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MEMORIA HISTÓRICA

Datos históricos

ATENTADO FRUSTRADO, El día que no mataron a Franco

ATENTADO FRUSTRADO, El día que no mataron a Franco CUATRO CABOS y varios soldados planearon asesinar a Franco en Ceuta el 18 de julio de 1936 para detener el alzamiento. Horas antes de la acción fueron delatados y finalmente ejecutados.
(Foto) Franco, en el centro, flanqueado por el jefe del Estado Mayor (izq.) y el alcalde de Ceuta, José Victori Goñalons, en 1935.

El 17 de abril de 1937, tras 10 meses de duros interrogatorios, concluyó un consejo de guerra sumarísimo contra 37 militares y dos civiles. Se les acusaba de organizar un complot en Ceuta para atentar contra la vida del general Franco y detener el alzamiento del 17 y 18 de julio del año anterior. Su acción pudo haber cambiado el curso de la Guerra Civil y sólo el testimonio a última hora de un soldado permitió abortarla. A pesar de ello, los detalles de aquel episodio han permanecido inéditos hasta ahora.

Todo comenzó al filo de la medianoche del 17 de julio de 1936, cuando las tropas del acuartelamiento legionario de Dar Riffien, al mando del teniente coronel Juan Yagüe, recibieron la orden de tomar Ceuta. Los diferentes cuerpos militares se distribuyeron para controlar la ciudad y al Regimiento de Infantería del Cerrallo Nº 8 de Ceuta se le ordenó salir a la calle para «defender a España».

Pero no todos los integrantes del batallón tenían la misma idea de lo que significaba «defender a España». El acuartelamiento solía ser destino de soldados de reemplazo y de veteranos peninsulares, en su mayoría jóvenes que buscaban en el Ejército un futuro mejor, sin olvidar por ello sus sentimientos republicanos. Como los cabos veteranos José Rico y Pedro Veintemillas, quienes en su ronda por las calles de Ceuta observaron cómo patrullas de falangistas detenían a civiles y asaltaban varias sedes de partidos políticos o cómo en las paredes de la ciudad se habían fijado bandos firmados por el general Franco en los que se comunicaba al pueblo el estado de guerra, la disolución de los partidos y la prohibición de reuniones.

Cuando Rico y Veintemillas volvieron al cuartel, en las primeras horas del 18 de julio, se reunieron en una pequeña habitación de la compañía con los también cabos veteranos Anselmo Carrasco y Pablo Frutos. Durante varias horas estudiaron cómo frustrar el alzamiento, pero no fue hasta un segundo encuentro durante el mismo día cuando el cabo Rico presentó el plan para matar a Franco. Cuando entrara en el patio central del acuartelamiento para revistar las tropas, él mismo le dispararía. Los demás implicados, desde la primera planta del cuartel, apuntarían al resto de militares para inmovilizarlos. Acto seguido, otro grupo saldría hacia la ciudad para informar del atentado y recabar el apoyo del pueblo.

En la tarde del 18 de julio el cabo Rico, jefe del complot, pidió entrar de guardia en la puerta principal del cuartel con el fin de ser el primero en enterarse de la llegada de Franco. Compartía vigilancia con el cabo Rodríguez, quien confesó en el consejo de guerra: «José Rico me preguntó qué me parecía el movimiento.Le contesté que llevaba dos días de servicio y que no me había informado, y él respondió que este movimiento iba contra el Gobierno, y que si nosotros fuéramos hombres deberíamos ponernos a favor de ellos e ir contra nuestros oficiales y jefes. Añadió que ya había implicado a los seis centinelas de la guardia. Y en el momento en que empezaran los disparos, me tenía que poner a las órdenes de Anselmo Carrasco y Pedro Veintemillas».

Los cabos y soldados implicados en la intriga lo tenían todo planificado. Sabían que Franco aterrizaría en Tetuán y en unas horas llegaría al cuartel de Ceuta. Pero la tensión en los jóvenes soldados ante la trascendencia del atentado hizo que uno de ellos decidiera hablar con el coronel jefe del cuartel para informarle de la trama. Éste, alarmado, avisó al cuerpo de guardia y echó por tierra el complot horas antes de que Franco llegara. Las detenciones no tardaron en sucederse y, según se detalló en el consejo de guerra, el total de acusados fue de más de 50 militares y civiles.

La Guardia Civil se hizo cargo de los detenidos, quienes, custodiados por la legión, fueron trasladados a unos viejos barracones para tomarles declaración. Así lo recuerda uno de los supervivientes, el anarquista Sánchez Téllez: «Entré en un pequeño despacho sin ventanas y un brigada me tomó la filiación y comenzó a interrogarme.Aún no había terminado la primera pregunta cuando sobre mi espalda sentí un golpe de vergajo. Para que me recuperara me echaban agua de un botijo, pero yo lo negaba todo».

Hasta las tres de la madrugada del 20 de julio los acusados estuvieron en los barracones declarando. Más tarde los hicieron subir a un camión, los colocaron de rodillas y los trasladaron a la fortaleza-prisión militar del Monte Hacho, también en Ceuta.

El 26 de julio empezaron los autos de procesamiento. El juez teniente coronel Ramón Buesa fue tajante en su exposición: «Según se desprende de lo actuado entre algunos cabos y soldados del Regimiento de Infantería, existía complicidad para la organización de un movimiento sedicioso con el fin de atentar contra la vida del excelentísimo señor jefe de las Fuerzas Militares Francisco Franco Bahamonde».

En la madrugada del 21 de enero de 1937, cuando aún no se había celebrado el consejo de guerra, una patrulla de falangistas llegó a la fortaleza del Hacho. Con total impunidad, sacó de sus celdas a los cabos Veintemillas y Marcos. Horas después sus cuerpos yacían, con un tiro en la cabeza, en el depósito de cadáveres del cementerio, donde fueron enterrados en una fosa común.

JUICIO SIN TESTIGOS
Dos meses más tarde, todos los detenidos fueron trasladados al Cuartel de Sanidad, donde tuvo lugar el consejo de guerra. Lo presidió el teniente coronel Ricardo Seco. El juez permanente teniente coronel Buesa dictaminó el veredicto de culpabilidad.«Fue un juicio aparente, sin testigos ni nada», cuenta Téllez. «Lo que más me quedó de la sentencia fue que el juez se levantó de su asiento y, con voz ronca y odio, nos dijo: "No sois españoles, sois todos unos cobardes traidores a la patria", a lo que el cabo Rico replicó: "Juré defender una España democrática y la defiendo porque soy español; los traidores a la patria sois vosotros"».

El epílogo de esta inédita conjura lo pone la muerte de un grupo de militares fiel a la República y que esperaba que con la muerte de Franco en su acuartelamiento se detendría la sublevación de sus mandos. Podría haber cambiado la Historia de España, pero lo único cierto es que, en la madrugada del 17 de abril de 1937, fueron fusilados el sargento Garea, los cabos Rico, Carrasco y Lombau y el soldado Navas. La ejecución fue obra de un piquete del Grupo de Regulares de Ceuta en el exterior de la fortaleza del Monte Hacho, situada en la Puerta Málaga.
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LAS CLAVES

EL ALZAMIENTO
17 y 18 de julio. El asesinato del político José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, impulsó a Franco a adelantar el golpe que se preparaba para finales del mes. El 17 se rebeló el Ejército de Africa, y ésta fue la señal para la sublevación general de los días 18 y 19.

LA TRAMA
En el cuartel. El día en que se alzó el Ejército, cuatro cabos leales a la República del cuartel del Regimiento de Infantería del Cerrallo nº 8 de Ceuta (a la dcha., lo que queda de él) planearon frustrar el pronunciamiento asesinando a Franco mientras pasara revista a las tropas el día 18.

EL FRACASO
Detenidos. Un soldado reveló al coronel jefe del regimiento los planes de los cuatro cabos horas antes de que Franco llegara al cuartel. Se detuvo a más de 50 personas entre militares y civiles mientras el pronunciamiento se extendía por ciudades de la Península.

LA SENTENCIA
Fusilados. Finalmente fueron procesados 41 hombres: dos de ellos fueron ejecutados por patrullas falangistas antes de que se celebrara el consejo de guerra; cinco fueron condenados a morir fusilados; ocho, a cadena perpetua; 13, a penas de cárcel y 13 fueron absueltos.

LA REPRESION
Víctimas. Los siete fusilados no fueron las únicas víctimas de la represión en Ceuta. Entre 1936 y 1944 hubo 248 represaliados en la ciudad. Algunos estudios apuntan que en toda España, la cifra de represaliados por ambos bandos durante la guerra y la posguerra fue de unos 190.000.

EL OTRO INTENTO
Kim Philby. El corresponsal de The Times en la guerra civil trabajaba desde 1933 para el servicio de inteligencia de la Rusia de Stalin y planeaba en secreto el asesinato de Franco. Ironías de la Historia, el general condecoró a Philby por sus crónicas en favor del bando nacional.

