Blogia
MEMORIA HISTÓRICA

Biografias

Victoria Kent Siano

Victoria Kent Siano BIOGRAFIA
Victoria Kent Siano nació en Málaga, en el año 1892 (aunque la fecha de su nacimiento está sujeta a cierta controversia, por hallarse datada de distinta manera según las fuentes: 1892?, 1897? 1898?); hija de Don José O’Kent Román, comerciante de ascendencia inglesa asentado en esta ciudad. Nació en el seno de una familia de clase media y talante liberal y democrático.

En Málaga, ciudad que había sido durante el siglo XIX cuna de muchos movimiento liberales y de gran tradición revolucionaria, vivió su infancia y primera juventud, hasta que cursados los estudios de grado medio que la capacitaban para ejercer de Maestra de primeras letras, se trasladó a Madrid en 1917, para seguir los estudios universitarios.

Sabemos que al llegar a Madrid con 19 años, se instala en la Residencia de Estudiantes para Señoritas, que vinculada a la Institución Libre de Enseñanza había sido fundada por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1915, Residencia que dirigía María de Maeztu. Ello nos muestra que Victoria Kent estaba bien informada, desde Málaga, de los movimientos intelectuales de la época y que había elegido para sí el más avanzado y libre.

Se doctoró en derecho por la Universidad Complutense de Madrid en el año 1924, solicitando su ingreso en el Colegio de Abogados de la Villa y Corte en diciembre del mismo año. Ella fue la primera mujer en ostentar este título, seguida de Clara Campoamor, que ingresó también en el Colegio de Madrid el 2 de febrero del año 1925.

Kent inicia su andadura profesional en plena Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930). Además del ejercicio de la profesión, sin duda desarrolló otras actividades, pues muchos hablan de su conocida labor social y de sus actividades como conferenciante sobre asuntos jurídicos.

Pero la intervención más destacada dentro de su profesión, la que le proporcionó fama, fue la defensa del político Álvaro de Albornoz, que estaba encausado por haber participado en la rebelión republicana de diciembre de 1930. El ser la primera vez que una mujer actuaba ante un Consejo de Guerra, y el haber obtenido la absolución para su defendido, la rodeó de un enorme prestigio.

Este prestigio, su compromiso social y su talante republicano y democrático, además de su militancia en el Partido Radical Socialista, la empujaron a la arena política en cuanto fue proclamada la República (14 de abril de 1931).

Ella misma nos cuenta cómo el Presidente de la República, Don Niceto Alcalá Zamora, la llamó por teléfono para decirle: "Victoria, quiere usted prestarnos su colaboración? Sin vacilar un momento le respondí: Con entusiasmo y toda mi voluntad, estoy a sus órdenes. Deseamos asignarle el puesto de Directora General de Prisiones. No tengo que decir que en el acto, con emoción, acepté el requerimiento del Presidente. Ningún otro cargo podía complacerme más. Lo acepté con la plena convicción de las dificultades que llevaba aparejado semejante cargo y principalmente por estimar que la reforma del Reglamento Penitenciario de España era uno de los grandes problemas que se debían acometer".

Este compromiso la mantuvo en el cargo de Directora General de Prisiones, dependiente del Ministerio de Justicia, los siguientes catorce meses.

Su faceta política se completa en este momento con su elección como diputada por Madrid en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931, en la lista del Partido Radical Socialista. Obtuvo un total de 48.806 votos. La importancia de este hecho reside en que sólo otras dos mujeres, Margarita Nelken y Clara Campoamor, obtuvieron acta de diputadas en unas Cortes dominadas abrumadoramente por hombres. Habían sido unas elecciones en las que las mujeres españolas no tuvieron derecho al voto, aunque sí podían ser elegidas, bajo ciertos requisitos, para diputadas. Así estaban las cosas entonces.

Durante el primer año de la República, Victoria Kent desarrolló una actividad febril. Desempeñó de forma apasionada el cargo de Directora General de Prisiones, que no sólo consistía en llevar a cabo la reforma del régimen penitenciario español, sino también en atender cargos, como la Vocalía del Patronato de Protección de la Mujer, la del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas, la asistencia a congresos internacionales, representando a España, etc.

Paralelamente desarrollaba su actividad política de diputada en Cortes, cargo que prometió el 27 de junio de 1931. Su participación en los debates parlamentarios no fue muy intensa, dado lo absorbente de su trabajo en el gobierno, pero sí muy controvertida. La postura que adoptó ante la concesión del derecho al voto a la mujer, al oponerse a que este derecho figurase dentro de la nueva Constitución republicana que se estaba elaborando, levantó una agria polémica. Ella era partidaria del aplazamiento, quizás porque su partido así lo defendía. Digamos que por disciplina defendió esta tesis tan contraria a los anhelos de emancipación que ella misma representaba.

En las siguientes elecciones, en las que ya pudieron votar las mujeres españolas, celebradas en 1933, la victoria de los partidos de la derecha imprimió un cambio radical a la política de reformas desarrollada por los primeros gobiernos de la República, de tendencia centro-izquierdista. Tanto Victoria Kent como Clara Campoamor quedaron sin escaño en el Congreso de los Diputados.

Victoria seguirá desarrollando su labor como penalista y abogada hasta que, en febrero de 1936, unas nuevas elecciones, que dieron el triunfo a las candidaturas de izquierda agrupadas en el Frente Popular, volvió a obtener escaño en el Congreso de los Diputados, por la provincia de Jaén.

Pero esta nueva singladura política y parlamentaria quedará truncada por la sublevación militar iniciada el 18 de julio de 1936 contra el gobierno de la República, que pronto derivará, ante su fracaso inicial, en una cruenta Guerra Civil (1936-1939), que habría de torcer definitivamente la vida de Victoria Kent y la trayectoria democrática y modernizadora de España.

En 1937, en plena guerra civil, el gobierno de la República la envía a París, como Secretaria de la embajada de nuestro país en Francia. Allí desarrollará durante cuatro años una inmensa labor: acoger a los niños y niñas españolas que abandonaban el país a medida que los ejércitos sublevados ocupaban el territorio, y alojarlos en campos de refugiados. No huyó de Francia, como podría haber hecho, cuando todavía era posible. En 1940, en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los ejércitos alemanes ocuparon Francia y Victoria Kent tuvo que pasar a la clandestinidad, perseguida por la policía política de los nazis (la Gestapo), que la tenían en la lista negra entregada por la policía franquista al gobierno colaboracionista de Vichy (la nueva capital de la Francia ocupada).

Liberado París en 1945 y acabada la guerra mundial, corrió la suerte de cientos de miles de españoles: el exilio. Viajó hasta México, donde será cálidamente acogida, como tantos otros, por el gobierno mexicano. Allí continuó su tarea como penalista durante dos años.

En 1949 la ONU le ofreció desempeñar un puesto en la sección de Defensa Social, que estaba relacionado con el estudio de cárceles de mujeres. Lo acepta, y en 1950 traslada su residencia a Nueva York. Pasados dos años abandona el cargo de la ONU, pero ya nunca abandonará Nueva York, ciudad en la que residirá hasta su muerte.

En esta ciudad se desenvuelve la última etapa de su vida. Con la ayuda de amigos norteamericanos, y fiel a sus ideales republicanos y demócratas, fundará una revista, Ibérica, que se convertirá en el medio más eficaz, que ella pudo encontrar, para luchar por el derrocamiento de la dictadura franquista y el restablecimiento de las libertades y la democracia en España. Con esa esperanza vivió el resto de su vida.

Cuando en 1975 muere Franco y se inicia la transición democrática en España, la revista deja de editarse. Había durado 21 años.

En 1977 Victoria Kent regresa, por primera vez desde 1937, a España. Habían transcurrido 40 años de exilio, cuarenta años de desarraigo que son la memoria viva de la tragedia que fue para nuestro país la guerra civil y la dictadura franquista.

Se sintió feliz por el restablecimiento de la democracia, pero volvió a los Estados Unidos, a la tierra que la había acogido, a los amigos que la habían ayudado, para morir el 25 de septiembre de 1987, a los 89 años de edad.

La primera abogada que ejerció en España
Tras finalizar sus estudios de Magisterio en Málaga se trasladará a Madrid, en 1917, y se instalará en la Residencia de Señoritas, que era la rama femenina de la Residencia de Estudiantes, idea altamente querida para los seguidores de la Institución Libre de Enseñanza, que intentaron hacer de ella un verdadero núcleo intelectual y cultural, que irradiara las más novedosas ideas europeas por el Madrid de la época. Victoria se dedicó de lleno a sus estudios jurídicos, rechazando con suavidad aquellas propuestas de trabajo vinculadas a labores pedagógicas. Se doctoró por la Universidad Complutense en 1924 y entre sus maestros más destacados figuran Don Luís Jiménez de Asúa (que luego sería Ministro de Justicia durante la República) y Don Felipe Sánchez Román. Continuando la lógica profesional presenta su solicitud de ingreso en el Colegio de Abogados el 23 de diciembre de 1924. La abogada Kent inicia su andadura profesional en Madrid en plena Dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930). La supresión de la Constitución y la falta de libertades civiles determinan la vida política española y enmarcan la vida profesional de Victoria Kent. Para entonces era sobradamente conocida su reputación como persona de talante liberal y demócrata, de avanzadas ideas republicanas y socialistas.


Su salto a la fama, el que la sitúa en el primer plano de la actualidad política de la época, va a ser su defensa, ante el Tribunal de Guerra y Marina, de Don Álvaro de Albornoz, por su implicación en la intentona revolucionaria del 15 de diciembre de 1930. Este intento de implantar la República por medios militares y violentos fue producto de la importante desorganización y apasionamiento que reinaban en las filas republicanas. La caída de la Dictadura y la dimisión de Primo de Rivera habían provocado un verdadero "torbellino de pasiones" entre las filas de los demócratas y, muy especialmente, de los republicanos. Los capitanes Galán y García Hernández se sublevaron en Jaca, mientras el resto del movimiento quedaba paralizado por imprevisiones finales. La abogada Kent fue la primera mujer que tomaba parte como defensora en un Consejo de Guerra y su actuación fue notable y brillante, obteniendo la absolución de su defendido y granjeándole una gran popularidad en toda España.

Una de las tres primeras diputadas en las Cortes Españolas, junto con Clara Campoamor y Margarita Nelken.
El final de la Dictadura de Primo de Rivera (1930) y la dictablanda iniciada por el General Berenguer en los siguientes meses hicieron posible un cierto restablecimiento del clima de libertad que se había vivido en España hasta 1923. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron el triunfo a las candidaturas republicanas en casi todas las ciudades españolas y principales capitales de provincias; este hecho, y la identificación que el Rey Alfonso XIII había tenido con la dictadura, provocaron el final de la Monarquía. Alfonso XIII marchará al exilio, y el 14 de abril de 1931, en una ambiente de júbilo y en paz, se proclamó la República.

