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MEMORIA HISTÓRICA

Datos históricos

El último misterio de García Lorca

El último misterio de García Lorca El asesinato más oscuro de la Guerra Civil tiene móvil, asesinos y cómplices, pero no cadáver. El cuerpo de Federico García Lorca yace en una fosa común junto a un maestro y dos banderilleros miembros de la CNT. Allí los dejaron sus asesinos en la madrugada del 19 de agosto de 1936. Ésa es la teoría, pero nadie la ha podido comprobar hasta ahora.

Sólo hay una forma de asegurarse: recuperando el cuerpo. Los familiares del profesor y de uno de los toreros promueven la reapertura de la fosa, para llevar los restos de los suyos a un lugar más digno. Pese a la oposición de parte de la familia Lorca, la iniciativa sigue adelante, apoyada por

Juan Caballero, el alcalde socialista de Alfacar (Granada), pueblo donde está la fosa.

Ian Gibson, biógrafo del poeta, se ilusiona con la posibilidad de desentrañar los últimos datos de un misterio al que ha dedicado dos tercios de su vida. ¿Dónde lo mataron exactamente? ¿Lo torturaron? "Un dato sobre su muerte es mejor que 100 libros", explica.

Gibson cree que serviría sobre todo para sacar a Lorca de ese indigno lugar y recuperar la memoria de su asesinato. "Ni siquiera hay una calle grande en Granada que lo recuerde, y eso que es el español más amado en el mundo", señala. Sobre la oposición de la familia, el historiador es tajante: "Lorca pertenece a la humanidad, no a su familia. Es un emblema, dio su vida por España, es un mártir". Su delito confeso: ser poeta, republicano y homosexual.

Laura García Lorca, nieta del dramaturgo granadino, cree que las excavaciones serían una "falta de respeto a un lugar sagrado", una zona donde están enterradas entre 3.000 y 4.000 personas, víctimas de una represión especialmente dura. Pide que se acate la decisión de Isabel, hermana de Federico, que ni siquiera pudo visitar la zona ante el dolor que le producía el recuerdo.

Los familiares de los compañeros de tragedia de Lorca están en otra batalla. Sólo quieren cerrar una historia trágica, pagar una deuda. Nieves Galindo, nieta de Dióscoro, el maestro de Pulianas (Granada), lo tiene claro: "Mi padre tenía 27 años cuando se llevaron a mi abuelo. Intentó evitarlo, y acabó en la cárcel. Le segaron la vida, iba para médico y se quedó en albañil. Siempre quiso recuperar el cuerpo de su padre, enterrarlo bien. Murió sin poder hacerlo, pero ahora yo terminaré el trabajo. Tenemos derecho".

El nieto de Francisco Galadí, que se llama igual que este banderillero de la CNT, también quiere homenajear a su padre, que tenía 10 años en 1936 y murió hace seis sin poder cumplir su obsesión: recuperar los restos del abuelo. "Hasta ahora nadie tenía interés. Tenemos que aprovechar este momento".

Los familiares, representados por la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, siguen adelante. Técnicamente, la operación es lenta, pero relativamente sencilla. Hay tres posibles zonas identificadas, separadas por unas decenas de metros, alrededor de la zona llamada Fuente Grande por los cristianos y Ainadamar (de las Lágrimas) por los árabes. Miguel Botella, antropólogo de la Universidad de Granada, que ha colaborado en exhumaciones en Perú, Chile y Argentina, está preparado para trabajar cuando le den el permiso. Sostiene que con la tecnología actual, de sondas electromagnéticas, es relativamente fácil encontrar la fosa. Y aún más distinguir los cadáveres, porque es muy conocida la fisonomía de Lorca y el maestro, por ejemplo, perdió una pierna en un accidente de tranvía.

El alcalde, que ha iniciado los trámites y confía en resolverlos en breve, admite que será doloroso, pero necesario. "Aún hay terror. Aquí todo el mundo vio muertos por los campos y en las carreteras. Los fantasmas de la guerra aún planean".

La mayor parte de la historia de la muerte de Lorca es conocida: Ramón Ruiz Alonso, ex diputado de la CEDA, lo detuvo en casa de Luis Rosales, y el comandante falangista José Valdés lo mandó matar. Cuando abran la fosa se sabrá además si obedecieron al general Queipo de Llano, que desde Sevilla le dijo a Valdés: "Dale café, mucho café".