25 de julio, 66 años de la Batalla del Ebro

25 de julio, 66 años de la Batalla del Ebro El 17 de julio de 1936 se produjo el levantamiento de la guarnición militar de Melilla contra el gobierno republicano, declarando el estado de guerra en el Marruecos español. Un día más tarde, los generales Goded en Baleares y Franco en Canarias su suman al golpe de estado, tomando este último el mando del ejército en Marruecos. Simultáneamente, militares afines ideológicamente al levantamiento fascista imponen el control sobre ciudades como Sevilla, Pamplona, Cádiz, Oviedo o Zaragoza. El 6 de agosto, las tropas de Marruecos comandadas por Franco cruzan el estrecho de Gibraltar ayudadas por aviones alemanes, estableciéndose en Algeciras. El avance de los sublevados continúa imparable tomando Extremadura, Toledo, San Sebastián y llegando hasta las puertas de Madrid, fuertemente defendida por las tropas gubernamentales. Ante la presión, el gobierno republicano se ve obligado a trasladarse a Valencia. Málaga, tomada por soldados italianos, Bilbao, Santander y Gijón caen a lo largo de 1937, completando el dominio sublevado sobre la mitad occidental del país. Tras esto, Franco proyecta la ruptura de las comunicaciones entre Cataluña, por un lado, y Valencia y Madrid, por otro, mediante una ofensiva sobre las líneas republicanas en el Ebro y el avance hacia el Mediterráneo. Así, el 23 de junio de 1938 los sublevados llegan a Castellón, partiendo en dos el territorio republicano. Aislada Cataluña de Valencia y Madrid, las tropas republicanas inician la ofensiva del Ebro, con el objetivo de distraer la atención de los ejércitos de Franco que se dirigen hacia Valencia. Las fuerzas republicanas se componen de las divisiones 44, 3, 42 y 35, en el área norte, de la 11 y la 46, en la zona central, y la 45, 135 y 151 por el sur. Enfrente, las divisiones franquistas 13, 50 y 105 respectivamente protegen la otra orilla del Ebro de sur a norte. Con el general Juan Modesto al frente, 80.000 hombres escasamente provistos, protegidos por 100 cazas suministrados por la Unión Soviética, comenzaron una ofensiva sobre un frente de 65 kilómetros entre Mequinenza y Amposta. La batalla comenzó a las 0,15 horas del día 25 de julio, franqueando el río Ebro en todo tipo de embarcaciones y por tres flancos diferentes. Por la zona norte, en el sector entre Mequinenza y Fayón, la 42 división republicana cruzó el río con 9.500 hombres, estableciendo un frente avanzado inicialmente exitoso. La contraofensiva de los sublevados durante los días 1, 2 y 3 de agosto dio lugar a una lucha encarnizada con constantes avances y retiradas. El 6 de agosto, 3.500 soldados republicanos se vieron obligados a volver a cruzar el río en retirada. En el frente sur, el avance republicano se vio rápidamente frenado por las defensas franquistas, siendo obligado a replegarse no sin contar con un gran número de bajas. En el sector central, entre Ribarroja y Benifallet, el avance republicano supuso un éxito inicial. Las tropas avanzaron rápidamente, logrando en dos días un importante avance de 50 km. en las líneas enemigas. Tomaron Ascó, Flix, Mora de Ebro, Pinell, Bot, La Fatarella y Corbera y consiguieron llegar a las cercanía de la Pobla de Masaluca, Villalva de los Arcos y Gandesa, pueblo de gran valor estratégico. Sin embargo, en Gandesa se producirá el inicio del contraataque franquista, a base de constantes bombardeos aéreos a cargo de la aviación alemana y un permanente castigo artillero. Más de mil toneladas de explosivos cayeron sobre las líneas republicanas, que hubieron de replegarse con el río a sus espaldas. La apertura de los embalses subió el nivel de las aguas, lo que hacía aun más penosa la retirada. Hasta primeros de agosto, los enfrentamientos se caracterizaron por su ferocidad. En Pinell de Brai, en la cota 705, el 10 de agosto se libraron violentos combates entre las tropas republicanas, bajo el mando de Líster, y las franquistas, que acabaron cinco días después por agotamiento de ambos contendientes. El momento del relevo de la 11 división republicana por la 35 división internacional fue aprovechado por el 5º de regulares de Ceuta para finalmente ocupar la cota de manera definitiva en la tarde del 14 de agosto. El 19 de agosto, una nueva ofensiva franquista tuvo lugar entre Villalba de los Arcos y Corbera. La cota 481, un promontorio estratégicamente situado, se convirtió en el escenario de cruentos combates. Defendida por tropas republicanas de la 3ª división, el ataque lo inició el Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, que debía ser apoyado en un movimiento envolvente por los Batallones B de Ceuta y Bailén. Sin embargo, el apoyo esperado no se produjo y el Tercio emprendió el ataque en solitario, siendo repelido por las defensas republicanas. Al día siguiente, las tropas franquistas consiguieron vencer la oposición y conquistar la cota 481. Entre septiembre y octubre de 1938, aun se combatió entre Gandesa, Villalba de los Arcos y Corbera del Ebro. La artillería y la aviación franquistas soltaron miles de toneladas de bombas sobre la línea de frente republicano, permitiendo un muy lento avance de las tropas. Finalmente, el 15 de noviembre, los escasos efectivos del XV Ejército republicano hubieron de volver a cruzar el Ebro, esta vez en retirada, a la altura de Flix. Atrás quedaba una batalla de 116 días con un balance de 100.000 muertos entre ambos bandos. La batalla del Ebro fue la última ofensiva republicana. Tras su pérdida, la guerra se convirtió en un constante repliegue de los diezmados ejércitos gubernamentales, permitiendo el avance de los sublevados hacia Barcelona y Madrid. El 10 de febrero Cataluña quedará definitivamente ocupada, mientras que Madrid caerá el 28 de marzo de 1939. Franco ha ganado la Guerra Civil y con él los totalitarismos continúan su avance en Europa.

EJERCITO DEL EBRO = AGRUPACION AUTONOMA DEL EBRO
Teniente Coronel Juan Modesto
Comisario General Luis Delage

V Cuerpo de Ejército
11 División
45 División
46 División
XV Cuerpo de Ejército
3ª División
35 División
42 División

XII Cuepo de Ejército

16 División
44 División

27 División (Mayor Usatorre)
Comisario Avis Cundi

43 División (Teniente Coronel Beltrán)
Comisario Máximo de Gracia
---72 Brigada
---102 Brigada

60 División (Mayor Ferrandi) (reserva de la 13 División)

Otras

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V CUERPO DE EJERCITO (Teniente Coronel Enrique Líster)
Comisario Santiago Alvarez
Sub-Comisario Enrique Castro Delgado

11 División (Mayor Joaquín Rodríguez)
Comisario Angel Barcia Galeote

1ª Brigada Mixta (Mayor José Montalvo)
Comisario Fortunato Montalve Almodóvar

9ª Brigada Mixta (Mayor Matías Yagüe)
---Mayor Gregorio Ramírez
Comisatio Andrés Cuevas Lluvas

100 Brigada Mixta (Mayor Santiago Aguado)
Comisario José Terrón

45 División (Teniente Coronel Hans Kahle)
Comisario François Vittorio

XII Brigada "Garibaldi"

XIV Brigada "La Marsellesa"(Mayor Marcel Sagnier)
Comisario Rol Tanguy
---53 Batallón "Comuna de Paris" (Mayor Cazalá)
Comisario Francisco Parra
---54 Batallón
---55 Batallón
---56 Batallóm

139 Brigada (Mayor Bernard)

Btallón Divisionario

46 División (El Campesino)
--- (Domiciano Leal)

10ª Brigada

101 Brigada

60 Brigada
---240 Batallón
---241
---242
---243

XV CUERPO DE EJERCITO (Teniente Coronel Manuel Tagüeña)

3ª División (Mayor de milicias Esteban Cabezos Morente)
---(Mayor de milicias Domingo García)

31 Brigada Mixta
---121
---122
---123
---124

33 Brigada (Mayor Fidel Ruiz)
---131 Batallón
---132 Batallón
---133 Batallón
---134 Batallón

93 Brigada

35 División (Mayor de milicias Pedro Mateo Merino)
---Jefe de Estado Mayor Julián Enríquez Caubin

11 Brigada
13 Brigada
15 Brigada

42 División (Mayor de milicias Manuel Alvarez)
Comisario José Herrador

226 Brigada Mixta

227 Brigada Mixta
---905 Batallón

Agrupación Artillera (Capitán Manuel Pavía Bueno)

XII CUERPO DE EJERCITO (Teniente Coronel Etelvino Vega)

16 División (Mayor Mora)

23 Brigada Mixta
24 Brigada Mixta
149 Brigada Mixta

44 División ()

¡¡ Ay Carmena !! 114 de combate y más de 100 mil muertos

¡¡ Ay Carmena !! 114 de combate y más de 100 mil muertos El heroísmo del pueblo español quedó demostrado en su lucha contra el fascismo, durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Fernando Del Corro recuerda la Batalla del Ebro. Gloria a los caídos que resistieron al nazifascismo, al clericalismo sátrapa y a los militares golpistas del franquismo.

'El Ejército del Ebro,
rumba, la rumba, la rumba, ba,
el Ejército del Ebro,
rumba, la rumba, la rumba, ba,
una noche el río pasó, ¡Ay Carmela!, ¡Ay Carmela!,
una noche el río pasó, ¡Ay Carmela!, ¡Ay Carmela!,
y a las tropas invasoras,
rumba, la rumba, la rumba, ba,
y a las tropas invasoras,
rumba, la rumba, la rumba, ba,
buena paliza les dio, ¡Ay Carmela!, ¡Ay Carmela!,
buena paliza les dio, Ay Carmela!, ¡Ay Carmela!'.

Lamentablemente, la vieja canción de los guerrilleros españoles, nacida en 1808, en la lucha contra Napoleón I, y reflotada 130 años después por los soldados republicanos en la Guerra Civil (1936-1939), con una letra adecuada a los nuevos tiempos, pecó, como tantos otros sueños humanos, de un exagerado optimismo. La Batalla del Ebro, con sus 114 días ininterrumpidos, y no de trincheras, precisamente, tal vez la más larga de la historia humana, registró un saldo, entre ambos bandos, de 100.000 muertos, dejando exhaustas las fuerzas del ejército popular que tuvo en ella su última ofensiva.

Ese épico episodio del que solamente en Internet hay más de 3.000 relatos fue el postrer intento de la Republica por frenar los avances de la coalición de derecha, liderada por Francisco Franco, conformada a partir de la sublevación iniciada dos años antes, el 17 de julio de 1936, en Melilla por el jefe de la guarnición local, a la que se sumaron, al día siguiente, el futuro 'Generalísimo', desde las islas Canarias y otros altos oficiales, como Jorge Sanjurjo, que estaba exiliado en Portugal, quien se mató en el viaje en avión desde Lisboa cuando iba a asumir como jefe máximo de los golpistas.

La Batalla del Ebro tuvo su prólogo cuando el 23 de junio, un mes antes, las tropas franquistas lograron entrar en Castellón de la Plana, en la región valenciana. Con ello obtuvieron un éxito decisivo: cortar el territorio republicano en dos; por un lado Cataluña y por el otro los territorios gobernados desde Madrid. De ahí en más el ejército del frente de las derechas parecía tener expedito el camino para la toma de Valencia, la tercera gran ciudad que aún estaba en manos de las autoridades legales del Frente Popular. Entonces se planeó una contraofensiva destinada a cambiar el curso de los acontecimientos. Así 'el Ejército del Ebro una noche el río pasó', dice la canción.

