta operación, como es el caso del sacerdote jesuita Juan Antonio Pérez del Pulgar, que fue el que dotó de contenido ideológico a este método de reducción de pena por el trabajo".

Especialmente enriquecedoras, explican los autores, han sido las entrevistas que para la realización de este libro han mantenido con los presos que trabajaron en el canal y con sus familiares. "Ha habido un intercambio muy positivo -afirma José Luis Gutiérrez Molina- porque ellos nos han aportado experiencias muy interesantes, algunas estremecedoras, y también han conocido cosas que nosotros hemos averiguado en nuestra investigación".

Subraya que "una de las cosas que más nos ha impactado es descubrir el importante papel que las mujeres jugaron en este episodio. Cuando empiezas a investigar crees que estás tratando sobre una historia de hombres y descubres la gran labor que desempeñaron las mujeres que siguieron a estos hombres con sus familias, llevándolas adelante, trabajando incluso para los oficiales que les custodiaban en los campos de concentración desde los que cada día los trasladaban a su trabajo en el Canal".

El exilio español

El exilio español En abril de 1939 no empezó la paz, sino la victoria. La victoria de un régimen que implicaba la cárcel, la muerte o el exilio de los vencidos.

Este libro, redactado por Julio Martín Casas y Pedro Carvajal Urquijo, habla de los españoles que tuvieron que exiliarse como consecuencia de la guerra civil. Son los propios exiliados los que, en primera persona, narran los avatares sufridos. Los numerosos testimonios muestran el factor humano del exilio, y eso es lo que dota de una intensa emoción a las páginas del libro.

El exilio español se extendió por medio mundo, por Europa y América, trabajando en campos, fábricas y comercios, enseñando en las universidades, luchando en la segunda guerra mundial y muriendo en los campos de exterminio nazi. "El español del éxodo y del llanto fue también el del trabajo, la iniciativa y la creación".

Si hay algo obligado a destacar de este libro, es que no trata de buscar la atención del lector por medio de los avatares sufridos por los grandes nombres, como Lorca, Salinas, Azaña, a causa del exilio. Los grandes personajes tienen su pequeño hueco, pero aquí, el protagonismo reside en las figuras de la gente desconocida, en la gente anómima que arrastra en su alma el dolor de la raíz de una España de la que la han expulsado.

El grueso del exilio se produce al finalizar la Guerra Civil, en 1939. Y al sufrimiento de la derrota se suma el duro trato recibido en Francia, donde son internados en improvisados campos de concentración. Los franceses miraban con desconfianza, incluso con un punto de racismo, a los rojos españoles que venían de una salvaje Guerra Civil. Aquella opinión cambió cuando la barbarie del fascismo les alcanzó a ellos y los españoles, curtidos en tres años de guerra, se convirtieron en una ayuda inestimable para montar y reorganizar La Resistencia. No obstante, la vida de los exiliados españoles no dejaría de ser una continua decepción. Lo sería cuando los aliados dieron la espalda a España y dejaron que Mussolini y Hitler dieran su apoyo al fascismo. Pero, por aún fue cuando tras haber colaborado en la II Guerra Mundial y en la Resistencia francesa, entendieron que ya nadie quería hacer nada para volver a instaurar la democracia en España. En ese momento nace la total desesperanza, la resignación de deshacer las maletas para quedarse ya siempre, de por vida, fuera de España.

Frente a la acogida francesa, México fue la verdadera patria de los exiliados. El presidente Lázaro Cárdenas se convirtió en sinónimo de solidaridad con la derrotada República española, admitiendo a todos los exiliados, sin condiciones previas.

El exilio reprodujo las grandezas y miserias de la República en todos sus aspectos. Si los exiliados dieron un ejemplo de abnegación, educación y capacidad de trabajo, también reprodujeron enseguida las divisiones políticas que caracterizaron a la República. Hasta el punto de que constituyeron dos organismos de ayuda a los refugiados, de distinto signo político.

Quizá, uno de los capítulos más interesantes de este libro sea el dedicado a la experiencia de los españoles en los campos de concentración y exterminio nazi, donde se compartieron la terrible suerte de tantos perseguidos y donde jugaron un papel decisivo, como fue el del caso de fotógrafo Francisco Boix, cuyas fotografías fueron utilizadas en el juicio de Nuremberg que condenó a los dirigentes nazis.