El cambio de régimen hizo necesaria la convocatoria de una Asamblea Constituyente que diera a España una nueva Constitución acorde con la forma de Estado republicana y con los anhelos de libertad, democracia y justicia social que se respiraban por todas partes.


Victoria Kent fue presentada y elegida diputada por Madrid en estas elecciones a Cortes Constituyentes, celebradas en junio de 1931, en las candidaturas del Partido Radical socialista, del cual formaba parte. (Paradójicamente las mujeres españolas podían ser elegibles pero no electoras para las Cortes Constituyentes. Y este era uno de los problemas o retos que las Cortes tenían que resolver).

Los principales impulsores del Partido Radical Socialista fueron Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz; ideológicamente se situaba a la izquierda. En estas elecciones consiguieron 89 diputados.

Victoria K. Obtuvo un total de 49.806 votos.

Sus intervenciones en estas Cortes no fueron muy numerosas, debido a su ocupación en la Dirección General de Prisiones, ni muy intensas. Tampoco formó parte de ninguna comisión constituyente. Sus escasas intervenciones en los debates constitucionales fueron: en la redacción del artículo que establecía la igualdad de sexos; el 29 de septiembre, cuando se habló del régimen de prisiones; el 1 de octubre, en el debate sobre la concesión del voto a la mujer; la cuestión de las actas de Badajoz; la incompatibilidad del cargo de concejal con el de diputado; la ampliación de la amnistía; la responsabilidad judicial y, por último, en la aprobación de los presupuestos de 1933.

Tampoco fue muy intensa su labor en la Academia de Jurisprudencia, donde ingresó recién proclamada la República.

Su labor al frente de la dirección General de Prisiones es lo que realmente consumió su tiempo y energías en estos primeros momentos. Su sentido de la justicia y su fe democrática le hizo esforzarse con entusiasmo y decisión en mejorar la vida de los presos, inspirándose para ello en los ideales humanistas de grandes penalistas, entre ellos la española Concepción Arenal, cuya tarea en el siglo anterior había quedado interrumpida.

Si Victoria K. Se hizo célebre como Directora General de Prisiones (su nombre aparecía en un chotis de la época), no lo fue menos como diputada en Cortes, por la singular postura que adoptó ante la concesión del voto a la mujer, al oponerse a que este derecho figurase dentro de la nueva Constitución republicana que se estaba elaborando. Ella pedía el aplazamiento de este derecho.

¿Por qué actuó así Victoria K.? ¿Fue por criterio propio o por disciplina de partido?

Cuando la entrevistó Josefina Carabias, con motivo de su nombramiento como Directora General de Prisiones, a la pregunta: "¿Contenta, Victoria?", contestó: "Sí, mucho. Pero más que por mí, por lo que esto representa para todas las mujeres españolas. ¡Hemos vivido en un atraso tan lamentable! Afortunadamente ya se ha roto el hielo. Las mujeres hemos trabajado por la República y esté usted segura de que la República no ha de negarnos ni uno sólo de los derechos que ya han conquistado las mujeres de otros países".

Eso fue el 25 de abril de 1931, y el debate sobre el voto en la Cámara, el 1 de octubre. ¿Había cambiado Victoria de forma de pensar en tan corto espacio de tiempo? Está claro que si su partido, el Radical Socialista, hubiese enarbolado la bandera del voto a la mujer, ella lo hubiese defendido con gusto, y hasta con pasión, por considerarlo consecuente con sus principios y los principios de la nueva Constitución que se estaba fraguando, pero en ella no estaba viva la veta feminista, como lo estaba en Clara Campoamor,y se plegó fácilmente a la consigna de su partido, pareciéndole razonable anteponer la posibilidad de un riesgo para la República, al derecho inalienable de votar que todo ciudadano tiene, aunque sea mujer.

Una decisión como esta debió de ser angustiosa, en la medida en que no tenía retorno. Sus palabras de autojustificación ante la Cámara lo revelan: "Es significativo que una mujer como yo…se levante en la tarde de hoy a decir a la Cámara sencillamente, que creo que el voto femenino debe aplazarse…Lo dice una mujer que en el momento crítico de decirlo renuncia a un ideal".

Es cierto que las palabras de Victoria K. Levantaron polvareda; la levantaron por ser mujer y por enarbolar la bandera del voto otra mujer, pero la oposición feroz estaba en una legión de hombres, de ilustres nombres masculinos a los que ella sucumbió. Fueron 121 hombres que votaron en contra en la primera votación, es decir, 120 porque el voto de Victoria era femenino.

Es preciso señalar que cuando los ecos de la lucha feminista llegaron a España, ya no eran tan novedosos. En el mundo occidental, incluso en una parte de ese mundo, las mujeres ya habían conseguido su objetivo principal: el voto. Los únicos países europeos que concedieron a la mujer igualdad de derechos con respecto al voto antes de la Primera Guerra Mundial, fueron Finlandia (1906) y Noruega (1913).

Cuando las mujeres españolas comenzaron a organizarse en grupos feministas, las feministas de otros países ya habían conseguido muchos de sus objetivos. Quizás una de las razones del fracaso del movimiento feminista español de esos años hay que buscarla en la lucha política de entonces; debido al tardío proceso de transición de un régimen liberal a uno democrático. Teniendo esto en cuenta, Victoria K. defendía que la concesión del voto a la mujer significaría un retroceso político en la vida española, un triunfo importante de las derechas, a las que mayoritariamente ofrecerían su voto las mujeres al estar en una situación tan poco emancipada y tan dependiente de la Iglesia Católica. Puede haber muchos prejuicios en estas afirmaciones, pero no carecían de fundamento en la realidad sociológica de la España de los años treinta.

A pesar de su oposición, el voto femenino salió adelante, y en la Constitución de 1931 el artículo que lo reconocía quedó así: "Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes".

El debate había estado marcado por una doble consideración: desde el punto de vista ideológico negar el voto a la mujer era inadmisible y antidemocrático; pero desde el punto de vista político estaban los que querían dar el voto a las mujeres como norma (los socialistas del PSOE), y los diputados de la derecha, que pensaban que las mujeres votarían por ellos (como sospechaba Victoria K.). Enfrente se encontraban los que lo consideraban inoportuno desde el punto de vista de la estrategia política (el Partido Radical Socialista, Acción Republicana, los Radicales, partido al que pertenecía Clara Campoamor, y que le retiró su confianza tras el debate sobre la concesión del voto). El diputado Álvarez Buylla, que presentó una enmienda a la totalidad del proyecto que recogía ese derecho, consideraba el voto femenino como "un elemento peligrosísimo para la República, porque la mujer española, como política, es retardataria, es retrógrada; todavía no se ha separado de la influencia de la sacristía y del confesionario". Clara Campoamor le contestará "que había olvidado el principio democrático que aquí estamos obligados a implantar sin distinciones aristocráticas de ninguna clase", y "el hecho eterno de que cada hombre define a la mujer a su manera…y es preciso dejarla que se manifieste para que por sus hechos se la pueda juzgar".

Otro diputado, Ossorio y Gallardo, decía: "Poneos de acuerdo, señores,…pero no condicionéis su voto con la esperanza de que os vote a vosotros…Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su derecho como ser humano…".

Para concluir, oigamos a Clara Campoamor: "…Los sexos son iguales, lo son por naturaleza, por derecho y por intelecto; pero además lo son porque ayer lo declarásteis…".

Es evidente que nada puede reprocharse a tales argumentos desde la perspectiva de la igualdad, sería hipócrita. Pero no podemos resistirnos a contextualizar, de nuevo, la posición de Victoria K. en este duro debate. Oigamos algunas de las palabras que pronunció en la Cámara el 1 de octubre:

"En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos aquí para decir: es necesario aplazar el voto femenino. Y es necesario, Sres. Diputados, aplazar el voto femenino, porque yo necesitaría ver, para variar de criterio, a las madres en la calle pidiendo escuelas para sus hijos; yo necesitaría haber visto en la calle a las madres prohibiendo que sus hijos fueron a (la guerra de ) Marruecos; yo necesitaría ver a las mujeres españolas unidas todas pidiendo lo que es indispensable para la salud y la cultura de sus hijos. Por esto, Sres. Diputados, por creer que con ello sirvo a la República (…), como me he comprometido a servirla mientras viva, por este estado de conciencia es por lo que me levanto esta tarde a pedir a la Cámara que despierte la conciencia republicana, que avive la fe liberal y democrática y que aplace el voto para la mujer. (…) Son necesarios algunos años de convivencia con la República; que vean las mujeres que la República ha traído a España lo que no trajo la Monarquía; esas veinte mil escuelas de que nos hablaba esta mañana el Ministro de Instrucción Pública, esos laboratorios, esas Universidades Populares, esos Centros de Cultura donde la mujer pueda depositar a sus hijos para hacerlos verdaderos ciudadanos. (…) Cuando la mujer española se dé cuenta de que sólo en la República están garantizados los derechos de ciudadanía de sus hijos, de que sólo la República ha traído el pan que la Monarquía no les había dejado, entonces, Sres. Diputados, la mujer será la más ferviente (…) defensora de la República. (…) Por eso creo que es necesario aplazar el voto de la mujer".



Sometido a votación el artículo 34 (luego 36 de la Constitución), fue aprobado por 161 votos contra 121. Por 40 votos de diferencia, el sufragio femenino quedaba garantizado.

Aparte de esta actuación de Victoria K. en el debate sobre el voto femenino, presentó varias enmiendas, junto con otros diputados, a distintos artículos del Proyecto de Constitución; de las cuales vamos a transcribir tres, porque reflejan su forma de pensar en otros tantos asuntos clave.

Una es de 8 de septiembre de 1931, al artículo primero, que dice:

"España es una República de trabajadores, liberal en el principio, democrática en el fundamento y social en la orientación. El poder civil, único que existe, procede del pueblo. Toda autoridad y jerarquía social le está subordinada."

"Son los fines del Estado: velar por la integridad del territorio y por la independencia de la sociedad española, garantizando la libertad y los derechos de los ciudadanos, conservar el orden público y dirigir el progreso moral, intelectual y económico del país."

Esta enmienda, que define la política del país, marca su postura doctrinal y sintetiza los compromisos a cumplir, no fue recogida en el artículo primero de la Constitución más que en sus primeras palabras. El resto quedó diluido en declaraciones, y lo más particular, que es lo del "poder civil único" no se introdujo.