Fue a las 00.15 del 25 de julio de 1938. Un total de 80.000 hombres, con no mucha logística, a las órdenes del general Juan Modesto, apoyados por 100 aviones caza de origen soviético, a bordo de todo tipo de embarcaciones, cruzaron el Ebro, en tres zonas diferentes, en un frente de 65 kilómetros dando inició a una de las batallas más recordadas, por muchas razones, de la historia humana. Al norte lo hicieron los 9.500 hombres de la '42 División' que lograron avanzar hasta el primero de agosto cuando reaccionaron los facciosos. Una reacción que les permitió obligar a 3.500 republicanos a que cruzaran el Ebro en dirección inversa el 6 de agosto.

En el sur los franquistas se resistieron con éxito desde un comienzo y los republicanos debieron replegarse. El gran éxito durante la fase inicial de la ofensiva de las tropas gubernamentales republicanas se produjo en la zona central del frente. En sólo dos días lograron una penetración de 50 kilómetros en el territorio enemigo, se adueñaron de siete poblaciones y estuvieron a punto de hacerlo con otras tres. En una de éstas, Gandesa, los franquistas lanzaron su contraataque centrado en los bombardeos de la aviación alemana enviada por Adolfo Hitler. De ahí en más hubo una agónica retirada, de mayor dramatismo aún ya que al romperse las esclusas del río se produjo un anegamiento en varios sectores del frente.

En distintos lugares hubo feroces combates, cada uno de varios días de duración. El 10 de agosto se inició uno de ellos en Pinell de Brai donde los republicanos, a las órdenes del general Enrique Lister (quien luego estuvo en importantes batallas de la Segunda Guerra Mundial como Stalingrado), pelearon durante cinco días sin parar con los franquistas, hasta que ambos pararon por cansancio pero con los sublevados ocupando la mejor posición.

El 19 de agosto una nueva contraofensiva franquista fue detenida pero, con más restos, los sublevados volvieron a la carga el 20 y esta vez lograron su objetivo. De ahí en más, y a lo largo de septiembre y octubre la lucha se concentró en los alrededores de Gandesa, Villalba de los Arcos y Corbera d'Ebre. Los republicanos resistían a pié firme pero la artillería franquista y la aviación nazi alemana lanzaban sobre ellos miles de toneladas de bombas.

Fue el 15 de noviembre, casi cuatro meses después del exitoso cruce, el que dio lugar a la optimista '¡Ay, Carmela!', cuando los últimos restos del XV Ejército Republicano debieron cruzar definitivamente el Ebro, pero en el sentido contrario al del 25 de julio. Los 80.000 soldados republicanos apoyados por 100 aviones no habían podido con una fuerza que los más que decuplicaba en todos los terrenos. La aviación fascista utilizó en la Batalla de Ebro nada menos que 1.300 aparatos.

De ahí en más se trató de una retirada continua hacia Barcelona y Madrid, hasta la derrota final. Pero el heroísmo del Ejército del Ebro quedó grabado para siempre en los anales. Nadie esperaba a esa altura que la República pudiera intentar semejante esfuerzo teniendo frente a sí al ejército sublevado, a las tropas italianas enviadas por Benito Mussolini y a la poderosa aviación hitlerista luego de dos años de una guerra terrible. La Batalla del Ebro como fue el canto del cisne a una ilusión de millones de hombres de todo el planeta.

Hoy, 65 años después, muchos de sus heroicos sobrevivientes, en algunos casos nonagenarios, se juntaron en Corbera d'Ebre, pueblo en ruinas desde entonces, en el sur catalán para conmemorar aquella gesta.

Allí llegaron viejos luchadores italianos de la 'Brigada Garibaldi', estadounidenses de la 'Brigada Abraham Lincoln', británicos de la 'Connoly Column', franceses de la 'Marsellesa', de todas las naciones de la 'XV Brigada Internacional' y muchos más que ahora, como entonces, se sumaron a los españoles. Allí esperó Lise London, la brigadista de 86 años a hombres y mujeres como Pierre René Landrieux, George Sossenko, Theo Francos y Lola González. También les hubiera gustado estar a mis viejos amigos búlgaros Jorge Pasha y Kosta Grecos; tal vez alguno de ellos escribió en la pared de la derruida iglesia el nombre de su país, como hoy puede leerse, según una reciente crónica de Higinio Polo. Y seguramente a brigadistas argentinos como el gran poeta Raúl González Tuñón, y el gran luchador que fue don Ramón Prieto, coronel del ejército republicano herido en el Ebro, integrante de la Columna Prestes en Brasil y mediador-factotum del Pacto Perón-Frondizi para las elecciones de 1958.

Fernando Del Corro

Las últimas horas de vida de Victor Jara

Las últimas horas de vida de Victor Jara Ha sido bastante difícil recopilar la información necesaria como para saber que fue lo que le paso a Víctor Jara esa cruenta semana de Septiembre, en 1973, pero finalmente, con un arduo trabajo, Joan Jara ha logrado recoger testimonios de refugiados chilenos en el exilio que compartieron momentos con Víctor y estuvieron con él . Gracias ha esto la viuda del emblemático cantautor nacional ha logrado reconstruir mas o menos lo que tuvo que soportar Víctor en ese período. He aquí una síntesis de lo que Joan dijo en una de sus entevistas:

Cuando la mañana del 11 de Septiembre llegó a la Plaza Italia, Víctor se enteró de que el centro de Santiago estaba acordonado por los militares, por lo que giró al sur por Vicuña Mackenna, dando un amplio rodeo para llegar al campus de La Universidad Técnica, situado al otro lado de la ciudad. Vio movimiento de tanques y tropas y oyó disparos y explosiones pero logró pasar. Debió llegar a la misma hora en que estaban bombardeando el palacio de La Moneda. Desde los edificios universitarios era posible ver los reactores Hawker Hunter y oír los proyectiles que estallaban al caer sobre la Moneda, donde Allende resistía. Después, Victor preocupado por su familia, esperó su turno en una larga cola para llamar a Joan por teléfono. Aquella mañana había cerca de 600 alumnos y profesores de la Universidad Técnica.

El presidente Allende tendría que haber pronunciado allí un importante discurso para anunciar su decisión de celebrar un plebiscito nacional a fin de resolver por medios democráticos el conflicto que amenazaba al país. Debido a que desde las primeras horas de la tarde entraría en vigor el toque de queda, el rector de la Universidad, el doctor Enrique Kerberg negoció con los militares la autorización para que los encerrados en el edificio permanecieran allí toda la noche, por su propia seguridad, hasta que a la mañana siguiente se levantara el toque de queda. Eso fue lo acordado y se dieron ordenes de permanecer en el recinto. Fue entonces cuando Víctor telefoneó a su esposa por segunda vez.

Durante las largas horas de la noche, mientras escuchaban las explosiones y el pesado fuego de ametralladoras que retumbaban por todo el barrio, Víctor intentó levantar la moral de los que lo rodeaban. Cantó y los hizo cantar con él. No tenían armas con que defenderse. Después Víctor intentó dormir un rato en la sala de profesores del viejo edificio de la Escuela de Artes y Oficios. El tableteo de las ametralladoras se prolongó durante toda la noche, algunas personas que intentaron salir de la universidad al amparo de la oscuridad fueron abatidas al acto, pero el ataque en serio sólo comenzó a primeras horas de la mañana siguiente, cuando los tanques dispararon sus cañones pesados contra los edificios, dañando la estructura de algunos, haciendo trizas las ventanas y destruyendo laboratorios, equipos, libros. No hubo disparos de respuesta, pues en el recinto no había armas. Una vez que los soldados entraron en el recinto universitario, procedieron a reunir a todos, incluso al rector, en un amplio patio que normalmente se usaba para practicar deportes. Obligaron a todos a echarse al suelo, con las manos en la nuca, golpeándolos con las culatas de los fusiles y dándoles de patadas.

Víctor estaba con los demás y tal vez fue al salir del edificio cuando se quitó de encima el carnet de identidad, con la esperanza de que no lo reconocieran. Luego de permanecer más de una hora en esa posición, los hicieron formar una fila india y correr, con las manos siempre en la nuca, hasta el Estadio Chile (ahora el actual estadio VICTOR JARA) situado a 6 manzanas de distancia. Por el camino los sometieron a insultos, patadas y golpes. Cuando estaban formados a la puerta del estadio, Víctor fue reconocido por uno de los suboficiales. "Tu eres ese maldito cantante ¿no?", dijo, al tiempo que golpeaba a Víctor en la cabeza, derribándole, y a continuación pateándole el vientre y las costillas. Víctor fue separado del resto mientras entraban en el edificio y destinado a una tribuna especial, reservada para detenidos "importantes" o "peligrosos". Los amigos que le vieron desde lejos recuerdan su amplia sonrisa a pesar de que tenía la cara ensangrentada y una herida en la cabeza. Más tarde lo vieron ovillarse en los asientos, con las manos apretadas bajo las axilas, para protegerse del frío. Otro testigo que aguardaba en el pasillo vio la siguiente escena: Cuando Víctor empujó las puertas para salir al pasillo, casi chocó con un oficial del ejército que parecía ser el segundo jefe del estadio. Era un hombre alto, rubio, evidentemente disfrutaba con el papel que le habían asignado. Algunos detenidos ya le habían apodado "El Príncipe". En el momento en que Víctor casi tropezó con él, el oficial dio muestras de reconocerle, sonrió irónicamente, imitó el acto de tocar la guitarra, rió y a continuación le pasó rápidamente el dedo por el cuello. Víctor permaneció sereno e hizo algún gesto de respuesta, pero el oficial gritó: "¿Qué hace aquí este hijo de puta?". Llamó a los guardias que le acompañaban y añadió: "No permitan que se mueva de aquí. Éste me lo reservo. Después Víctor fue trasladado al sótano, dónde se le ve fugazmente en un pasillo, el mismo en el que con tanta frecuencia había preparado para cantar, ahora cubierto de sangre y tumbado en un suelo cubierto de orina y excrementos.