(Tomado de El País, España)

El regreso de un héroe

El regreso de un héroe El republicano Manuel Fernández Arias, que participó en la liberación de París, recibirá la medalla de plata de Asturias


Tres de la tarde. El avión procedente de París aterriza en Asturias. En él viaja Manuel Fernández Arias. Este hombre de 85 años, natural de Ibias, colaboró en la liberación de París del yugo nazi en la II Guerra Mundial. Era agosto de 1944. Sesenta años después de caer herido en la batalla de Normandía, Fernández Arias recibe los esperados y merecidos homenajes. El pasado 25 de agosto participó en los actos celebrados en París, en los que se descubrió una placa en honor a los republicanos españoles que lucharon contra el fascismo en Francia. Mañana recibirá la medalla de plata de Asturias. Ha tenido que pasar más de medio siglo para reconocer el esfuerzo de los exilados españoles. «Aunque sea tarde, cae bien», asegura con una sonrisa de satisfacción mientras toma un café solo en el aeropuerto, acompañado del consejero de Justicia, Seguridad Pública y Relaciones Exteriores, Francisco Javier García Valledor.

«Lo de París fue muy emocionante», explica. Pero la medalla de Asturias le satisface especialmente. «Asturias para mí siempre fue sagrado, puro. Yo no me contentaba con decir que era español. Yo decía que era asturiano. Incluso en esos momentos en los que no era bueno decir que se era de aquí», recuerda. Desde entonces, vive en la Bretaña francesa, una tierra con muchas vinculaciones con Asturias. Allí se casó con Paulette y todavía allí viven juntos. Pero una enfermedad impidió a su mujer viajar hasta Asturias para asistir al homenaje. Sin embargo, y pese a los años, sigue sintiéndose asturiano. En su conversación se mezclan giros lingüísticos asturianos con un casi imperceptible, pero inevitable, acento francés.

Manuel Fernández Arias luchó con su padre en la guerra civil española en defensa de la legalidad republicana. Fue apresado y pasó varios meses en la cárcel de Gijón y en el campo de concentración de San Marcos, en León. Consiguió escapar a Francia, donde se alistó en la Legión Extranjera. Pero la rendición del mariscal Petain ante Hitler le llevó a Túnez. Allí conoció al general Leclerc, que reunió a un grupo de hombres a los que entrenó en Marruecos para entrar en el más duro de los combates. Muchos eran los españoles que lucharon en esa División. Hoy sólo quedan vivos dos: Fernández Arias y un catalán, Luis Royo. «Éramos de los más jóvenes de la compañía. Ahora somos buenos amigos», asegura mientras recuerda la amistad que, entonces, les unió a todos. «Éramos una gran hermandad. Ya sabes, todos por uno y uno por todos. Nunca vi una discusión entre dos españoles, lo que no pasaba aquí en esos años. Allí estábamos todos por lo mismo, sin historias de política ni nada».

Este asturiano desembarcó en Normandía el 1 de agosto. «Con todos nuestros tanques. Eran los más modernos del momento y necesitábamos mucho espacio», explica. Fue uno de los momentos de la historia con mayúsculas.

Herido en combate

Pero, en plena batalla, la metralla de un proyectil alemán le alcanzó en el hombro. Resultó herido y sus compañeros le trasladaron hasta un vehículo sanitario para su traslado. «No estuve en la batalla final. Yo llegué a París en camilla cuando la ciudad ya estaba liberada. Pero recuerdo que todo era una fiesta. La calle estaba llena de gente». Lamenta no haber seguido entonces con la lucha, «porque nuestra intención era seguir por los Pirineos para liberar España también. Pero no pudimos. Una lástima».