Otra enmienda de las presentadas fue sobre la familia. Lleva fecha de 29 de septiembre de 1931, y dice así:

"La familia está bajo la salvaguarda especial del Estado. El matrimonio se funda en la igualdad de derechos de ambos sexos y podrá disolverse por mutuo disenso a solicitud de la mujer o del marido, con alegaciones de justa causa." (…) "El Estado se obliga a proteger y asistir de la manera más amplia, a la infancia y a la maternidad, y a proteger, asimismo, a la juventud contra la explotación, contra el abandono moral, intelectual o físico".

Esta enmienda de Victoria k. prácticamente quedó recogida en su totalidad en el artículo 43 de la Constitución.

No ocurrió así con la enmienda presentada sobre la remuneración del trabajo de la mujer. Tiene fecha también de 29 de septiembre de 1931, y dice:

"Ante la igualdad en el trabajo, no habrá desigualdad alguna de remuneración entre el sexo femenino y el masculino."

La Constitución dice, en su artículo 46, que se regulará el trabajo de las mujeres, pero no garantiza ninguna igualdad.

Dentro de su actividad política también merece citarse su actuación ante la Cámara en defensa de Margarita Nelken, la otra de las tres mujeres que habían obtenido escaño en las Cortes Constituyentes. "Nada más; las que merecieron la graciosa condescendencia masculina" (según palabras de Clara Campoamor), pero Nelken no pudo prometer el cargo por problemas de nacionalidad. Nacida en España de padres alemanes, se consideraba tan española, que se había olvidado optar por esta nacionalidad al alcanzar la mayoría de edad.

Victoria K. la defendió frente a la protesta que contra ella había formulado el diputado Diego Hidalgo. Basó su defensa en que Margarita Nelken, además de haber actuado siempre como española, hasta el extremo de haber sido la primera mujer que fundó en España una Casa de Niños para recoger a los que eran pobres y estaban en la vía pública, había ocupado un cargo oficial en el Consejo de Instrucción Pública, representando a España como tal, usaba pasaporte español y ahora había aceptado el cargo de diputada. Y si este caso no estaba previsto por la legislación española, por el contrario sí lo estaba la pérdida de nacionalidad española por el español que ocupase cargos oficiales en un gobierno extranjero. El acta de Margarita Nelken fue admitida con la condición de que al hacer la promesa del cargo de diputada, solicitase el reconocimiento de su nacionalidad española.

¿Fue Victoria Kent feminista?
Sería fácil responder a esta pregunta con un "No"; pero sería demasiado rotundo y simplificador. Es cierto que la propia Victoria Kent no gustaba llamarse a sí misma "feminista", como otras muchas mujeres intelectuales de su época, que rompían moldes pero no aceptaban de buen grado que se les llamase feministas, quizás porque el término conllevaba una carga despectiva que ellas no estaban dispuestas a asumir. Ella decía: "No seamos feministas conscientes de nuestra capacidad y de nuestros derechos, que la justicia ampara nuestros deberes". Ella pensaba que una mujer nunca podría ser capitán de buque, ni piloto aviador con mando en líneas de importancia, ni bombero, por su menor capacidad física. Es evidente que una feminista radical nunca haría tales afirmaciones, sobre todo en los tiempos actuales. Pero la España de los años treinta era diferente, y eran otros los problemas que urgían una solución por parte de la sociedad española, destacando entre ellos, por supuesto, la necesaria emancipación de la mujer y la conquista de la igualdad civil sin discriminaciones de género. Pero este era un problema entre otros muchos de igual calibre.

También es cierto que su actividad política pone de relieve su concepción "poco feminista" del papel que la mujer podía jugar en la sociedad de su tiempo. Ella pensaba que "el hogar, base de nuestra sociedad europea, de toda sociedad democrática, es el patrimonio de la mujer". Cualquiera que hoy hiciera tales afirmaciones sería tachado de retrógrado y machista, y con razón!. Pero es necesario hacer algunas matizaciones que suavicen este semblante, que nos acerquen a la complejidad del pensamiento político y social de Victoria Kent, tan determinado por la época que le tocó vivir.

En la Segunda República el abismo que existía entre el ordenamiento jurídico y la realidad social creció y se hizo más patente por las ansias de modernización que existían en toda la sociedad española. Y esto se puso de manifiesto en una cuestión tan palpitante como la concesión del derecho al voto a la mujer. Dos de las tres mujeres que ocupaban escaños en el Congreso se enfrentaron por dicho motivo. Victoria Kent propuso que dicho derecho fuera aplazado por razones de utilitarismo político; la mujer, según ella, aún no estaba preparada para ejercer de forma consciente y libre este derecho; antes debía ser instruida. La instrucción sería la base de su emancipación. ¿Fue una posición personal o fue la posición del Partido político al que pertenecía, y que hubo de defender en los debates constitucionales?…no es fácil dar una respuesta. Clara Campoamor, por el contrario, mantuvo el principio teórico de la igualdad y llevó el peso de los debates casi en solitario, con la oposición de su propio partido, el Radical, y de la mayor parte de los republicanos. Eran muchos los que se oponían a la concesión del voto femenino: los partidos de la derecha tradicionalista y católica con argumentos biologistas y claramente machistas; los partidos republicanos desde posiciones utilitaristas, por considerar que las mujeres, demasiado influenciadas por sus curas confesores, acabarían votando a los partidos políticos de derechas, lo que no beneficiaría a la República, según su modo de ver las cosas entonces. Al final el asunto se resolvió con una apretada victoria de los partidarios del "voto femenino" frente a los que se oponían, por lo que la Constitución que las Cortes republicanas aprobaron reconocieron la plena igualdad jurídica y política entre hombres y mujeres. Pero la realidad presentaba otras aristas, estaba muy lejos la igualdad en la vida cotidiana (todavía hoy sucede algo parecido, aunque se han reducido las desigualdades reales…)

Pero esta polémica sufragista desarrollada en 1931 puede ser planteada desde otra perspectiva. En principio, el contraste entre las realidades femeninas (mujeres burguesas, mujeres de clase media, mujeres proletarias, donde se combinan las identidades de clase social y de género) y el mundo de intereses creados en la esfera pública, monopolizada por los hombres, es evidente.

Si en el Parlamento se discutía sobre lo divino y lo humano del voto femenino, había cuestiones mucho más agobiantes a ras de tierra, cuestiones que tenían que ver con la mera supervivencia. A ras de tierra la polémica sobre el sufragio femenino parecía suceder en otro planeta, en un escenario artificial donde se representaba un drama en el que participaba la burguesía, pero que se producía de espaldas a la realidad cotidiana de explotación y lucha por la vida en que transcurría la existencia de tantas familias y mujeres españolas de clase obrera o campesina. El contraste entre la incipiente legislación republicana sobre la mujer y la realidad era demasiado grande. El testimonio de una antigua trabajadora malagueña en las faenas de la almendra resulta significativo. No le llegó ninguna información sobre la posibilidad de votar y nunca votó. Su vida y las de sus compañeras transcurría de espaldas a la política en cualquiera de sus manifestaciones, salvo cuando sentían sobre ellas o sus familias el peso de la represión. Como contrapunto, existía una gran solidaridad entre las trabajadoras; esa solidaridad abarcaba determinados aspectos de la vida familiar, por ejemplo el cuidado de los hijos y de la casa, y la recíproca protección ante los malos tratos de los maridos. La miseria, la necesidad de sobrevivir impidieron a muchas mujeres ir más allá y plantearse soluciones políticas. Estaban demasiado atareadas en sobrevivir. La política no sólo era cosa de hombres; era, además, un asunto de las clases altas.

Con este telón de fondo, la posición aparentemente "antifeminista" de Victoria Kent se desvanece. Su compromiso político y social con los más desfavorecidos de la sociedad española demuestra claramente su voluntad transformadora. Puede verse su obra como Directora General de Prisiones en el primer gobierno republicano.

Pero es que, además, el feminismo español de los años treinta, en tanto que movimiento asociativo organizado quedó relegado por la aguda tensión social vivida en tiempos de la Segunda República; en tanto que fenómeno ideológico llegó domesticado por años de lucha en países extranjeros y en momentos de crisis, cuando Hollywood promocionaba arquetipos feminizadores y se imponía el culto a la "verdadera mujer"; en tanto que por su composición de clase, estaba condenado a ser tan débil como lo eran las clases medias y la propia revolución industrial en nuestro país.

El llamado "feminismo radical" tuvo que ser, en este contexto, forzosamente poco radical; su discurso entroncaba con el discurso igualatorio de raíz liberal-burguesa. Sus objetivos específicos, incluso la cuestión del voto, se vieron sacrificados por el bien de la España republicana; lo que se necesitaban eran mujeres instruidas e independientes al servicio de esa nueva España que debía ser modernizada. Anhelo compartido también por el "feminismo de izquierdas", impregnado de la concepción marxista que postulaba la igualdad una vez que se lograra eliminar la propiedad privada; de la concepción anarquista defendida por Federica Montseny, para la cual no existía un "problema femenino" sino un "problema humano". Sólo en este contexto ideológico, social y político cabe entender, y respetar porque ella así lo quiso, la aparente contradicción de una mujer que logró traspasar el camino que conducía del hogar a la esfera pública, alejándose del mito del eterno femenino y rompiendo, con su actitud valiente y comprometida, el modelo de mujer que por herencia cultural le correspondía asumir.

Directora General de Prisiones
Victoria Kent fue republicana, republicana convencida. "yo soy republicana de pura cepa, republicana de ayer, republicana de hoy y republicana de mañana", decía de sí misma. No obstante, no quería una República instaurada con violencia. Al volver a España en 1977 lo repitió : "Yo estaré con la decisión del pueblo". La instauración de la República o de la Monarquía por la fuerza lo consideraba un acto de traición. Lo importante estaba en la instauración de la democracia, garantía de las libertades.


Políticamente hablando fue mujer de partido. Perteneció al Partido Radical Socialista desde su fundación y por él presentó su candidatura a Diputada en Cortes los años 1931 y 1933. El Partido Radical Socialista se fusionó con acción Republicana el 2 de abril de 1934, tomando por nombre el de Izquierda Republicana. Ella formó parte de la Asamblea Constituyente de esta fusión, y su fidelidad, tanto antes como después de la misma, fue manifiesta.

Su vida y su obra son ejemplo vivo de entrega y fidelidad. Fidelidad a un ideal: el republicano; fidelidad a un partido: el Radical Socialista; fidelidad a una obra dentro de su profesión: la humanización de las cárceles; fidelidad a un imposible: el derrocamiento de la dictadura franquista y restauración de la República en España.