Un sinfín de testimonios, documentos e ilustraciones inéditas componen una imprescindible síntesis de la triste historia del exilio republicano español. Un libro que sirve cuando menos, para conservar la memoria.

El exilio español (1936 - 1978)
Julio Martín Casas y Pedro Carvajal Urquijo
Prólogo de Alfonso Guerra
Editorial Planeta

Vicente Rojo, el general que humilló a Franco

Vicente Rojo, el general que humilló a Franco Dentro del grupo de cadetes que se formaron en la Academia de Infantería en las dos primeras décadas del siglo XX, están dos hombres bien distintos. Por un lado, Francisco Franco Bahamonde quien, durante su estancia desde 1907 a 1910, dejó constancia "de sus limitadas dotes intelectuales y de su escasa afición al estudio; nunca lograría destacar entre sus compañeros, que, ciertamente, lo consideraban un muchacho triste, introvertido y mediocre".

Por el otro, está Vicente Rojo Lluch quien, durante su ingreso como cadete desde 1911 hasta 1914, alcanzó el 4 número de su promoción, causó una excelente impresión en sus profesores y compañeros, que "supieron valorar su inteligencia, su capacidad de trabajo, su afición al estudio y también su rectitud moral".

"Vicente Rojo, el general que humilló a Franco", de Carlos Blanco Escolá desbanca al mismísimo Franco e intenta demostrar cómo Vicente Rojo, figura histórica recuperada en las páginas de este libro, superaba constantemente a Franco durante la guerra civil, a pesar de que sus méritos no le serían reconocidos oficialmente durante el período de la monarquía, cuya deplorable política militar "propició el encumbramiento de personajes tan mediocres como Francisco Franco".

La victoria nacionalista, dice el libro, no vendrá dada por las virtudes militares del supuesto "invicto caudillo", sino por la aplastante superioridad de medios. De hecho, a lo largo de la contienda española, Vicente Rojo tuvo ocasión de humillar muchas veces al Caudillo, a pesar de que Franco estaba apoyado por las potencias fascistas. Sin embargo, gracias a la acertada dirección de operaciones y a los dotes como organizador de Rojo, se compensó la abrumadora superioridad del bando nacional, consiguiendo que la guerra civil se prolongara durante casi tres años.

Vicente Rojo, al estallar la guerra civil luchó junto al bando republicano. Por Orden de 14/8/36 pasa al Estado Mayor del Ministerio de la Guerra de Hernández Saravia. Como teniente coronel fue jefe del Estado Mayor de la defensa de Madrid. Especialista en táctica y estrategia se convirtió en el más importante mando militar del bando rojo. Fue Jefe del Estado Mayor General en mayo de 1937 y en septiembre del 37 fue ascendido a general. Planificó las ofensivas de Brunete, Teruel y del Ebro. Al caer Cataluña, convencido de la derrota de su ejército, marchó a Francia. Fue profesor en la Academia Militar de Bolivia entre 1943 y 1956. En 1958 volvió a España.

Vicente Rojo fue uno de los exiliados que se establecieron en Sudamérica al final de la contienda española. En 1958 quiso regresar a España y solicitó al gobierno de Franco el correspondiente permiso que le fue concedido sin problemas. Salvo la mala salud de Rojo, todo parecía pronosticarle un final tranquilo hasta que, varios meses después de su llegada a nuestro país, fue procesado por un delito de rebelión y condenado a cadena perpetua; condena que no cumpliría al aplicársele los beneficios de un indulto. Carlos Blanco Escolá insiste en el libro en la fuerza arrolladora de Vicente Rojo frente a Franco y la injusticia con él cometida al no serles reconocidos sus méritos. Es más, Blanco Escolá continúa preguntándose qué razones llevarían a Franco a tener "un comportamiento tan mezquino" con el profesional más completo y brillante que ha dado el Ejército español en la pasada centuria, según su opinión reflejada en el libro.

¿Conocerá algún día la respuesta? Esperaremos al próximo libro.

Vicente Rojo, el general que humilló a Franco
Carlos Blanco Escolá
Editorial Planeta