Con un permiso especial de París, Manuel Fernández Arias volvió a Asturias en 1957. «Me dio pena encontrar el país como estaba». Siempre estuvo pendiente de lo que pasaba en su tierra. Desde Bretaña siguió con atención todos los acontecimientos que cambiaron España desde 1975. «Se ve con mucha satisfacción. Todo lo que sea ir a mejor es bueno, y este país iba a mejor». Ahora, en este 2004, para este ex combatiente, «España es lo mejor de Europa». Con el consejero de Justicia comenta la situación actual del país. «Ha sido como un flash. Ahora, por primera vez después de mucho tiempo, España ve definitivamente la luz», comenta satisfecho. «El presidente Zapatero tiene otras formas». Por desgracia, las guerras, muy distintas de las que se hacían antes, continúan. «Nunca aprobé la guerra. Porque no sólo son los soldados que luchan en el campo de batalla. Es toda la población civil, las familias que sufren con esto. Es terrible». Es la voz de la experiencia.

Érika VALLES
La Nueva España

A 65 años de la llegada del buque Winnipeg a Valparaiso

A 65 años de la llegada del buque Winnipeg a Valparaiso Transportaba 2.500 refugiados españoles perseguidos por Franco

En el marco de las celebraciones del centenario del natalicio del poeta Pablo Neruda, en el Muelle Prat de la ciudad de Valparaíso, se realizó un encuentro con motivo de la conmemoración de los 65 años del arribo a este puerto del barco "Winnipeg" con 2.500 refugiados españoles que huyeron de la guerra civil o fueron arrancados de las cárceles de Franco, por la solidaridad internacional.

El encuentro consistió en la realización de una actividad artístico-cultural que contó con la participación de alrededor de un centenar de los aproximadamente 400 personas, entre hombres y mujeres, que aún sobreviven a la tragedia que tuvieron que enfrentar producto de los acontecimientos ocurridos en España con la caída de la República y la instauración posterior de la dictadura de Francisco Franco. Los refugiados llegaron un 3 de septiembre de 1939 al puerto de Valparaíso.

El destacado pintor José Balmes, Premio Nacional de Arte, junto al Consejo Nacional de la Cultura, fue uno de los organizadores de la actividad, que estuvo entre los emocionados testimonios del difícil viaje que debieron realizar quienes pudieron escapar de la cruenta guerra civil o de los campos de concentración.

En declaraciones a la prensa, Balmes recuerda: "Era de noche en Valparaíso cuando llegamos. Toda la bahía estaba iluminada, casi nadie se movió de la cubierta hasta el amanecer. Había sol de primavera ese día. En tierra, rostros y manos nos entregaban su amistad, su bienvenida. Después de mucho tiempo sabíamos nuevamente el significado de un abrazo. El tren nos llevó pronto a Santiago, y al paso lento por las estaciones gentes que no conocíamos nos entregaban rosas y claveles. Al amanecer, miles de hombres y mujeres nos esperaban en la estación Mapocho en medio de una multitud de cantos y banderas. Era el comienzo de un exilio distinto", recuerda.

José Balmes narra que -pese a sus entonces 12 años- c¡omo Pablo Neruda y Delia del Carril vestidos de blanco y con sombrero, en ese comienzo de verano de 1939, recibían la avalancha de hombres, mujeres y niños. Relata que allí, junto al "Winnipeg", que estaba pegado al malecón se les otorgaron, en nombre de Chile, papeles con timbres y fotos que los convertían nuevamente en ciudadanos. Agrega que el viaje fue casi interminable, porque se trataba de un barco que había sido carguero de pescado. Sus camarotes eran literas de seis camas de madera. Pero la esperanza de seguir con vida y gozar de la libertad mitigaba la dureza del viaje, que tuvo recalada en dos islas francesas".

Román Pascual García y Balmes recuerdan con nitidez los pormenores de lo que fue el embarque en el puerto francés de Trompeloup. Pauillac en los primeros días de agosto de 1939 y la travesía del Atlántico.

Destacan además el esfuerzo desplegado por Pablo Neruda para lograr el embarque de los refugiados y cómo éstos llegaban desde distintos puntos de Francia con la esperanza de la libertad reflejada en sus rostros, sobre todo ante la amenaza del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que desató a su llegada a territorio chileno. Pablo Neruda, por encargo del presidente Pedro Aguirre Cerda y del Frente Popular, hizo las gestiones para el traslado de los refugiados a Chile.

Pascual García, recuerda que el paso del Canal de Panamá fue uno de los mayores alivios, que en ese entonces él tenía 21 años y que había combatido en la guerra durante 3 años, y había además logrado fugarse de un campo de concentración del franquismo.