MEDIDAS Y DISPOSICIONES ADOPTADAS POR VICTORIA KENT PARA HUMANIZAR LA VIDA EN LAS CÁRCELES ESPAÑOLAS




Fue nombrada Directora General de Prisiones por Decreto de 18 de abril de 1931. Y dimitió de su cargo el 8 de junio de 1932. A lo largo de los catorce meses que permaneció en el puesto, desarrolló una ingente labor de reforma del sistema penitenciario que queda claramente reflejada en las siguientes disposiciones publicadas en la Gaceta Oficial (el equivalente al actual BOE):

Orden del 22 de abril de 1931, por la cual liberó a los recursos de la obligación que tenían de asistir a los actos religiosos católicos, y les permitió leer la prensa si no estaban incomunicados.

Orden del 12 de mayo de 1931, por la cual aumentó la ración alimenticia a los presos y dictó medidas de control que garantizasen su cumplimiento.

Orden del 13 de mayo de 1931, por la cual acuerda que se proceda con la mayor urgencia a retirar de las prisiones de toda clase, cuantas cadenas de las llamadas "blancas", "grillos y demás hierros" análogos existiesen en ellas.

Orden de 19 de mayo, por la cual prohibió a los funcionarios de prisiones ausentarse del lugar de su residencia oficial sin permiso especial.

Orden del 19 de mayo de 1931, por la cual se aclara cómo ha de aplicarse la libertad condicional.

Orden del 20 de mayo de 1931, por la cual ordena colocar en el patio central de cada prisión, o sitio de mucha circulación, un buzón de reclamaciones, cuya llave estaría bajo custodia del Inspector regional, de los Presidentes de Audiencia o de los Jueces de Instrucción, según el cual estos señores tenían la obligación de remitir cada quince días y bajo sobre cerrado las reclamaciones que se produjesen, directamente a la Dirección General de Prisiones.

Orden del 28 de mayo de 1931, por la cual acuerda que al acto de "extracción de los artículos del suministro y la entrega del pan" concurran uno o dos oficiales y un recluso.

Orden del 9 de junio de 1931, por la cual suprime las inspecciones regionales; la Inspección queda centralizada en la Dirección General, bajo cuya dependencia la ejercerá un Inspector General y cinco Inspectores Centrales.

Orden del 18 de junio de 1931, por la cual ordena que del Registro Central de Penados y Rebeldes desaparezcan las notas de condena de menores de 16 años, y fija en qué casos igual medida se aplicará a los mayores de dicha edad.

Orden del 13 de julio de 1931, por la cual autoriza a los funcionarios de prisiones a "mantener en prensa sus aspiraciones técnicas, administrativas, morales y económicas" como los demás ciudadanos; y a leer en horas de servicio nocturno, incluso de día, si el director considera que no perjudica la atención al preso. Por la misma orden se fija que la apertura y cierre de rastrillos y puertas de la prisión sea efectuada por presos de confianza, vigilados, y que el hecho conste en su expediente personal.

Orden del 24 de julio de 1931, por la cual se aprueban dos proyectos para la construcción de prisiones provinciales, una en Valladolid y otra en Santander.

Orden del 4 de agosto de 1931, por la cual disuelve al Personal de Capellanes de la Sección Facultativa del Cuerpo de Prisiones. No negó el culto a los reclusos, pero evitó el que siguiesen siendo presionados a pesar de la libertad (religiosa) establecida. Ahora serían atendidos por sacerdotes del lugar, cualquiera que fuese su religión.

Orden del 5 de agosto de 1931, por la cual regula los Economatos Administrativos de Prisiones Provinciales.

Orden del 6 de agosto de 1931, por la cual convoca concurso para proveer 40 plazas de guardianes de prisiones.

Orden del 19 de agosto de 1931, por la cual se autoriza revisar los jornales del presupuesto de obras de construcción de la prisión de Granada y la aprobación de un presupuesto adicional para que, dentro de las celdas proyectadas, los retretes quedasen aislados.

Orden del 22 de agosto de 1931, por la cual se convoca un concurso para la adquisición de 1.500 mantas de pura lana con destino a las prisiones.

Orden del 10 de septiembre de 1931, por la cual se aprueba el proyecto de construcción de una prisión provincial en Ciudad Real. Ese mismo día suprime 115 prisiones que no reunían las condiciones de habitabilidad exigidas.

Orden del 25 de septiembre de 1931, por la cual se extiende a todos los presos de las cárceles suprimidas, el derecho de ser trasladados por línea férrea, o por el medio más rápido y económico de que se disponga, pero nunca a pie.

Orden del 23 de octubre de 1931, por la cual se crea dentro del Cuerpo de Prisiones, la Sección Femenina Auxiliar. El 26 del mismo mes convoca concurso para la provisión de 34 plazas de dicha Sección Femenina.

Orden del 21 de noviembre de 1931, por la cual clausura la cárcel de Colmenar Viejo en tanto se repara o se construye otra.

Orden del 27 de noviembre de 1931, por la cual se aprueba el proyecto de construcción de una Prisión Provincial de Mujeres en Madrid con carácter urgente (hasta entonces las mujeres eran recluidas en conventos).

Orden del 30 de noviembre de 1931, por la cual se dispone el abono a los reclusos que queden en libertad de los gastos de viaje y de la ropa necesaria para salir de prisión, ello aunque tengan ahorros en su cartilla.

Orden del 10 de diciembre de 1931, por la cual se indulta a los penados que tengan más de 70 años.

Orden del 19 de diciembre de 1931, por la cual se anticipa la libertad condicional de los presos próximos a conseguirla, para que puedan pasar la Navidad fuera de la prisión.

Orden del 11 de enero de 1932, por la cual se condonan (perdonan) los correctivos que habían sido impuestos a funcionarios del Cuerpo de Prisiones.

Orden del 13 de enero de 1932, por la cual se declara que no pueden ser recusados los Inspectores en expedientes gubernativos.

Orden del 14 de marzo de 1932, por la cual anula todos los documentos de identidad para uso de armas, de que gozaban los funcionarios, tanto de la Dirección General como de Prisiones.

Orden del 22 de marzo de 1932, por la cual concede a todos los septuagenarios de buena conducta el derecho a pedir la libertad condicional.

Orden del 29 de marzo de 1932, por la cual se crea el trascendental Instituto de Estudios Penales, nombrándose Director del mismo al profesor Jiménez Asúa, que había colaborado en su estudio. La principal misión de este instituto era la formación del personal de prisiones que hubiese aprobado los exámenes de ingreso; allí cursaría estudios de materias especializadas: Penología, Sicopatología, Pedagogía Correccional, Derecho Penal, Procesal, y Criminal, Sistemas de Identificación Judicial, Administración y Contabilidad de Prisiones.



ANÁLISIS DE SU LABOR PENITENCIARIA



En esta corta, pero larga, y sobre todo, sustanciosa relación de disposiciones, se aprecia cómo quiso y comenzó a acometer la reforma de las prisiones con la nobleza, la sinceridad y el empuje de un toro, algo así como si temiese ver su labor truncada en cualquier momento, como si quisiese conseguirla en un tiempo récord, antes de que las "fuerzas del mal" se diesen cuenta y la imposibilitasen.

Para Victoria Kent las tres medidas que más sensación causaron de todas las que adoptó fueron: la recogida de cadenas y grilletes (esta medida borró para siempre la posibilidad de hacer chistes negros a costa de la figura del preso vestido a rayas y arrastrando tras de sí una gran bola de hierro), la supresión de 115 cárceles y los permisos de salida de los presos.

En cuanto a la primera medida, con el material requisado en las cárceles ordenó hacer un busto en hierro a Concepción Arenal (que ya había intentado reformar y modernizar el sistema penal español en el s. XIX).

En cuanto a la segunda medida, las cárceles suprimidas eran, en su mayoría, cárceles de partido, de pueblos pequeños, cuyos locales eran inmundos y, en muchas ocasiones, compartidos con escuelas, con casas particulares y con albergues de caballerías. Suprimió el penal de Chinchilla, en Albacete, instalado en el castillo, donde no había posibilidad de calentar sus habitaciones ni tenían agua corriente, argumentos que se vio obligada a alegar desde el balcón del Ayuntamiento de Chinchilla cuando los vecinos la recibieron con pancartas que decían: "queremos el penal".

En cuanto a la medida revolucionaria de conceder permisos de salida a los reclusos, permisos de ida y vuelta que nada tenían que ver con la libertad condicional, efectivamente causaron gran sensación y cierto terror, pero sin duda los casos eran escogidos con tanto cuidado y certeza, sujetos a la conducta del recluso y a sus circunstancias familiares, que "ni uno solo de los reclusos que disfrutó de este permiso dejó de presentarse en la prisión en la fecha que le fue fijada".



LA DIMISIÓN



Bruscamente, el 8 de junio de 1932, apareció en la Gaceta de Madrid (el BOE) la noticia de la dimisión de Victoria Kent.

Hasta entonces no había tenido dificultades para llevar a cabo su plan, habiendo recibido el apoyo político del que era Ministro de Justicia, Don Fernando de los Ríos. En esos momentos ocupaba el cargo un nuevo Ministro de Justicia, don Álvaro de Albornoz, precisamente al que ella había defendido durante la monarquía ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, obteniendo su absolución, y que, además, pertenecía a su partido, el Radical Socialista.

La lógica nos lleva a pensar que el apoyo del nuevo Ministro de Justicia iba a ser, si cabe, mayor que el del anterior, pero no fue así; en lo que tal vez influyó el no estar familiarizado con la reforma. Dice Victoria Kent: "Mi propuesta asustó al Señor Albornoz, y la presentó al Consejo de Ministros. El Consejo la estimó audaz y no la aprobó, considerando que podía suscitar dificultades en varios sectores sociales...Albornoz me comunicó el criterio del gobierno y presenté mi dimisión. Sentarme en mi despacho a firmar órdenes y comunicaciones no favorecía la continuación de mis proyectos y, de otro lado, no podía aceptar de buen grado mi temperamento esta situación. No tengo noticias de que mis sucesores hayan introducido ninguna reforma apreciable".