Por La noche lo devolvieron a la parte principal del estadio y lo dejaron con los demás presos. Apenas podía caminar, tenía la cara y la cabeza ensangrentadas y amoratadas, al parecer le habían roto una costilla y le dolía el vientre, donde le habían pateado. Los amigos le limpiaron la cara y procuraron que estuviera cómodo. Uno de ellos tenía un frasco peque-ño de mermelada y algunas galletas. Los compartieron entre tres o cuatro, cogiendo la mermelada con los dedos y chupándoselos hasta que no quedó vestigio alguno. Al día siguiente, viernes 14 de septiembre, los presos fueron divididos en grupos de alrededor de doscientos, preparándolos para trasladar-los a el Estadio Nacional. Fue en ese momento cuando Víctor, ligeramente recuperado, preguntó a sus amigos si alguien tenía lápiz y papel, y comenzó a escribir su ultimo poema... Algunos de los hechos más horrorosos del golpe militar ocurrieron en el Estadio Chile durante aquellos primeros días, antes de que fuera visitado por la Cruz Roja, Amnistía Internacional y representantes de embajadas extranjeras.. A pesar de los recursos legales y de peticiones de información realizadas por abogados no se ha logrado averiguar el nombre de los oficiales que estuvieron al mando del Estadio Chile Durante días mantuvieron en esas condiciones a miles de prisioneros, prácticamente sin alimentos ni agua, les apuntaban constantemente con focos cegadores, hasta el punto de que perdieron toda noción del tiempo, E incluso del día y de la noche.

Montaron ametralladoras alrededor de todo el estadio y las disparaban intermitentemente contra el techo o so-bre la cabeza de los prisioneros, lanzaban ordenes y amenazas por los altavoces; el jefe era un hombre corpulento y solo divisaron su silueta cuando advirtió que habían apodado sierras de Hitler a las ametralla-doras porque podían partir a un hombre por la mitad , y lo harían si era necesario. Llamaban a los prisioneros de uno en uno y les hacían desplazarse de una parte a otra del estadio; era imposible descansar. La gente era golpeada con látigos despiadadamente y a culatazos. Un hombre que ya no pudo soportarlo más, se lanzó al vacío desde lo alto y encontró la muerte entre los prisioneros que estaban abajo. Otros sufrieron ataques de locura y fueron abatidos a balazos a la vista de todos. Víctor garabateaba a toda prisa e intentaba registrar parte del horror al que se estaba dando rienda suelta en Chile, a fin de que el mundo lo supiera...Sólo podía prestar testimonio de su pequeño rincón de la ciudad, , donde estaban presas cinco mil personas, e imaginar lo que debía de estar ocurriendo en el resto de su país. Seguramente comprendió el monstruoso nivel de la Operación militar, la precisión con que había sido preparada Pero hasta en ese momento Víctor abrigaba esperanzas respecto al futuro, confiaba en que a largo plazo el pueblo sería más fuerte que las bombas y las metralletas.... y al llegar a los últimos versos de su poema-"¡Canto qué mal me sales/cuando tengo que cantar espanto"- para los cuales ya tenía la Música en su interior, lo interrumpieron. Un grupo de guardias fue a buscarlo y le separó de los que estaban a punto de ser trasladados al Estadio Nacional . Le pasó de prisa el papelito a un compañero sentado a su lado y éste, a su vez, lo escondió en el calcetín mientras se lo llevaban. Cada uno de los amigos intentó aprenderse de memoria el poema a medida que era escrito, para sacarlo consigo del estadio. No volvieron a ver a Víctor. A pesar de que muchos fueron trasladados a otros campos de prisioneros, el Estadio Chile seguía lleno a tope pues constantemente llegaban nuevos contingentes de detenidos , tanto hombres como mujeres. Luego fue, una vez más insultado y golpeado, en público; al borde de la histeria y perdido el dominio de sí el oficial apodado "El Príncipe" le gritó "!Canta ahora si puedes, hijo de puta!".

Después de cuatro días de sufrimiento Víctor sonó en el estadio para cantar un verso de "Venceremos", el himno de la unidad Popular. A continuación fue golpeado y evacuado a rastras para someterle a la última etapa de su agonía. El estadio de boxeo se encuentra a pocos metros de la principal línea ferroviaria del Sur ,que al salir de Santiago, atraviesa el barrio obrero de San Miguel,. siguiendo la tapia que limita con el cementerio metropolitano. Fue allí donde a primeras horas de la mañana del domingo 16 de septiembre los habitantes de la población encontraron seis cadáveres que yacían en ordenada fila. Todos presentaban espantosas heridas y habían sido baleados con metralletas. Observaron los rostros intentando reconocer los cadáveres y súbitamente una de las mujeres exclamó: "!Este es Víctor Jara!!" Era un rostro conocido y querido por ellos. Una de la mujeres incluso había tratado personalmente a Víctor, pues cuando visitó la población para cantar, ella le invitó a Su casa, a comer un plato de porotos. Mientras se preguntaban qué podían hacer apareció una furgoneta. Temerosa, la gente de la población se ocultó tras un muro, pero vio cómo un grupo de hombres vestidos de civil arrastraban los cadáve-res tirando de los pies y los arrojaban al interior de la furgoneta. Desde allí el cuerpo de Víctor debió de ser trasladado al depósito municipal con el título de cadáver anónimo, listo para desaparecer en una fosa común, Pero afortunadamente también fue reconocido por una de las personas que trabajaban allí...

Somos cinco mil en esta pequeña parte de la ciudad. Somos cinco mil ¿ Cuántos seremos en total en las ciudades y en todo el país? Solo aquí, 10 mil manos que siembran y hacen andar las fábricas. ¡Cuánta humanidad con hambre, frío, pánico, dolor, presión moral; terror y locura! Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano., Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores uno saltando a vacío otro golpeándose la cabeza contra el muro, pero todos con la mirada fija de la muerte. ¿Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a calo sus planes con precisión artera sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroísmo. -¿Es este el mundo que creaste, dios mío?

¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo? En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa, que lentamente querrá más la muerte. Pero de' pronto me golpea la conciencia y veo esta marca sin latido, pero con el pulso de las máquinas y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura. ¿Y México, Cuba y el mundo? ¡Que griten esta ignominia! Somos diez mil manos menos que no producen. ¿ Cuántos somos en toda la Patria? La sangre del compañero Presidente golpea más fuerte que bombas y metrallas Así golpeará nuestro puño nuevamente. ¡Canto qué mal me sales cuando tengo que cantar espanto!

Espanto como el que vivo cómo el que muero, espanto. De verme entre tantos y tantos momentos del infinito en qué el silencio y el grito son las metas de éste canto. Lo que veo nunca vi, lo que he sentido y lo que siento hará brotar el momento....

Estadio Chile, Septiembre de 1973

La Guerra Civil en Aragón (1936-1939)

Los numerosos estudios sobre la Guerra Civil en Aragón han fijado su atención más en los acontecimientos bélicos que en la huella que la contienda dejó en la sociedad aragonesa. Hoy contamos ya con algunas investigaciones en esta línea, investigaciones que, por otra parte, han roto la tradicional interpretación de la guerra como el producto de la fracasada gestión republicana, y han hecho suya la tesis de que la explosión de violencia fue la culminación de la crisis del Estado español, incapaz de canalizar los intereses del sector obrero y campesino frente a la prepotencia de la oligarqufa terrateniente y su aliada la burguesía industrial. Este núcleo social dominante boicoteó, mientras le fue posible, la actividad reformista de la República en el Parlamento, y, cuando las circunstancias se lo impidieron (triunfo del Frente Popular en febrero del 36), recurrieron al Ejército y contaron con el beneplácito de la Iglesia a todas sus acciones posteriores.

La sublevación

Con el encuentro de Mola y Cabanellas el 7 de junio de 1936 en las Bardenas quedaba garantizada la fidelidad de la V División al alzamiento. Tras las primeras noticias sobre el golpe, el general Núñez de Prado, recién llegado de Madrid, fracasó en su intento de mantener a Cabanellas al lado del Gobierno. La situación, muy poco clara en los primeros momentos se definió cuando a las 5 de la madrugada del 19 de julio se declaraba el estado de guerra en Zaragoza.

En Huesca y Teruel la sublevación se decidió cuando, sin encontrar apenas resistencia, se sumaron al movimiento la Guardia Civil y los Guardias de Asalto. Algo distintos fueron los hechos en Jaca, que se hizo fuerte hasta que murió su alcalde, Muro, y en Barbastro, que permaneció fiel al Gobierno.

Esta situación inicial de adhesión al alzamiento quedó modificada por la llegada de columnas de milicianos, procedentes de Cataluña y el País Valenciano, que recuperaron para la República la mitad oriental de Aragón.

Así pues, los cambios que Aragón sufrió en su organización social sólo pueden entenderse si se tiene en cuenta que la región permaneció dividida por un frente que se mantuvo prácticamente estabilizado durante casi dos años.

El Aragón republicano

El vacío de poder que se produjo al derrotar a los sublevados permitió que sindicalistas catalanes y dirigentes anarquistas zaragozanos establecieran el colectivismo: al margen del Estado republicano surgieron comités revolucionarios protegidos por las milicias de la CNT.

La implantación de un nuevo orden social y político, que hay que entender en conexión con la coyuntura excepcional de la guerra y no como resultado de una imposición violenta en todos los casos, fue acompañada de la eliminación física de grandes propietarios e industriales, falangistas, miembros de Acción Popular Agraria y de la Iglesia.

Sin embargo, el proceso de consolidación de las colectividades se vio truncado por factores como el fracaso de los intentos por controlarlas desde el gobierno, la pugna entre diferentes formas de concebir la política agraria y las repercusiones de los sucesos de mayo del 37, que motivaron que el gobierno Negrín las disolviera por la fuerza con el apoyo de los comunistas. Esto y la disolución del Consejo de Aragón, (órgano del gobierno regional presidido por Ascaso) mediante un decreto de agosto del 37 formó parte del proceso de centralización del poder republicano ante las necesidades que imponía la situación bélica.

El avance del frente

La militarización de las columnas, finalizada en abril de 1937, hizo que la guerra se conviertiera en un enfrentamiento entre dos ejércitos organizados; tal fenómeno coincidió con el inicio de la movilidad en el frente de Aragón.

Este frente, que mantuvo a la región dividida desde agosto del 36, entró en acción con la fracasada ofensiva republicana sobre Huesca en junio de 1937 y con el ataque a Fuendetodos y Belchite, cuya rendición obtuvo en septiembre. En diciembre, el deseo de hacer fracasar los planes de Franco sobre Madrid llevó a los gubernamentales a proyectar con éxito la conquista de Teruel; la batalla marcó un hito en su historial bélico al ser la única capital que consiguieron sustraer del bando insurgente.

No obstante, la reconquista de esta ciudad por el ejército franquista (22-2-38) fue el punto de partida del desplome del frente de Aragón; en marzo se avanza por Belchite y Quinto; luego caen Alcañiz, Montalbán y Caspe; en el norte se rompe la línea Tardienta-Alcubierre y Fraga es ocupada. Menos en Bielsa, donde el comandante Beltrán (el Esquinazao) resistió hasta el 6 de junio, y en el extremo meridional de Teruel, la guerra está finalizada a la altura de abril de 1938.

A partir de esta fecha Varela inicia el ataque por Aliaga-Ejulve, de modo que en mayo ha conseguido ocupar toda la provincia menos el rincón de Puebla de Valverde y Mora de Rubielos, escenario de los últimos enfrentamientos hasta septiembre. El avance del ejército de Franco ponía fin así a los experimentos revolucionarios, sirviéndose para ello de la violencia y del envío de muchos aragoneses al exilio.

BIBLIOGRAFÍA

CASANOVA, J. (1985): Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938. Madrid.

FRASER, R. (1979): Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Barcelona (2 tomos).

MARTÍNEZ BANDE, J. (1973): La gran ofensiva sobre Zaragoza. Madrid.

--- La batalla de Teruel, Madrid.

M. SIMONI, E. y R. (1983): Cretas. La colectivización de un pueblo aragonés durante la guerra civil española, 1936-37 Alcañiz.

THOMAS, H. (1976): La guerra civil española. Barcelona (2 tomos).

TUÑÓN DE LARA, M. (1986): La batalla de Teruel. Teruel.

--- (1981): Voz «Guerra civil», Gran Enciclopedia Aragonesa, vol. VI, pp. 1615-1624. Zaragoza

Breve historia de la Fosa Común de Oviedo

Breve historia de la Fosa Común de Oviedo La evolución de los movimientos políticos en Asturias parece estar condenada al mes de Octubre: si en Octubre de 1934 la Revolución hizo tambalearse los cimientos más sólidos del poder, en Octubre de 1937 comenzó el más vergonzoso episodio de la guerra civil y la represión franquista en Oviedo, que a su vez terminaría en otro Octubre, el de 1952: la inhumación sistemática en una gran fosa común de unos 1.316 cadáveres identificados de combatientes republicanos o simplemente hombres y mujeres de izquierdas, ejecutados tras consejos de guerra que no eran sino meras representaciones teatrales. Identificados unos, porque más de un centenar de personas acabaron en la fosa sin tan siquiera conocerse su identidad. En ese apartado de sus archivos se puede aún leer "procedente de la cárcel" o "paisanos rojos". Era bastante.

La fosa común de Oviedo está emplazada el cementerio civil, que durante décadas estuvo separado del católico por fuertes muros de piedra. Solo en 1970 se derribó la mayor parte de esa separación vergonzosa, quedando ambos cementerios comunicados. La fosa, de 21 metros de largo por 12 de ancho, mantiene en secreto su profundidad, pero no así el número de los allí enterrados, una cifra que hace pensar en una excavación realmente profunda. En esa profundidad yace el espíritu de aquélla Asturias que sufrió en sus carnes la más despiadada persecución por su abanderamiento de ideales revolucionarios. De los allí enterrados, muchos fueron transportados con vida al exterior del cementerio, y asesinados allí mismo, en un emplazamiento mirando a la sierra del Aramo; un lugar por lo general ignorado, pero nunca olvidado por quienes vivieron marcados por la tragedia, ni por sus descendientes. Las flores que los familiares dejaban en ese lugar de ejecución eran con frecuencia pateadas y pisoteadas por oficiales a caballo. Los que tenían la desgracia de no morir en el mismo fusilamiento eran enterrados moribundos, sin tiro de gracia, cubiertos de cal viva y a menudo quedando al aire miembros que eran comidos por los perros y los cuervos. Los gritos de dolor de los desgraciados que aún no habían muerto podían ser escuchados por quienes vivían en las cercanías.

Otros habían sido secuestrados, paseados y ejecutados en otros lugares, transportados sus cadáveres en camiones, dejando restos de su sangre por las calles de Oviedo, y llevados a la fosa para cerrar episodios oscuros y a menudo anónimos. Y lo que está claro es que no todas las víctimas de la represión fascista en Oviedo están en la fosa: muchos fueron los que desaparecieron y murieron de forma extraoficial, siendo "paseados" y asesinados tanto por civiles como por militares, sin dejar constancia escrita y con flagrante impunidad y complicidad de las autoridades, ya terminada la guerra.

No todos los combatientes republicanos "oficialmente" asesinados fueron a parar a la fosa, ya que a los que confesaban y comulgaban antes de su ejecución se les adjudicaba un nicho en el cementerio católico. El total oficial de republicanos o izquierdistas asesinados en Oviedo o cercanías desde 1937 hasta 1952, sumando los más de 200 "arrepentidos" asciende a más de 1.600 personas. Existen además hasta doce sepulturas individuales junto a la fosa común, de víctimas ejecutadas entre 1948 y 1952. A su vez varios cuerpos fueron extraídos de la fosa a petición de sus familiares para su pertinente traslado, y por otra parte, hay en la fosa cuerpos inhumados que no tuvieron nada que ver con la República y la defensa de sus ideales, y que sin embargo terminaron en el mismo lugar: militares del bando nacional fusilados por rebelión o agresiones a superiores, o simplemente civiles acusados de atraco a mano armada o asesinato. Todos estos datos nos indican que ni son todos los que están, ni están todos los que son.

Desde el momento en que la fosa comenzó a acoger cuerpos, comenzó también el juego trágico de los familiares que querían visitar con dolor la tumba de sus seres queridos, al tener que esquivar la presencia de la Guardia Civil que vigilaba su acceso y convertía la honra a los muertos de izquierdas en algo clandestino. Prohibido acercarse a la fosa, prohibido llorar, prohibido tener memoria. Incluso las flores debían ser arrojadas desde el exterior, al estar siempre cerrada la puerta del cementerio civil. Viudas que tenían allí enterrados al marido, a los hijos o a todos, eran repelidas violentamente por la Benemérita. Solo el tiempo consiguió aplacar los odios de las autoridades franquistas de Oviedo, que poco a poco empezaron a permitir las visitas a la fosa. Poco a poco empezaban a permitir recordar.

Así, en 1967, familiares de los allí enterrados, en un alarde de valor dados los tiempos que corrían, solicitaron la construcción de un cerco de piedra como el que hoy día delimita la fosa; negada rotundamente la ayuda municipal, llegaron a publicar en la prensa un anuncio de la apertura de una cuenta corriente a tal efecto. No era poco, conseguir que el recinto tuviese unos límites reconocidos y separados del resto del cementerio civil; era tanto como rendir el primer homenaje a los allí sepultados, en plena dictadura. Ni que decir tiene que la respuesta fue tajantemente negativa por parte del Gobierno Civil, que automáticamente ordenó cancelar dicha cuenta. Con todo, el gesto de valentía merece ser recordado, y ahí está hoy día el cerco de piedra para dar fe de la constancia y de la memoria.

Ya en democracia, en vísperas del día de la Republica de 1986, se inauguró el monumento que actualmente domina el escenario de la fosa desde el centro de la misma, y que puede verse en la fotografía de la izquierda: un monumento dedicado a los Defensores de la República y del Frente Popular en Asturias. Antes del acto, algún franquista tan ruin y cobarde como esquizofrénico se entretuvo en embadurnar de verde la inscripción que los familiares de los fallecidos pusieron al pie de la fosa en memoria de todos, pero la vida y la historia no se detienen, y hechos así solo deben verse como anécdotas de la intransigencia.

El último y más importante homenaje a los asesinados se llevó a cabo el Día de la República de 2001: gracias al trabajo y el tesón de la Junta Directiva de la Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común, se instalaron enormes placas de mármol en los muros que rodean la fosa, placas que contienen los nombres, edades y procedencia de todos los allí sepultados de los que se tiene conocimiento oficial, y que están ahí por haber defendido ideales de República y Libertad. Una iniciativa emocionante, digna de elogio y que por fin restituye el honor y la memoria de todos los que murieron por defender sus ideas frente al fanatismo ciego. Más información y fotografías AQUÍ.

El presente y futuro de la fosa de Oviedo pasa por dos fechas al año en los que esta gran tumba se llena de vida y de color: el día de los difuntos y -¡cómo no!- cada 14 de Abril, Día de la República. En ambos días los familiares y amigos de los allí sepultados rinden homenaje y demuestran su fidelidad hasta el fín, cubriendo la fosa de incontables ramos de flores y desplegando al aire banderas tricolor de aquella República Española que creía en la democracia y en la libertad y que fue asesinada por el fascismo. Aún hoy, pasado más de medio siglo, la memoria permanece viva en todos nosotros, y no dejaremos que el tiempo se lleve los recuerdos. Alguno puede perdonar, incluso pasar página, pero nunca debemos olvidar.

En conclusión, en la fosa común del cementerio de Oviedo yacen los cuerpos de hombres, mujeres, jóvenes y mayores, asesinados todos en distintos lugares de la capital asturiana y sus alrededores, en la guerra y en la represión fascista de la post-guerra. La fosa denuncia la mayor vergüenza que puede sentir un pueblo: la de la guerra civil, y su sola presencia basta para que siempre lo recordemos. Al fin y al cabo, se dice que el pueblo que olvida su historia está obligado a repetirla.

Herminio J. García-Riaño Fernández
Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común

La historia oculta sobre los trabajos forzoso

La historia oculta sobre los trabajos forzoso Perdieron la guerra, fueron hechos prisioneros y les obligaron a trabajar en condiciones inhumanas para el régimen golpista, padeciendo hambre y mil penalidades. Es la historia de los esclavos del franquismo, una historia que ha permanecido ocultada por el poder y que varios investigadores tratan de sacar a la luz.

La guerra provocada por el golpe de Estado de Francisco Franco se dio por concluida en abril de 1939, pero la represión contra las personas disconformes con el nuevo régimen militar siguió su curso durante muchos años más. Miles y miles de prisioneros fueron obligados a realizar trabajos forzosos para las autoridades franquistas y para grandes empresas, provocando situaciones de auténtica esclavitud.