El que era en ese momento Presidente del Gobierno, Manuel Azaña, tampoco se mostró demasiado sensible al proyecto de reforma penitenciaria desarrollado por Victoria Kent; lo consideraba demasiado humanitario. Oigamos lo que dejó escrito en sus memorias: "En el Consejo de Ministros hemos logrado por fin ejecutar a Victoria Kent, Directora General de Prisiones. Victoria es, generalmente, sencilla y agradable, y la única de las tres señoras parlamentarias simpática…Pero en su cargo de Directora General ha fracasado. Demasiado humanitaria, no ha tenido por compensación, dotes de mando. El estado de las prisiones alarmante. No hay disciplina. Los presos se fugan cuando quieren. Hace muchos días que estamos para convencer a su ministro Albornoz de que debe sustituirla. Albornoz, aterrado ante la idea de tener que tomar una resolución disgustosa para Victoria, se resistía. Pero la campaña de prensa contra la Kent ha continuado y está quedando muy mal. Sea como quiera, hoy se ha acordado la separación de la Kent y el nombramiento de Sol para sustituirla".

Las palabras no pueden ser más ligeras; como decía Concepción Arenal, cuando a ella la cesaron de Visitadora de Prisiones: "No quieren más que rutinas".

El exilio
Cuando estalló la guerra civil (1936), Victoria Kent fue destinada a la secretaría de la embajada española en París con una misión específica: alojar en colonias infantiles, conforme caían los frentes republicanos, a los niños y niñas que habían quedado sin familia y sin hogar.

Entre 1940 y 1944, Victoria Kent atravesó la época más difícil de su vida, como refleja en su libro "Cuatro años en París". Sola, rodeada de amigos, su intuición la ayudó a guiarse entre los hombres de la Gestapo (la policía política nazi), entre colaboracionistas con el régimen nazi de ocupación y delatores. Aprendió a desafiar la locura de vivir encerrada en la embajada de México; aprendió a vivir el riesgo de la libertad "sin papeles" en un apartamento del Bois de Boulogne. Victoria ya no es Victoria, ahora es "Plácido" (un seudónimo). Tiene que sobrevivir a cualquier precio, como un "perro callejero", según sus propias palabras.

Cuando París es liberado por los ejércitos aliados de la ocupación nazi, Victoria renace de nuevo. Su emocionado relato de la liberación de París no deja lugar a dudas:

"¿Y esos tanques? ¿Veo claro? ¿Son ellos? Sí, son ellos. Son los españoles. Veo la bandera tricolor; son los que atravesando el África, llegan hasta los Campos Elíseos. Los tanques llevan nombres que son una evocación "Guadalajara", "Teruel", y son los primeros desfilando por la gran avenida. París aplaude. París aplaude a los españoles curtidos en una lucha de nueve años, que sonríen hoy al pueblo liberado.

París aplaude a la España heroica de ayer, a la España libre, democrática y fuerte de mañana. Parece un sueño…Parece un sueño"

Liberado París, Victoria Kent sigue la suerte de todos los españoles (en torno a medio millón) que abandonaron España después de la guerra civil: el exilio. Largo tiempo vivieron en la esperanza de que la dictadura del general Franco caería de un momento a otro; en la esperanza de que el caso de España fuese atendido internacionalmente y llevado a abocar en una democracia, con retorno del gobierno republicano que funcionaba en el exilio, pero ese milagro no se produjo nunca. Y Franco moriría en su cama, para desesperación de los que habían luchado en la clandestinidad contra la dictadura.

Victoria Kent, como tantos otros ya lo habían hecho, y ella había intentado hacerlo cuatro años antes, salió para México, país donde los exiliados españoles eran bien recibidos y tratado con alta consideración.

En este país permaneció dos años y en él pudo desarrollar lo que en España le había costado el cargo de Directora General de Prisiones, es decir, formar adecuadamente personal de prisiones. El gobierno de México le encargó fundar una Escuela de capacitación para dicho personal. Fue su directora durante los dos años que permaneció en aquel país. Al mismo tiempo, impartía conferencias en la Academia Mexicana de Ciencias Penales y dio clases de derecho penal en la Universidad.

Su especialidad en estas materias la lleva a colaborar en Argentina con Jiménez Asúa, su antiguo profesor, y luego colaborador cuando ella desempeñaba el cargo de Directora general en España.

En 1949 la ONU (Organización de las Naciones Unidas) le ofrece desempeñar un puesto en la Sección de Defensa Social, que estaba relacionado con el estudio de las cárceles de mujeres. Lo acepta, y en 1950 traslada su residencia a Nueva York. Parece ser que el desempeño de dicho cargo no respondió a sus expectativas, pues no le permitía iniciativa alguna; era puramente "burocrático". Pasados dos años abandona el cargo de la ONU, pero nunca abandonará Nueva York; allí se afinca para el resto de su vida.

Y allí, por pura ideología, sentimentalismo y amor a España, realiza otra de sus grandes obras: la publicación de la revista Ibérica.

Victoria Kent, fiel a su ideología republicana, lo fue también a un ideal que se antojaba imposible: conseguir el derrocamiento de la dictadura franquista y la restauración de la República en España.

La fundación de la revista Ibérica debió de ser el medio más eficaz que encontró para alcanzar este propósito. La revista nació, en 1953, "con el fin de informar al pueblo americano sobre la situación de España bajo la dictadura franquista." "Veníamos comprobando diariamente, dice, que la prensa americana guardaba silencio sobre España."

En una reunión celebrada posteriormente en casa de Luisa Crane, la amiga norteamericana que prestó a la revista "su decidido apoyo incondicional y su ayuda económica" reunión a la que asistieron "excelentes amigos americanos que ofrecieron también su ayuda a nuestro esfuerzo", Salvador de Madariaga propuso que la revista se editase en dos lenguas, inglés y español, para que los españoles supieran "lo que ocurría en su casa y advertir a los países de Iberoamérica del peligro de un contagio posible del régimen dictatorial que imperaba en la MADRE PATRIA".

En enero de 1954 aparece el primer número de Ibérica en español. El profesor Madariaga publica en él su primera colaboración: "Declaraciones", que contiene una razón y un ruego: "Ibérica se publica en este país de hombres libres para recordar a todos que la libertad es indivisible y que la tiranía es contagiosa; y como una prenda viviente de la esperanza de que el país de hombres libres no abandone al pueblo español en su lucha por la libertad".

En los primeros números aparece Victoria kent como editora, y a partir del nº 9 como directora. Eran presidentes de Honor, Salvador de Madariaga y Norman Thomas.

Para Ibérica nuestra frontera estaba cerrada, la falta de libertades públicas y la censura de prensa hacían imposible su circulación. Con razón Victoria Kent en 1982, cuando prologó el libro que recoge los artículos que Madariaga publicó en Ibérica, manifiesta: "nos es permitido decir que estos artículos pueden considerarse inéditos para el público español, ya que fueron pocos los que conocieron la revista y menos los que pudieron recibirla clandestinamente""

La revista tuvo una vida en español de 21 años; nacida para combatir el régimen franquista, al terminar la dictadura en 1975 se consideró innecesario su publicación.

EL FINAL

El día 25 de septiembre de 1987 Victoria Kent fallecía a los 89 años de edad. Vivía entonces en casa de su entrañable amiga Luisa Crane, muriendo en el Hospital de Lennox Hills, de Nueva York.

El exilio cambió la vida de esta destacada jurista española, pionera de las mujeres profesionales del Derecho, hasta el extremo de llegar encontrarse muy a gusto fuera de su país, y lo que es más paradójico, en la ciudad de los rascacielos.

Había escrito estando encerrada en su refugio parisino. "El exilio sigue siendo una fuente inagotable de sufrimientos…el hombre fuera de su patria es un árbol sin raíces y sin hojas: lucha por mantenerse firme sobre la tierra y nadie puede descansar bajo su sombra. Ovidio dijo: "en saliendo de su patria, ¿quién puede decir que sigue siendo el mismo?"

Restablecidas las libertades en España, pudo volver del exilio; si no lo hizo fue porque lazos más fuertes la unían a Norteamérica. Allí había iniciado el desarrollo de una nueva vida que rondaba ya los cuarenta años; allí encontró calor humano, ayuda, comprensión y campo profesional para desarrollarlo.

Volvió a España, eso sí, para visitarla. Su discurso era corto, claro y seguro, su pisar fuerte todavía, su mirada contenida y frontal. Vino pero regresó; sin duda quería ser fiel a la libertad del país que la acogió, a las personas que le brindaron su ayuda y su amistad en él, a las que le prestaban apoyo en los ya últimos años de su vida; abandonarlas hubiese sido provocar un vacío en las dos partes.

Bibliografía
RAMOS PALOMO, M.- "HOMENAJE A VICTORIA KENT". Universidad de Málaga, 1989.

TELO NUÑEZ, M.- "CONCEPCIÓN ARENAL Y VICTORIA KENT. LAS PRISIONES. VIDA Y OBRA" Instituto de la Mujer, 1995.

KENT SIANO, V.- "CUATRO AÑOS EN PARÍS (1940-1944)". Universidad de Málaga, 1997.

KENT SIANO, V. - "VICTORIA KENT, UNA EXPERIENCIA PENITENCIARIA" Revista "Tiempo de Historia" nº 17, 1975.

MONLEÓN, J.- "LA SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DE JACA DE 1930" Revista "Tiempo de Historia" nº 47, 1974.

RAMOS PALOMO, M.- "MEMORIAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y EL EXILIO. EL LENGUAJE DE LOS PERDEDORES". 1996.

RAMOS PALOMO, M.- "EL INFORME DEL CONGRESO INTERNACIONAL DE ESTUDIANTES DE PRAGA O LA HUELLA DE LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA EN VICTORIA KENT (1921)". 1998.

RIVERA SÁNCHEZ, M.- " ESTUDIOS DE MAGISTERIO EN MÁLAGA DE VICTORIA KENT (1906-1911)".

RAMOS PALOMO, M.- "LUCES Y SOMBRAS EN TORNO A LA POLÉMICA: LA CONCESIÓN DEL VOTO FEMENINO EN ESPAÑA (1931-1933)". 1987.

GARCÍA VALDÉS, C.- "SEMBLANZA POLÍTICA Y PENITENCIARIA DE VICTORIA KENT".

CARMEN DOMINGO. - "Con voz y voto, las mijeres y la polítia en España, 1931-1945". Ed. Lumen, 2004.

María de la O Lejérraga. La voz del silencio sonoro.

María de la O Lejérraga. La voz del silencio sonoro. "... No es la Historia maestra de esperiencias; es,cuanto más, compenio de experiencias. Y la experiencia siempres es útil; si ajena, jamás puede ajustarse a nuestro caso particular; si propia, nunca nos avenimos a reconocer que nuestro caso actual sea repetición de un anterior conflicto ..."

María de la O Lejárraga más conocida como María Martínez Sierra estaba casada con el dudoso escritor Gregorio Martínez Sierra, con quien colaboró estrechamente en sus escritos. Hasta el punto de que fue ella la autora de numerosos éxitos teatrales que aparecieron firmados por su marido.

Ella fue una de las innumerables voces de la España Republicana que la guerra arrojó al exilio. Algunas tenían un doble registro: el literario y el del compromiso social. Este fue el caso de María: pedagoga, literata, dramaturga, periodista, dominadora de idiomas, fundadora de sociedades en defensa de la mujer, diputada socialista por Granada en 1933; agregada comercial en la embajada española en Bélgica, bajo cuya tutela estuvieron cientos de niños refugiados en la guerra.

María de la O Lejárraga y García nace en San Millán de la Cogolla (La Rioja), en 1874, pero se crió en el pueblo de Carabanchel. Estudió magisterio. A los veintitrés años se enamora de Gregorio Martínez Sierra, un joven de diecisiete años al que le gustaba el teatro y escribir poemas. María y Gregorio se casaron el 30 de noviembre de 1900. Ella publicó con su nombre Cuentos breves. Realiza su primer viaje al extranjero para estudiar pedagogía. "Bélgica fue mi iniciadora al socialismo", reconocería. Allí descubrió que los muchachos y muchachas de la clase media hacían causa común con los trabajadores y con ellos, entró por primera vez a una Casa del Pueblo. En 1906 Gregorio Martínez Sierra se enamora de la hermosa y joven actriz Catalina Bárcena. Rafael Cansinos-Assens recoge, en sus Memorias, este comentario del poeta Banco-Fombona: "Gregorio tiene alma de comerciante... Hasta aquí explotó el talento de su mujer... que es quien le escribe sus libros. Ahora va explotar la voz de oro de la Bárcena".

Escribía María en silencio para Gregorio y lo compartía en silencio con Catalina. Esta situación imposible se prolongó durante años, hasta que en 1922 Catalina tuvo una hija con Gregorio.

Entonces María se separó por fin y se fue a vivir a Francia pero siguió escribiendo para su marido. Con la aparición de la revista Helios, en 1904, se intensifica la amistad de María con Juan Ramón Jiménez. La confraternidad fue una de las cosas hermosas en la vida de María y el poeta, según se deduce de su epistolario. Manuel de Falla fue otro de los grandes corresponsales de María Lejárraga. Su amistad fue tan leal y profunda como para convertirse en su confidente.

Falla aceptó el humor de María de buen grado, quien le llamaba en andaluz Don Manué, y al músico le debía hacer tanta gracia como para firmarse él en sus cartas a María, Don Manué, y alguna vez añadió, er de las músicas.

María Lejárraga con Manuel de Falla y Joaquín Turina

La obra literaria de María de la O Lejárraga, bajo el nombre de Gregorio Martínez Sierra, es copiosa. Su novela Tú eres la paz, publicada en 1909, constituyó un best-seller. Tú eres la paz, forma parte del trío de novelas largas de la firma Martínez Sierra, con La humilde verdad y El amor catedrático. El 21 de febrero de 1911 se estrenó en el teatro Lara Canción de cuna. A partir de este éxito, la carrera teatral de la firma Martínez Sierra fue una de las más triunfales.

En el teatro Eslava se estrenaron o reestrenaron casi todos los títulos importantes de su producción: Amanecer, El arte de amar, La adúltera penitente, Sueños de una noche de agosto, Rosina es frágil, Cada uno y su vida, El corazón ciego, Don Juan de España, Mujer, Mamá, Para hacerse amar locamente, El reino de Dios, La torre de marfil... Al lado de estos títulos hay que destacar numerosos libretos que, en colaboración con los principales músicos y con los escenógrafos más audaces, dieron lugar a piezas escénicas tan memorables como El amor brujo y El corregidor y la molinera, de Falla; Las golondrinas, de Usandizaga o Navidad, de Turina.

Poco antes de la República, María empezó a dar charlas feministas. Era la Presidenta de la Asociación de Educación Cívica, cuyo objetivo principal fue despertar a las mujeres de la clase media. A estas mujeres de la clase media iba dirigido principalmente, su libro La mujer española ante la República, escrito en 1930. El libro lo inició con la siguiente cita: "La Patria, que para los hombres es La Madre, para las mujeres es El Hijo".

Fue elegida diputada en noviembre de 1933 por Granada. El hemiciclo de las Cortes Republicanas tuvo la oportunidad de oír la voz inteligente y sensible de María; la voz de una vocación incansable en contra de la injusticia y en favor de la igualdad. "Es preciso -decía María Lejárraga en la Cámara-, si se quiere libertar al pueblo, librarle de la esclavitud del hambre y de la esclavitud del terror". La noche del 17 de julio de 1936 al salir María del Ateneo, le informan que, en Marruecos se ha sublevado el general Franco. "... Nuestra bien nacida República. Nació en paz, y murió a mano armada", escribiría más tarde María Lejárraga. En el mes de noviembre de 1936 era designada a la Delegación de Berna, como agregada comercial para Suiza e Italia.

En otoño de 1937, María se hace cargo de una colonia de niños evacuados de España. Al finalizar la guerra comienza un largo exilio con la huida a Francia, donde durante la ocupación nazi, sufrió la clandestinidad, pasó hambre, y tras la liberación de París, vivió ciega, pobre y aislada del mundo.

En septiembre de 1950, María de la O Lejárraga se embarca rumbo a Nueva York, vivirá en México y se trasladará definitivamente a Buenos Aires, donde realiza nuevos proyectos literarios y periodísticos.

Cuando a los 78 años publica en el exilio su autobiografía Gregorio y yo, ya ha pasado para ella mucho dolor y mucha vida. Dos años más tarde publica Una mujer por caminos de España, que es también un libro biográfico en el que cuenta la campaña electoral: emocionante, en una España hambrienta y desgarrada. María de la O Lejárraga murió en Buenos Aires, el 28 de junio de 1974, pocos meses antes de cumplir los cien años. En una de sus últimas cartas, María decía:

"Las mujeres socialistas debemos enseñar, enseñar sobre todo una asignatura única: La solidaridad humana".

Francisco Arias Solis

«Durruti», o la memoria de un hombre de acción

«Durruti», o la memoria de un hombre de acción UNA VIDA DE LEYENDA / Abel Paz detalla las vicisitudes del anarquista por París, México, La Habana y Chile / El autor de la frase «llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» murió en 1936 atravesado por una bala misteriosa

Demasiado olvidado, como todo lo referido al anarquismo, Buenaventura Durruti es uno de los grandes mitos de la guerra civil (aunque murió en sus comienzos, en noviembre del 36) y del siglo XX español. Abel Paz le dedicó una monumental biografía, Durruti en la revolución española, que desborda sus aspectos personales para analizar los avatares políticos de las primeras décadas del siglo. Constantemente reeditada y traducida a diversas lenguas, la obra sale ahora en La Esfera de los Libros.
Buenaventura Durruti es, quizá, el ejemplo más acabado y radical del anarquismo español. Apolítico e incansable hombre de acción, no fue un revolucionario profesional en el sentido de liberado, de vivir pagado por la organización, ya que trabajó toda su vida.Pero sí lo fue en cuanto a que dedicó todas sus energías a la revolución y al ideal de la anarquía, meta en la que siempre se mostró intransigente.

Abel Paz sostiene lo que él mismo considera una teoría muy especial: que «el anarquismo español es la síntesis de Bakunin, Kropotkin y Malatesta; y Durruti es un representante de esa síntesis, por su ideario y por su forma de actuar». En todo caso, en Durruti predomina la acción.

Nacido en León en 1896, entra a trabajar en un taller mecánico a los 14 años, participando de las ideas socialistas y de las actividades del movimiento obrero. El socialismo «activo, revolucionario y finalista» que defendía lo identificó pronto con el anarquismo.Se integra en diversos grupos -Los Justicieros, Los Solidarios- con los que participa en atracos para proveerse de fondos. Estando él detenido, sus compañeros asesinan al gobernador de Bilbao, José Regueral, y al cardenal arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevila.La policía habla ya, en los primeros años 20, de la banda de Durruti.

En 1924 está en París, y allí el grupo planea una acción guerrillera desde los Pirineos que acabará en fracaso. A finales de año, Durruti y su ya inseparable Francisco Ascaso embarcan hacia América.En Cuba, trabajando en una plantación de caña, matan al propietario como represalia y escarmiento por el apaleamiento de tres huelguistas.Firman su acción como Los Errantes, nombre que les hace plena justicia en ese tiempo. Asaltan bancos en México, La Habana y Valparaíso; participan del agitado movimiento anarquista argentino de la época.

De vuelta en París, Durruti y Ascaso preparan un atentado contra el rey Alfonso XIII, pero son detenidos; pasarán un año en la cárcel. Al siguiente, 1928, pasarán seis meses más. Con la llegada de la República, Durruti entra en una nueva etapa, encaminada directamente a la revolución. El período 1931-36 es de hiperactividad y de constantes entradas y salidas de la cárcel. Todos los años del período republicano pasa algunos meses en prisión, hasta un total de 33.

Se trataba de mantener una constante situación prerrevolucionaria, practicando lo que el grupo de Durruti -Nosotros es el nombre en ese momento- llamaba «gimnasia revolucionaria». Así, participa en un levantamiento anarquista en enero del 32 y, un año más tarde, en una nueva insurrección. El sindicalismo le parecía sólo un instrumento de lucha «en defensa de la peseta más y la hora menos», pero la meta final rebasaba esas reivindicaciones coyunturales. Por eso le parecía difícil que se entendieran «los sindicalistas a secas y los anarquistas». Le parecía que cualquier programa ponía límites a la revolución.

A esas alturas, Durruti es un prototipo anarquista, cuyas peripecias mejoran las ficciones de Chesterton o Conrad. ¿O no parecen sacados de sus páginas hechos como el que dos anarquistas fueran detenidos en la víspera del levantamiento y llevados a la jefatura que sus compañeros iban a volar al día siguiente? ¿O que un jefe de policía hubiera pertenecido a las filas anarquistas años antes y persiguiera a sus antiguos compañeros con especial saña?

Durruti vive entonces entregado a la causa; durante meses, duerme en una cama sin colchón, hace las tareas domésticas cuando no tiene trabajo y espera una hija. Por fin, la victoria del Frente Popular en febrero del 36. Durruti interviene activamente en la lucha por abortar el golpe militar en Barcelona. Si su nombre ya es famoso, ahora se agiganta con la creación de su Columna.En esos días, en una entrevista, pronuncia una frase que se hizo célebre: «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones». La Columna Durruti cruza Aragón, camino de Zaragoza, y se va engrosando como se engrosaron las fuerzas de Espartaco cuando se dirigía a Brindisi.