A mediados de 1939 había casi 100.000 prisioneros en batallones de trabajos forzosos en diversos lugares de la Península Ibérica y del norte de Africa. Las fuerzas franquistas les obligaban a levantar fortificaciones, reconstruir edificios, abrir canales, construir vías de ferrocarril y carreteras, o trabajar en minas y fábricas.

Este aspecto de la represión franquista ha estado silenciado y ocultado durante décadas, privando del reconocimiento público y de las compensaciones económicas a quienes lo padecieron. Hoy en día aún se trata de un episodio histórico muy poco conocido en Euskal Herria, menos incluso que en el Estado español, a pesar de que, sobre todo en Nafarroa, hubo hechos estremecedores, como el que entre 1939 y 1941 vivieron 2.000 prisioneros obligados a construir la carretera entre Igari (Igal) y Bidangoze en condiciones inhumanas.

Hace un par de años un equipo de investigadores, integrado por dos profesores de Historia, una socióloga y una antropóloga, se propuso recuperar la memoria histórica de aquellos hechos. Se trata de Fernando Mendiola, Edurne Beaumont, Hortensia Serrano y Maite Huarte, a quienes posteriormente se han ido añadiendo diversos colaboradores a título personal, asociaciones de todo tipo y una docena de ayuntamientos de Nafarroa y Bizkaia.

«Comenzamos a investigar con la idea de hacer un libro, luego comentamos el asunto a personas de Eguzki Bideoak y así surgió la idea de hacer un vídeo sobre la construcción de aquella carretera, porque les pareció muy interesante», recuerda Fernando Mendiola.

Más tarde, a raíz de que comenzaron a dar algunas charlas en la zona de Erronkari-Zaraitzu sobre aquel episodio casi desconocido de la dictadura franquista, se planteó «hacer algo» para que no quedase en el olvido. Así se formó el colectivo ''Memoriaren Bideak'', que propuso colocar una escultura y una placa conmemorativa en el puerto de Igari, punto más alto de aquella carretera construida por prisioneros republicanos entre hambre, enfermedades y represión.

Según los datos recabados por el equipo investigador, esos casi 2.000 prisioneros fueron trasladados hasta los valles de Erronkari y Zaraitzu desde Bizkaia (245 hombres), Granada (211), Jaen (165), Asturias (126), Córdoba (78) y el resto de otras zonas del Estado español.

Casi todos ellos eran combatientes republicanos represaliados y estaban englobados en los Batallones de Trabajadores nº 106 y 127 y, a partir de 1940, en los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores nº 6 y 38. Obligados a la fuerza, en condiciones de esclavitud, excavaron la caja por la que transcurre la actual carretera entre Igari y Bidangoze, y también parte de la que debía unir esta última localidad con Erronkari, pero este trayecto quedó finalmente abandonado.

Según los datos recabados hasta ahora, tres de aquellos hombres murieron por disparos y cinco más por enfermedades, pero se ha constatado que en el conjunto de Nafarroa fallecieron otros 50 prisioneros más obligados a realizar trabajos forzosos.

De hecho, la construcción de esa carretera entre los valles de Zaraitzu y Erronkari no fue la única obra en la que se utilizó mano de obra forzosa. Según los datos recabados hasta ahora por este grupo de investigadores, y dados a conocer por Edurne Beaumont, entre los años 1937 y 1945 unos 10.000 esclavos realizaron trabajos de este tipo en Nafarroa.

Entre ellos figuran las obras del ferrocarril del Irati, en Iruñea; caminos y carreteras en Azagra, Milagro, Zarrakaztelu y Aibar; alcantarillado en Tutera; campo de aviación en Ablitas; canalizaciones de regadío en Cortes y Alesbes; carretera entre los pueblos de Iragi y Egozkue; inicio de la carretera entre Irurita y Eugi; reparación de la vía férrea en Castejón; trabajos en la vía férrea de Altsasu, Olazti y Ziordi; carretera entre Lesaka y Oiartzun, atravesando el puerto de Aritxulegi; pistas y fortificaciones en Bera, Amaiur y Erratzu, y obras del pantano de Aiesa (Yesa) por presos condenados.

Aunque aquellos sucesos no han quedado en el olvido de las gentes que los vivieron, «todavía sigue habiendo miedo para hablar de ellos», constata Juantxo García de Acilu en nombre de la asociación Memoriaren Bideak. «La gente mayor lo conoce pero se lo ha callado, y los jóvenes no tienen ni idea de aquellos hechos. Nosotros queremos que se conozcan para que no se vuelvan a repetir aquellas salvajadas», afirma.

Las peticiones de colaboración de esta asociación han encontrado una «adhesión formidable» en el Valle de Zaraitzu, pero en el de Erronkari sólo un ayuntamiento se ha adherido al manifiesto que será leído el día 19 en el puerto de Bidangoze.

Esta labor para tratar de recuperar la memoria histórica ha sido completada por un vídeo realizado por Eguzki Bideoak, que tras varios meses de trabajo ha recogido testimonios de esclavos, familiares y escoltas, «jóvenes que hacían el servicio militar vigilándoles», según explica Maider Sukunza. Por su parte, el Parlamento de Nafarroa debatirá el próximo día 17 una propuesta sobre esta cuestión.

El día 19 de junio, sábado, tendrá lugar en el puerto que une Igari (Igal) y Bidangoze un homenaje a todas las personas que fueron forzadas a realizar trabajos durante el franquismo.

La jornada comenzará a las 9.30 con sendas marchas montañeras que saldrán de ambas localidades, y habrá servicio permanente de autobús para las personas que no puedan efectuar el recorrido a pie. A las 13.00 se inaugurará en el puerto una escultura de 2.000 kilos de peso realizada por Xabier de Zerio, con una placa conmemorativa en euskara, castellano, catalán y gallego.

Los dantzaris de Otsagi y el grupo Itxartu, de Getxo, interpretarán un aurresku de honor y otras dantzas en homenaje a los esclavos del franquismo. Se espera la presencia de varios de ellos, últimos supervivientes, que si lo desean podrán exponer allí sus testimonios, los cuales serán grabados por Eguzki Bideoak.

La jornada continuará con una comida popular en Bidangoze a base de migas de pastor, queso de Erronkari y txistorra, y a las 18.00 se proyectará un vídeo y habrá un coloquio con vecinos de la zona, prisioneros, familiares e investigadores.

La organización de los actos de esta jornada ha corrido a cargo de la asociación Memoriaren Bideak. «Este homenaje lo hacemos por justicia y por solidaridad», explica su portavoz, Juantxo García de Acilu.

«Tenían tanto hambre que se comían las patatas de los cerdos»

El equipo de investigación de las condiciones en que se construyó la carretera de Igari a Bidangoze ha conseguido recabar testimonios de supervivientes y de vecinos que fueron testigos de aquellos hechos. «Entonces echábamos al caldero grande unas pocas berzas, una remolacha y encima una cesta de patatas cocidas para los cerdos. ¡Tenían tanto hambre los trabajadores que se nos comían las patatas! Y mi padre decía: ¡dejarles que se las coman!». Así lo recuerda Atanasia, una vecina de Bidangoze. A otro vecino de este mismo pueblo, Marcelino, se le quedó grabado el día en que mataron a un prisionero: «Mataron a uno al ladico de casa, y el padre y la madre nos decían: ''¡No salgáis!''. La sangre bajaba por la calle, y el padre y la madre no nos dejaban que miraríamos por la ventana». Pero los testimonios más crudos son los de los propios prisioneros. «Los ánimos los teníamos perdidos. No tienes defensa, estás tan acobardado que es igual que te hagan una cosa que otra. Es como el que está en el callejón de la muerte, que está esperando que le llegue. Unos picaban la piedra, otros con la pala a sacar la tierra y otros con un carretón la llevaban a la orilla. El que no terminaba la tarea le hacían ir de noche con un centinela, allí apuntándole, para que la terminara. Cuando estaba nevado, nos bañaban en el río». (Andrés Millán, de Granada). «El trabajo estaba vigilado por unos escoltas, con su fusil. Para ir a orinar o hacer otras necesidades, tenías que pedir permiso y no mentir, porque te iban persiguiendo. Los escoltas se quedaban con lo mejor, y a la caldera no iban más que los huesos. El que pillaba un hueso, lo roía, y luego otro lo seguía royendo, porque había mucha hambre» (Manuel Soriano, de Granada).

Sacar las investigaciones a la luz

En los últimos años la investigación histórica está sacando a la luz gran parte de los trabajos impuestos a los esclavos del franquismo, y este es también el objetivo de un ciclo de conferencias organizado por el Instituto Gerónimo de Uztariz bajo el título de ''Campos de concentración y trabajos forzados en la Europa fascista''.

Este ciclo se desarrollará entre los días 14 y 17 de junio en diversas localidades de Iruñerria, y concluirá el día 19 con una mesa redonda a las 18.00 en el Ayuntamiento de Bidangoze.

El día 14, lunes, los investigadores Edurne Beaumont y Fernando Mendiola hablarán en Zizur Nagusia sobre los esclavos del franquismo en Nafarroa; el día 15 se expondrán en Atarrabia diversas experiencias en los campos de concentración nazis; el día 16 Javier Rodrigo, de la Universidad de Florencia, dará una conferencia en Berriozar sobre los campos de concentración franquistas, y el día 17, en Burlata, se dedicará a los esclavos del Guadalquivir.

El archivo de Salamanca. Cuáles son y qué contienen los papeles de la discordia.

El archivo de Salamanca. Cuáles son y qué contienen los papeles de la discordia. Nuria AZANCOT (EL Cultural)

El 12 de julio se reúne el Patronato del Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca para decidir su futuro. Desde hace años la Generalitat exige la devolución de los papeles catalanes expoliados por las tropas franquistas durante la guerra, y parece que ahora, gracias a la política y sus pactos, pueden conseguirlos. Mientras, el Ayuntamiento de Salamanca reúne más de 29.000 firmas para impedir que se desmembren los fondos, y ya han ido a la ciudad autobuses de intelectuales catalanes que posan ante el Archivo reclamándolos. Pero, ¿quién puede negarse a que vuelvan a sus legítimos dueños documentos así conquistados? ¿O, por el contrario, se puede (o se debe) desguazar el patrimonio histórico nacional? Estamos cruzando una noche oscura que son varias, porque además a esta ceremonia de confusiones múltiples se une el Ministerio de Cultura, que parece no saber muy bien qué tiene el Archivo de Salamanca, y apuesta por crear un gran Museo de la Memoria Compartida.