En noviembre, la Columna se incorpora a la defensa de Madrid.Allí, una bala misteriosa acaba con su vida. Su muerte sigue siendo aún un enigma, aunque Abel Paz no tiene dudas. «Murió porque estorbaba a la gente, y más a Stalin; y Stalin se lo cargó».

«Fue pueblo de nacimiento/ y fue pueblo hasta el final,/ sin sombras, como el cristal,/ sin grietas, como el cemento./ Y no fue su esfuerzo vano,/ ni su ejemplo, ni su lucha;/ queda en esta tierra mucha/ siembra que sembró su mano». Son versos de un poeta, entonces comunista (Jesús Munárriz), escritos en 1966.

--------------------------------------------------------------------------------
Abel Paz: una biografía de novela
Abel Paz (seudónimo de Diego Camacho) le ha dedicado a Buenaventura Durruti muchos años de investigación, los cuales han cuajado en las más de 700 páginas de su libro. Un trabajo riguroso y, sin embargo, poco académico desde otros puntos de vista.

Abel Paz no peca de la imparcialidad que se espera de un historiador.Escribe, por ejemplo: «Estaba visto que Alfonso XIII no podía dar un paso sin que algún español sintiera el deseo de suprimirlo de la lista de los vivos», frase impensable en historiadores como Javier Tusell o Carlos Seco, por citar a dos especialistas en Alfonso XIII. O que «los hechos más importantes en materia de expropiación que conocemos de Durruti se relacionan con entidades bancarias y, en todos ellos, se evidenció cierta maestría». O, en fin, que «por desgracia» un anarquista falló en un atentado.

Nacido en 1921, Abel Paz comparte plenamente las ideas de Durruti.Incluso, sin llegar a la altura de éste, su vida es también la de un revolucionario. Relacionado con círculos anarquistas desde la adolescencia, vive la efervescencia revolucionaria de la Barcelona del 36 y, entre 1937 y 1938, la nueva vida en una colectividad agraria.

Sufre la derrota, el exilio y los campos de concentración franceses.Vive a salto de mata en la Francia ocupada por los nazis hasta que es detenido. Se escapa, y en junio del 42 entra en España con identidad falsa. Detenido en diciembre de ese año, pasará más de nueve años en la cárcel, de los 21 a los 31 de su vida, con apenas 114 días de libertad entre medias.

Siguió trabajando con la CNT y, más tarde, escribiendo libros como éste, que se ha convertido casi en un clásico, todo lo clásico que puede ser un libro dedicado a Durruti.

Los Franco: un emporio empresarial

Los Franco: un emporio empresarial Juan Luis Galiacho (Rebelion)
Los Franco vuelven a estar de moda, máxime cuando a raíz de la pasada o­nomástica del Rey Juan Carlos, con los nuevos títulos señoriales que entregó, la matriarca del clan, Carmen Franco Polo, tuvo un especial protagonismo en los medios de comunicación.

Veintinueve años después de muerto el General Francisco Franco Bahamonde, sus descendientes siguen dominando algunos sectores de la vida española, pero sin el poder ilimitado y el brillo social que adquirieron a la sombra del llamado "Generalísimo", aunque sí con la rentabilidad económica adecuada. Los negocios de los Franco siguen siendo diversos y millonarios, según sea el protagonista de la saga. Una familia desintegrada tras la muerte en 1988 de Carmen Polo, que hoy lidera su hija, la duquesa de Franco, Carmen Franco Polo, conocida familiarmente por "nenuca". A pesar de vender parte de su legado, todavía controlan un complejo entramado de sociedades y propiedades inmobiliarias: fincas, locales, garajes, aparcamientos, puestos de venta en Mercamadrid..., así como pizzerías, clínicas, productoras de televisión y empresas de telecomunicaciones. La cabeza visible en los negocios es Francisco "Francis" Franco, al que acompaña su hermano pequeño Jaime, el jurista de la familia. Muchas de sus sociedades tienen su sede en el domicilio familiar de la calle Hermanos Bécquer, número 8, de Madrid. Después de varios años de ostracismo parece que de nuevo la saga despega. Estos son los protagonistas de un negocio llamado Franco:

CARMEN FRANCO POLO: Nació en 1926. Hija del General Francisco Franco y de Carmen Polo es la actual matriarca de la saga. Estudió el bachillerato con una profesora teresiana, pero jamás llegó a examinarse oficialmente. Hasta el año 1986 dispuso de pasaporte diplomático. Uno de sus primeros negocios fructíferos fue la compra y venta de aparcamientos en la capital de España. Para ello, junto a su marido, el médico Cristóbal Martínez-Bordíu Ortega, constituyeron en 1991 la sociedad Proazca SA, cuyo domicilio situaron en el madrileño barrio de Argüelles. En esa sociedad invirtieron inicialmente más de 200 millones de las pesetas de entonces. Más tarde, en 1998, poco tiempo después de morir su marido, "Carmencita" invirtió su capital en otra sociedad dedicada al arrendamiento de inmuebles, Abanco SL, situando su sede en la calle Velázquez. Sin embargo, su principal empresa inmobiliaria es Fiolasa SL, constituida en abril de 2002, de la cual es accionista única, y con domicilio soci al en su propia casa de la calle Hermanos Bécquer. Su capital social, totalmente desembolsado, está cercano a los 10 millones de euros (unos 1.600 millones de pesetas). Su incursión en el mundo inmobiliario se produjo en la década de los años setenta de la mano de la familia constructora San Román, a través de la empresa Edificaciones Tifán SL. Los hermanos Fidel y Antonio San Román tienen más de 30 sociedades inmobiliarias bajo su control, con gran presencia en la Comunidad de Madrid. Por ejemplo: Urbanización y Obras Civiles, Promociones Anfisa, Promociones Mosan, Rozas Industrial, Zoco Centro, Promotora Monte Lomas, Residencial Los Torreones, VillaRozas, El Cantizal, Navalaencinilla, etc.

CARMEN MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Nació en 1951. Curso el bachillerato en el Colegio de las Teresianas de Somosaguas (Madrid) y la reválida en el Colegio Lope de Vega. Dedicada a la alta costura y a la cría caballar, fue la nieta preferida del General y de Carmen Polo. Se casó primero con Alfonso de Borbón y luego con el anticuario Jean Marie Rossi, instalándose en París. A la muerte de su padre heredó, junto a sus seis hermanos, muchas de las propiedades inmobiliarias propiedad del Marqués de Villaverde, cuya escritura de herencia fue otorgada el 8 de julio de 1988 ante el notario de Madrid, José Luis Álvarez. De este modo, junto a sus hermanos y su madre, se hizo con la propiedad de una finca de más de 28 hectáreas en La Hacienda Arroyo-Vil, en Baeza (Jaén). Así como con varias parcelas en la urbanización La Florida , en el término madrileño de El Pardo, algunas de ellas vendidas posteriormente a la familia constructora San Román y a la empresa Inversiones Refinsa S.L., consig uiendo, según declaración registral, unas ganancias de cerca de 5 millones de euros. Otras boyantes operaciones de los Martínez Bordíu-Franco fueron: la venta de una parcela en la Colonia "El Bosque", en Pozuelo de Alarcón (Madrid); la venta de una finca rústica de 6 hectáreas de olivares de secano en Mancha Real (Jaén); y la de unos apartamentos en la Playa de Campoamor, en Alicante.

MARIA DE LA O MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Conocida por Mariola, nació en 1952. Está licenciada en Arquitectura, aunque no ejerce la profesión. Se casó con Rafael Ardid Villoslada, licenciado en Ciencias Políticas y abogado dedicado a los negocios inmobiliarios a través de la empresa familiar Cofivisa que construyó la urbanización El Encinar de los Reyes. Es también presidente de la empresa Renta Inmobiliaria Cidra SA. El matrimonio vive en la lujosa urbanización "Monte Príncipe", en Pozuelo de Alarcón (Madrid). Mariola, junto a sus hermanos, era propietaria de la finca denominada "Cerca de los Monteros" en Marbella, valorada en 60 millones de pesetas, que vendieron a Roberto Osborne y Carolina Herrero, hermana del periodista fallecido Antonio Herrero y vinculada al Ayuntamiento de Gil y Gil.

FRANCISCO MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Nació en 1954. Es el primer varón de los siete hijos de Carmen Franco y Cristóbal Martínez-Bordíu. Está licenciado en Medicina y tiene los títulos de "Señor de Meirás" y "Marqués de Villaverde". Cambió el orden de los apellidos y se llama actualmente Francisco Franco Martínez Bordiú, ya que el abuelo le ordenó perpetuar la estirpe. Es el ideólogo y administrador de los negocios familiares. Pertenece en la actualidad al consejo de administración de o­nce sociedades, dentro de sus diferentes cargos. Estas son: Promociones del Suroeste SA (antes Valdefuentes SA), Montecopel SA, Aparcamientos Atocha 70 SA, Premohi SL, Prístina SL, Estacionamientos Urme SL, Ficeme SA, Comercia Soluciones Integrales de Comercio Electrónico SL, Caspe 99 SL, Centro Médico del Láser Pío XII SL, Oceans Eleven SL. Sus principales negocios son los inmobiliarios. Aparece como director general de Promociones del Suroeste SA, la promotora inmobiliaria de la finca Valdefuentes, en Arroyomolinos (Madrid), donde ha intervenido como intermediario para las concesiones administrativas Miguel Herrero de Miñón. Aquí, figura asociado a los constructores Fidel y Antonio San Román Morán, y sus fondos propios ascienden a más de un millón de euros. La sede de esta empresa se ha trasladado desde la finca Valdefuentes a la Avenida de la Coruña, número 68, en Las Rozas (Madrid). Figuran como accionistas de ella, Carmen Franco Polo y las empresas de los hermanos San Román: Edificaciones Tifán S.L. y Sanedi S.A. La hija del General Franco figura como presidenta y administradora única de Promociones del Suroeste SA, cuyas propiedades actuales se encuentran ubicadas dentro del centro comercial "Madrid Xanadú", el parque artificial de esquí creado por Ruiz Gallardón. "Francis", al igual que sus padres, pronto se dedicó a adquirir garajes en Madrid. Una de las empresas utilizadas para ello es Estacionamientos Urme SL, con locales en las céntricas calles Ríos Rosas y Princesa. También domina el concurrido aparcamiento de la calle Atocha, número 70, de la capital de España. Curiosamente, la empresa coruñesa Azúcar SA, dedicada a la explotación de establecimientos de comida rápida, principalmente pizzerías, está participada en un 45 por ciento por Aparcamientos Atocha 70 SA. En su inversión en el sector alimentario, también creó la sociedad Premohi SL, para importar y exportar productos cárnicos. Aquí sus socios son Gonzalo Hinojosa y Alfonso Cayón. A través de Premohi, "Francis" Franco controla la finca ubicada en el número 40 de la céntrica calle madrileña de Preciados, un bloque con más de 150 años de antigüedad. Dos locales comerciales de este edifico fueron vendidos por los Franco el pasado mes de abril por 1.200.000 euros, según declaración registral. Además del inmobiliario y alimentario, sus incursiones también se han centrado en otro sector que, en teoría, domina: la explotación y gestión de todo tipo de establecimientos sanitarios y laboratorios de análisis. Sus empresas son Ficeme SL, con un patrimonio de más de cuatro millones de euros, y Centro Médico del Laser Pio XII SL., donde figura junto a Juan Carlos Santos Dutrey y José Rubira Fernández. Igualmente se ha introducido en el sector de las telecomunicaciones e internet, donde, a través de la sociedad Comercia Soluciones Integrales de Comercio Electrónico SL, tiene como representante a uno de los miembros de la familia Botín, Alfonso Botín Sanz de Sautuola y Naveda. Su cuartel general para esta nueva aventura está situado en la madrileña calle Sagasta, número 5, y se dedica al servicio de almacenaje, suministro de productos y venta por catálogo, todo ello en calidad de intermediario.

MARIA DEL MAR MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Conocida por Merry, nació en 1956. Restauradora de muebles y profesora de inglés, se casó en primeras nupcias con el periodista Joaquín Jiménez-Arnau Puente; luego entabló matrimonio con el americano Greg Tamler, del que también se separó, y con el que vivió en Gran Canaria, Miami y Las Islas Vírgenes. Heredó de su padre un piso en Monachil (Pradollano), en la provincia de Granada. Es la hippie de los Franco.

JOSE CRISTOBAL MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Nació en 1958. Inició los estudios de arquitectura que abandonó por la carrera militar, consiguiendo la graduación de teniente de infantería en 1979. Tres años después abandonó el Ejercito español. En 1984 comenzó a salir con la presentadora de TVE y modelo, María José Toledo López, con quién se casó en un Juzgado de Nueva York, ciudad en la que vivieron. De regreso a España, fijó su residencia en la finca de Valdefuentes, donde ha explotado un picadero con el nombre de "Cercano Oeste". Otra de su empresas, también con sede social en la finca de Arroyomolinos, es Joran Producciones SL, dedicada a la producción y programación de campañas publicitarias y promocionales. Aquí aparece como accionista uno de sus dos hijos, Daniel Martínez-Bordíu Toledo, nacido en 1990. Su otro hijo se llama Diego y nació en 1998.

MARIA ARANZAZU MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Conocida por Arancha, nació en 1962. Estudió secretariado industrial, pero tiene una empresa de restauración de muebles. Se casó en 1996 con el abogado coruñés Claudio Quiroga Ferro, de familia gallega acomodada. Heredó de su padre un piso en Monachil (Pradollano), en la provincia de Granada.

JAIME FELIPE MARTINEZ-BORDIU FRANCO: Nació en 1964. Es el más pequeño del clan. Se casó en 1995 con la modelo y relaciones públicas Nuria March Almela, de quien actualmente está divorciado. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y abogado en ejercicio con bufete montado en el domicilio familiar de Hermanos Becquer. Al igual que su hermano "Francis", pertenece al consejo de administración de múltiples y variadas sociedades. Estas son: Francoveda SL; Proazca SA; Urme SA; Fiolasa SL; Sargo Consulting SL; Albargente SA; MGO Consulting Sl; y Abanco SL. Una de sus últimas creaciones mercantiles ha sido la empresa Francoveda, constituida el 11 de junio de 2003, con domicilio en Villanueva de la Cañada (Madrid), y con dedicación a "la prestación de servicios de asesoramiento e información económica financiera". La base de sus principales negocios es la construcción. Llegó a comprar puestos en el Mercado Central de Pescado de Mercamadrid, que luego alquilaba. Una de sus sociedades inmobiliarias, MGO Consulting, se encuentra situada a escasos metros de la sede central del PP, en la calle Génova de Madrid. En otra, Urme SA, figuraba como secretario el hoy presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa. En 1998 compró junto a su todavía esposa, Nuria March, un piso en la calle Arzobispo Morcillo, de Madrid, por 42 millones de pesetas declarados, y una zona rústica en el polígono Manila, en Fuencarral (Madrid). Un año después nació su hijo Jaime.

LUIS ALFONSO DE BORBON MARTINEZ BORDIU: Nació en 1974. Es hijo del duque de Cádiz y de Carmen Martínez-Bordíu. También figura en el emporio empresarial como consejero de una de las empresas de "asesoramiento" que preside su abuela Carmen Franco. Se trata de Sargo Consulting SL, cuya sede figura en el domicilio familiar de Hermanos Bécquer. Es licenciado en Ciencias Empresariales por el CUNEF y trabaja como asesor de inversiones en la Banca Nacional de París (BNP).

ISABEL POLO MARTINEZ-VALDES: Hermana de Carmen Polo de Franco. Figura como accionista de otra de las sociedades inmobiliarias de la familia: Montecopel SA. Una empresa, con sede también en el domicilio de Hermanos Bécquer, cuyo capital social desembolsado asciende a casi dos millones de euros, y cuyo accionista principal es "Francis" Franco. A través de esta empresa, los Franco controlan varios locales en el centro de Madrid, como por ejemplo, en las calles Príncipe de Vergara y López de Hoyos. Inicialmente figuraba como accionista la ex mujer de "Francis", María Suelves Figueroa, de quien se divorció en 1992 tras nueve años de matrimonio y con la que tuvo dos hijos, Francisco y Juan José.

MIRIAM GUISASOLA CARRION: Segunda esposa de "Francis" Franco. Aparece como accionista de varias de las empresas de la familia del General. Por ejemplo, de la inmobiliaria Prístina SL, donde controla el 68 por ciento del capital. También figura como consejera de la empresa de aparcamientos Estacionamientos Urme SL. Su hija Miriam del Campo Franco Guisasola, nacida en 1996, aparece como accionista de otra empresa inmobiliaria dedicada a la rehabilitación de edificios, Caspe 99 SL. Tiene otro hijo de su matrimonio, de nombre Álvaro, pero todavía no figura en ninguna empresa de la saga familiar de los Franco.

Manuel Fraga: su auténtica biografía

Manuel Fraga: su auténtica biografía Nacido en Vilalba (Lugo) el 23 de noviembre de 1922, Manuel Fraga es padre de cinco hijos y estuvo casado (después separado) con Dª. María del Carmen Estévez, quien falleció el 23 de febrero de 1996. Es doctor en Derecho, Ciencias Políticas y Economía, catedrático, consejero del Parlamento franquista y diplomático, puestos todos ellos obtenidos mediante oposición durante la dictadura fascista de Franco. Al ser un fascista por autoconvencimiento, Manuel Fraga muy pronto se afilió a la Falange Española de las JONS (el partido único de Franco). Fue un miembro muy destacado del régimen de terror de Franco: secretario general del Instituto de Cultura Hispánica en 1951; secretario nacional del Consejo de Educación Nacional, secretario general técnico del Ministerio de Educación en 1953, y Consejero Nacional del Gobierno de Franco. Finalmente, fue recompensado por el Caudillo con el Ministerio de Información (ministerio de Agitación y Propaganda) y con la Vicepresidencia en el primer gobierno de la monarquía española.

Durante su mandato como Ministro de Información, cargo para el que Fraga fue nombrado en 1962, ordenó la publicación de la extremadamente represiva Ley de Prensa e Imprenta, junto con el Estatuto de la Publicidad, dos de los más importantes pilares del régimen fascista.

En 1973, Manuel Fraga fue nombrado Embajador de España en el Reino Unido, un cargo que ocupó durante dos años. En 1975, tras la muerte de Franco, Fraga regresó a España con la idea en mente de ser nombrado sucesor del Caudillo. Cuando el rey Juan Carlos decidió no nombrarle a él como presidente del gobierno español, Manuel Fraga montó en cólera y exigió a Juan Carlos ser nombrado Ministro de Gobernación. Desde ese cargo, Fraga ordenó los asesinatos de Montejurra, en los que tres personas fueron asesinadas por cuerpos de paramilitares españoles.

Junto con otros seis ex-ministros de Franco, fundó en 1977 el partido de extrema derecha Alianza Popular, para luchar mejor contra lo que él denominó "los más peligrosos enemigos de España: el comunismo y el separatismo".

Como el mejor maestro de la propaganda española de todos los tiempos, desde el 5 de febrero de 1990, Manuel Fraga ocupa el puesto de presidente de la Xunta de Galicia, tras tres procesos electorales cada vez más y más manipulados. Curiosamente, él había sido en 1978 el líder del movimiento fascista que se opuso a las autonomías en España, y muy especialmente a la gallega.

Durante su mandato como Presidente de la Xunta, Fraga fomentó el nepotismo, los sobornos y la corrupción. Convirtió al Parlamento gallego en un órgano muerto, y obtuvo un peculiar éxito: mientras que España creció económicamente en el periodo 1991-1999, Galicia se hundió sin embargo más y más en el paro y la miseria.

Seguidor de las doctrinas del fascismo radical internacional, Manuel Fraga se ha distinguido en los zltimos aqos por sus declaraciones, en las que niega el Holocausto judmo y los crmmenes de la Inquisicisn espaqola, o considera "una anicdota personal" la persecucisn judicial contra Pinochet. Amigo personal de algunos de los más terribles dictadores del mundo (Fidel Castro, Pinochet, Gaddafi), vergonzosamente, Manuel Fraga es miembro de numerosas organizaciones europeas, entre las que destaca el Comité de Regiones. Como hombre ególatra y despótico, es realmente muy famoso -incluso admirado- a causa de sus arranques de mal humor y por su insistencia personal en ser llamado "Don Manuel". Manuel Fraga es autor de 87 libros de propaganda que más que nada hablan de ciencia política y Teoría del Estado, pero ninguno de ellos vendió jamás ni un real. En la actualidad, es un hombre muy enfermo, cojo, casi ciego y muy afectado por el síndrome de Parkinson, pero ya ha anunciado su intención de luchar por la presidencia en las próximas elecciones.