Lo primero que hay que aclarar es que el Archivo de Salamanca no es, “ni puede ser”, proclama su director, Miguel Ángel Jaramillo, el Archivo de la Guerra Civil, “no sólo porque no existen archivos temáticos dedicados, por ejemplo, a la Guerra de Cuba, sino porque lo concerniente a la guerra está repartido en una decena de archivos públicos”. Por eso, en Salamanca están los papeles de partidos políticos, sindicatos, ayuntamientos; en Madrid, en el Archivo Histórico Nacional, los papeles de la llamada “Causa general”; en el Archivo General Militar de Ávila, datos de las unidades del ejército republicano; los datos de los campos de trabajo franquistas se conservan en el Archivo General Militar de Guadalajara. Por no mencionar los documentos custodiados en el Archivo de Presidencia de Gobierno, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, los de las Audiencias Territoriales, el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, los Históricos-Militares de Barcelona y Segovia, el de Viso del Marqués...

¿Por qué, entonces, es tan importante Salamanca? ¿Qué tesoros custodia? Para empezar, tres millones de fichas y más de 300.000 expedientes de miles de ciudadanos afiliados a un sindicato o un partido político, que se habían significado a favor de la República o eran masones. Salamanca es el archivo de la represión franquista, aunque no exactamente policial sino, como matiza Jaramillo, “de los servicios de información ligados a la cadena represiva del régimen franquista. No era policial en el sentido de que no era una actividad de la Dirección General de Seguridad, sino un organismo ligado a la Presidencia del Gobierno y muy directamente a Carrero Blanco, que tenía la función de informar a la cadena represiva, fundamentalmente al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo pero también a cualquier otro organismo público que pidiera información de antecedentes político-sociales y masónicos. Es el archivo de la represión sobre los que perdieron la guerra, gente muy de a pie, porque los grandes personajes ya habían salido al exilio o habían sido fusilados o depurados”, subraya.

Tierra quemada
Lo cierto es que, a partir de junio de 1937, las tropas de Franco, a medida que iban conquistando la zona republicana requisaban cuanto documento encontraban en las sedes de los partidos políticos, sindicatos, casas del pueblo, asociaciones y organismos de la República. Se llevaban lo que podían y quemaban el resto sin demasiado criterio. “Sólo fueron sistemáticos de verdad –apunta Jaramillo– en el caso de los masones, uno de los colectivos que más sufrió la represión. En la zona sublevada en el primer momento, como Salamanca o Cádiz o Galicia, no sólo no se incautó documentación, sino que en algunos casos se destruyó en auténticos autos de fe”. Hay quien incluso apunta una audaz teoría: que pudo ser el general Mola quien comenzó a apoderarse de los papeles republicanos que iba encontrando al paso de sus tropas, mientras que las de Franco arrasaban las sedes del “enemigo”. A la muerte de Mola, Franco descubriría este archivo vital para la represión y encargaría su organización a un carlista muy vinculado a Mola, que acabó dirigiendo la Delegación Central de Recuperación de Documentos de Salamanca.

Las incautaciones siguieron el recorrido del ejército de Franco, pero, aunque se dice desde Cataluña (para reclamar sus fondos) que sólo hay documentación de 17 provincias lo cierto es que a medida que iban perdiendo la guerra, los republicanos se llevaban sus archivos con ellos, por lo que la documentación de Madrid, Barcelona y Valencia cubre casi todo el territorio nacional. Por eso no aparece documentación incautada, por ejemplo, en Zamora, pero sí que se encuentra información de esta provincia en Madrid o Barcelona. Más aún, el Tribunal Popular de Euzkadi se incautó en Santander; en la documentación de Vinaroz aparecen documentos de Tarazona o Lérida, y en Barcelona aparece todo lo relacionado con el movimiento libertario de Aragón o las cartas que un puñado de niños de la guerra enviaron a Stalin al llegar a Rusia en 1938. Claro que de Barcelona, las tropas franquistas se llevaron mucho más: los papeles de la Generalitat, para empezar. La documentación requisada acabó en Salamanca porque era, en esos momentos, la sede del Ejército franquista y capital de la España sublevada. Allí no se llevaron archivos completos, sino documentos o fragmentos seleccionados que iban desde actas judiciales a fichas de partidos políticos y numerosos documentos privados que se requisaban en domicilios particulares. Tras la selección, venía el reparto: la que tenía informaciones personales o judiciales se quedó en Salamanca; la que tenía valor administrativo, se remitía al respectivo organismo franquista, como los planos de carreteras, etc. También se devolvieron los papeles encontrados en la Dirección General de Seguridad Republicana sobre gentes de derechas. Y una parte esencial se destruyó, convertida en papel reciclado, como el 90 por ciento de las 160 toneladas requisadas en Cataluña según Josep Cruanyes.

Más aún, recientemente la ministra de Cultura aseguraba que Fraga se había llevado del Archivo todos los papeles relativos a Galicia.

El misterio gallego
Insinuaba Carmen Calvo un trato de favor a los gobernantes del PP, algo que Jaramillo niega: “Desde que esto es Archivo Histórico del Estado, es decir, desde 1979, no se han producido movimiento de documentos salvo para exposiciones temporales. Entregas de documentación no ha habido. Qué barbaridad, si no se incautó ningún documento en Galicia porque fue zona sublevada, si en el archivo sólo aparece Galicia a través de algunos personajes de Madrid que tenían vinculación con los partidos gallegos. ¿Qué quiere?, es una campaña de propaganda, pero en esto de Galicia no hay matices, o es verdad o es mentira, y es mentira. No sé, alguien se está confundiendo con otra cosa, no puede haberlo dicho con otra intención siendo del Ministerio”.

Pero eso es otra historia, una historia que comenzó en 1977, al pasar a depender del Ministerio de Cultura, y más aún cuando en el 79 un Real Decreto dispuso que la Delegación para la Recuperación de Documentos se adscribiese a la Sección Guerra Civil del Archivo Histórico Nacional. Desde 1999 es el Archivo General de la Guerra Civil.

Con un presupuesto para el pasado ejercicio de 160.000 euros, el Archivo de Salamanca cuenta con plantilla estable de 30 personas, cinco de ellas archiveros, y este año van a disponer de diez contratos temporales de cinco meses y dos becarios. Otra de las acusaciones que se formulan contra el Archivo desde Cataluña es que está desordenado por desidia, algo que niega el historiador Julián Casanova, que frecuentó el archivo en 1979-80, “en un momento en el que el archivo estaba militarizado, había una pareja de la guardia civil a la entrada, y la consulta de documentos dependía de la benevolencia del regente de turno. Volví después en muchas ocasiones y el archivo ha cambiado: está regido por profesionales y se ha hecho una notable labor de catalogación”. Quizá por eso, en 2003 acudieron al archivo 1094 investigadores procedentes en su mayoría de España, y 2237 más hicieron consultas por fax o email. Aunque cualquiera puede acceder físicamente a documentos muy deteriorados, y parte de la catalogación sigue sin actualizar.

180.000 fichas de masones
El archivo está dividido en dos secciones, una especial o masónica, y otra político-social, formado por los fondos existentes en el momento de constituirse como Archivo Histórico Nacional (los de los Servicios Documentales de Presidencia de Gobierno y los del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo), al margen de las adquisiciones posteriores a 1977.

La Sección Especial, también denominada “masónica”, recoge la documentación incautada a las instituciones masónicas y la que se elaboró sobre las mismas, estructurada en tres tipos de expedientes: personales, de logias y de asuntos, complementados por el denominado Fichero General Masónico, que resume su contenido en unas 180.000 fichas, algunas referidas a documentos estremecedores, como una carta en la que un antiguo masón escribe el 17 de junio de 1940 al reverendo José M. Borrás que está “profundamente contrito” y delata a quien le llevó a la logia por primera vez. Claro que también se conserva un informe de la Fiscalía del año 42 denunciando la maldad de los masones porque siempre delataban a quienes ya tenían fichados. El Archivo, que reúne información sobre la masonería en España desde 1869, cuenta con una biblioteca de más de 5000 volúmenes y con una logia masónica con objetos reales confiscados por el franquismo, los mapas de la masonería en España, objetos, símbolos, una Historia de la masonería inédita. El archivo del Tribunal Especial conserva los procesos por los delitos de Masonería y Comunismo desde su creación, en 1940, hasta su desaparición, en 1963.

Por su parte, la sección Político-Social, de mucho mayor volumen, conserva documentación recogida en todo tipo de instituciones u organizaciones republicanas, estructurándose por la zona de procedencia: Alicante 1904-1939 (180 cajas); Aragón, 1938 (145); Barcelona 1939 (1879); Barcelona-Generalitat 1921-39 (507); Bilbao 1797-1939 y 1877-1938 (260); Cádiz, 1910-1939 (6); Cartagena 1936-1938 (60), Castellón 1938 (365), Extremadura 1938 (37); Gijón 1902-1937 (742), Jaén 1936-1949 (33); Lérida 1938 (65), Madrid 1874-1939 (2.783); Santander 1907-1937 (839); Valencia, 1932-39 (220) y Vinaroz 1902-1938 (13 cajas). Hay además 2939 cajas referidas a Prensa y propaganda (1896-1939), 460 con los expedientes político-sociales de correos; 1939 de Información Militar (1913-39), documentación particular (658 cajas); fotografías 1914-1939 (20.067 unidades); biblioteca (19805) y hemeroteca (2.349).

¿Y qué hay en esos cientos de cajas? De todo y nada, si no se sabe buscar, porque siguen catalogadas como en el franquismo, por el lugar de procedencia. Con un problema añadido: la mitad del archivo está microfilmado (toda la documentación asturiana, la del País Vasco, buena parte de Cantabria, toda Andalucía, casi el 90 por ciento de Valencia, parte de Madrid, la relativa a la Generalitat de Cataluña, los carteles, las fotografías), pero para digitalización no hay personal de plantilla. “Nosotros”, reconoce Jaramillo, “digitalizamos durante medio año, que es cuando tenemos contratos. Uno de nuestros proyectos es pasar toda la documentación microfilmada a soporte digital, porque permite volcarla en el portal de los archivos estatales”. También están digitalizadas los 3 millones de fichas o­nomásticas, aunque sólo están en uso medio millón. Por eso, quien quiera consultar algo puede perderse entre las viejas fichas, con una nomenclatura, y el sistema informático, con otra. Así, si nos interesa el tema de las mujeres en la guerra civil, además de buscar en las cajas de cada zona, deberemos consultar hemeroteca, fotografía, carteles y postales, la biblioteca, buscar por personajes...

Oscuro objeto de deseo
Se trata de un fondo casi inabarcable y desigual, que ahora reclama la Generalitat de Cataluña. Conviene precisar que en 1982 se estableció un convenio entre el Estado y Cataluña para la microfilmación de los documentos conservados en Salamanca procedentes de la Generalitat: además de la selección de lo que estaba en Salamanca, de su clasificación, ordenación y descripciones se hizo un inventario y se microfilmó, y una copia microfilmada está hoy en el Archivo Nacional de Cataluña. Y de esos originales, nada más interesante que lo concerniente al Estatuto de Autonomía. Por ejemplo, se conservan las actas de las sesiones celebradas antes y después de su proclamación, los debates sobre la lengua y los límites de la libertad y el comercio; también las de la comisión mixta creada en noviembre de 1932 para inventariar los bienes del Estado central cedidos a la autonomía o la adaptación de los servicios que habían de pasar a la Generalitat. Además, en el apartado de Presidencia se conserva la correspondencia de Francesc Macià desde 1931 como Presidente provisional, las adhesiones que recibió tras el alzamiento del 10 de agosto de 1932, la letra pequeña de la administración de la zona, la correspondencia de Lluis Companys tras la crisis de abril del 37... Por su parte, la documentación del Consell de Gobern permite conocer la organización de los distintos servicios públicos entre 1936 y 1938, lo que sitúa, según los responsables de su catalogación, “en su contexto político, social y económico los problemas de Cataluña en ese periodo, relativos, por ejemplo, a los refugiados españoles en otros países, los castigos a los rebeldes y desertores,”. La mayor parte de los documentos de la Generalitat se refieren a Justicia (213), Defensa (170) y Seguridad Interior (49), mientras que de cultura se guardan 16, y 6 de sanidad.

Pero la situación no es nada sencilla. Así, mientras que Julián Casanova considera “legítimas”las reclamaciones de Cataluña, aun cuando “la documentación está muy dispersa, mezclada y separar lo que pertenece a cada comunidad autónoma u organización política supondría la desaparición del archivo”, para Stanley Payne es “extraño creer que documentos historicos pueden ‘pertenecer’ a ciertas entidades políticas”. Y para Ucelay-Da Cal, “los ‘papeles de Salamanca’ no son más que una pugna por la posesión simbólica del objeto físico, dado que su contenido, las palabras, están ya microfilmado en el caso de la documentación confiscada en Cataluña por las fuerzas franquistas y la misma reproducción (u otras técnicas) se pueden extender al resto, si existe la voluntad del poder público de pagar el esfuerzo . El debate, pues, no es historiográfico, sino político: ¿que vale más, la esencia de la Generalitat de Catalunya republicana o la troncalidad estatal del Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo y sus objetivos en una Salamanca que fue capital del Caudillo? Los ‘papeles’ son una reliquia, en su sentido más literal y religioso”.

Reliquias o no, volvamos a ellos, a los fondos del archivo. En la sección político-social aguardan miles de fichas de personajes anónimos, como Eugenio Rodríguez, que tuvo la mala idea de dar un pollo al Socorro Rojo, o Américo Meana González, cuya ficha figura al dorso de la de Pablo Picasso, y que con 23 años estaba afiliado al PSOE, a JSU y a UGT. De sus pequeñas historias apenas se sabe nada, pero tiznan de pena y muerte. Nada que ver, por ejemplo, con Rafael Alberti, del que se conservan o­nce fichas, en una de las cuales se dice que escribe poesía y que publicó una en “Nuestra bandera”, órgano del PC de Alicante, en 1938 (cp. B-30, fol.121) y en otra, que firmó el manifiesto de los intelectuales antifascistas en solidaridad con el pueblo chino en abril de 1938. En cambio, Azaña sólo tiene 6 fichas. Picasso sólo tiene una, referente a su nombramiento como director del Museo del Prado: “CNT”, núm. 410, pág. 1, 22 de septiembre de 1936. Como el mismísimo general Franco: “General de las Fuerzas Militares de Marruecos, figura en la correspondencia dirigida a Florian Huertas en el año 1935” (leg. 447, exp. 9, fol. 1) De Sánchez Albornoz se guardan dos fichas y Unamuno tiene 5 entradas, aunque la más curiosa sean la primera: “Aparece su nombre en una carta de recomendación a la señorita Natividad Jambrina”; Nin tiene 9 fichas, Bergamín 13 fichas, alguna muy descriptiva de su compromiso con la república, y otra dando cuenta de que ha publicado en una revista un verso provocador, “El mulo de Mola”. Durruti tiene dos fichas, las mismas que Pedro Sainz Rodríguez y una menos que Carrillo y Gregorio Marañón, del que se consigna: “Pronunciará una charla desde la emisora del partido comunista”. Por su parte, de Ramón Pérez de Ayala se conservan 7, que van desde “Escribe una novela en la revista ‘Estudios’, órgano del PC de Valencia (‘Estudios’, car. 91, num. 72, ag. 1929) a “Aparece una copia de oficio dirigido al Sr. Magistrado Juez Especial D. Salvador Alarcón” (leg. 1,741. Tomo 5, folio 455, PS Madrid)

Ridruejo, Armero, Esplá
Dentro del laberinto salmantino, sin la ayuda de los ángeles-conserjes lo más fácil es no reparar en el original de “Vigésimo aniversario de la Unión Soviética” de Antonio Machado, que duerme en la carpeta 87 de Barcelona. Escrito para la radio de Valencia, el poeta, seriamente enfermo, lo dictó a su hermano José aunque tiene correcciones de su puño y letra, y nos muestra un Machado combativo: “Moscou [sic] es hoy el foco activo de la historia”. También de Machado se conserva un poema “A Méjico”, parte del legado de Carlos Esplá.

Porque, en efecto, a los fondos de Salamanca hay que añadir los comprados en la transición, como el de Dionisio Ridruejo (63 cajas) o el de Esplá, amigo de Blasco Ibáñez y Unamuno, periodista y político que murió en México en 1971. A su muerte, sus documentos fueron adquieridos por el Estado español. Y allí apareció parte de la correspondencia de Indalecio Prieto con el presidente mexicano Lázaro Cárdenas o con Roosevelt “para traer de Francia a todos los españoles que quieran venir, sin distinción de edad, sexo, ni mucho menos, de ideología. ¡Todos, todos!”El Estado también adquirió la colección de José Mario Armero, estructurada en dos partes: distintivos, banderas, carteles y simbología por una parte; y entorno social, ambiente y mundo infantil, con juegos, carteles, tarjetas y fotos de las dos zonas en guerra por otra.

Otros fondos han sido donados, como el archivo de Robert Capa: en 1979 el embajador de Suecia en Madrid hizo entrega al subsecretario de Asuntos Exteriores de España de una pequeña maleta con documentos del presidente Negrín que se había depositado durante la guerra en la legación sueca en Vichy (Francia). Junto a los documentos de Negrín, aparecieron 97 originales de la guerra civil de Capa, depositados desde 1992 en Salamanca, y que constituyen la segunda colección más importante del fotógrafo en el mundo. También la Federación Española de Deportados e Internados Políticos, creada en el exilio tras la guerra, donó sus fondos en 1988. Está el manuscrito de Manuel Alfonso (1935-1945), sobre lo vivido en un campo de prisioneros nazis. Y los documentos de la Sección de Información del Estado Mayor Central del Ejercito de la República, y el archivo del Comisario General de la Flota Republicana, Bruno Alonso, con correspondencia con Indalecio Prieto. Y los de la Liga de Mutilados, Inválidos y Viudas de la guerra civil, cedidos a España en 1977.

Por el contrario, sí se compraron los 270 negativos de la fotógrafa Kati Horna, que apenas pudo llevarse al exilio una caja de hojalata con una selección de su obra; los 1032 negativos de Louis-Albert Deschamps, o 3861 imágenes relacionadas con los españoles republicanos en México reproducidas de la colección de los hermanos Mayo. Además, el archivo de Salamanca cuenta con una colección fotográfica de 1010 unidades de la Legión Cóndor; una buena colección de hojas de propaganda de la guerra civil en Cataluña (2120) y un apasionante apartado de fuentes orales, con 127 entrevistas en vídeo y 63 en audio con veteranos americanos de la Brigada Lincoln, así como 515 cintas con 116 entrevistas sobre el exilio español en México. Y los expedientes de depuración de los empleados de Correos, y 99 rollos para la recuperación de archivos del exilio filosófico español en México, y el archivo de José Gaos microfilmado.

Un futuro incierto
El 12 de julio se reúne el Patronato, con el futuro del Archivo en juego. Su director, que parece confiar poco en la política, asegura que “primero el Gobierno tendrá que decidir qué es el archivo, si es una simple acumulación de papeles que al repartirlos no pasa nada, o un archivo fruto de la actividad de un organismo, y por tanto un testimonio histórico que guarda la memoria de los españoles, qué es más importante. Una vez respondida esta cuestión todo es posible...”. ¿Y el Centro de la Memoria Compartida? Aunque asegura que “No debería decir mucho. Hay que hacer distinguir por una parte el archivo actual, y proyectos espléndidos como el Museo de la Memoria Compartida, que no deberían estar ligados a la muerte del archivo actual”. Julián Casanova sí es partidario de “crear un Museo Nacional de la Guerra Civil y no sólo un archivo estimularía un mejor y más amplio conocimiento de la guerra civil. Y lo que sí que debería hacerse de forma inmediata es poner al servicio de los investigadores, como un archivo público más, la documentación conservada en la Fundación Francisco Franco, un asunto mucho más serio y urgente que lo relacionado con el Archivo de Salamanca. Imaginemos que los archivos con documentación sobre Hitler o Mussolini estuvieran en manos de sus familias y al servicio de la ultraderecha”.

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