En sus recuerdos narra que la travesía del océano Atlántico se produjo en medio del temor de que el barco fuera hundido por los submarinos alemanes. Y cuenta que podían ver incluso los periscopios de estos submarinos, dado que el nazi-fascismo estaba por desatar la Segunda Guerra Mundial, la que se declaró cuando ellos llegaron a Chile.

Los testimonios indican que en el barco a los niños se les hacía clases, y había un pequeño comedor y hospital para los enfermos. Incluso en el viaje murió una persona, pero nació una niña, que fue bautizada con el nombre de América Winnipeg.

Entre los diversos refugiados españoles que arribaron en el "Winnipeg" hay destacadas figuras del ámbito nacional, en el desarrollo de actividades productivas, comerciales, de la medicina, y, de las diversas expresiones del arte, la cultura y la intelectualidad.

Entre ellos destaca el pintor José Balmes, la pintora Roser Bru, el profesor y diseñador gráfico Mauricio Amster, el ya desaparecido historiador Leopoldo Castedo, el periodista deportivo Isidro Corbino y los tres hermanos Pey: Raúl, Víctor (ingenieros) y Diana (música) .

La llegada del "Winnipeg" con los refugiados españoles, producto del trabajo desplegado por Pablo Neruda, es el reflejo del sentimiento humanista y de su compromiso militante que abrazaba el poeta, y de la solidaridad del pueblo chileno con las víctimas de la barbarie fascista.

Neruda en su paso por la vida, no sólo fue uno de los grandes poetas de las letras hispanas también fue cónsul en diversos países, fue Senador de la república, representando al Partido Comunista, fue candidato presidencial por la misma entidad política y embajador en Francia del gobierno del presidente Salvador Allende.

En su obra cumbre el "Canto General", en el capítulo XII denominado "Los ríos del canto", no sólo le dedica sus poemas a Rafael Alberti o hace mención de García Lorca, también le escribe un poema homenaje a Miguel Hernández que fuera asesinado en los presidios de la dictadura franquista. La solidaridad de Neruda no sólo se manifiesta con los refugiados del "Winnipeg" también juega un papel importante en la solidaridad con el poeta Marcos Ana, que finalmente producto de la solidaridad internacional es arrancado desde las cárceles de Franco. Neruda con su legado poético, humanista y de compromiso militante contribuye así, a recuperar la memoria histórica del pueblo español.

Eduardo Andrade Bone"

"Granado y Delgado: un crimen legal", Historia de un documental

"Granado y Delgado: un crimen legal", Historia de un documental La Historia de Francisco Granado y Joaquín Delgado no interesaba a nadie. No aparecía en los libros de historia. Preferían que no apareciera nunca. Además, la investigación de su caso, podía llegar a demostrar que, efectivamente, los dos jóvenes libertarios eran inocentes de los actos por los que fueron condenados y ejecutados, y, quizá, abrir una brecha de reclamaciones legales, de revisiones de juicios, de acusaciones concretas y probadas de las criminales injusticias cometidas durante la dictadura de Franco.
Ningún dirigente de las televisiones a las que acudimos en busca de financiación se expresó con tal claridad, pero estaba claro que su interés era nulo. Llegaron a decir que era una historia "muy humana", que hiciéramos una película, que no les cabía en la programación, que les parecía muy interesante pero que si queríamos que se divulgara, lo debía hacer un equipo designado por ellos, que había que hacerlo en poco tiempo, etc. Un sin fin de patrañas que pretendían obstaculizar - sobre todo - nuestro interés de investigar el caso y divulgarlo públicamente, denunciando a los responsables del régimen con la máxima contundencia y rigor posibles.

Esta actitud oficial no suponía nada nuevo. Desde la muerte del dictador, un pacto de silencio, entre los partidos de izquierda y la derecha franquista, impedía reflexionar e investigar sobre el pasado. Fue un pacto contra la historia. Nos negaban la memoria histórica, la posibilidad de analizar de dónde veníamos para entender mejor el presente. Y, sobre todo, nos negaban la posibilidad de pedir explicaciones, de señalar y denunciar a los antiguos criminales reconvertidos en demócratas. La derecha franquista maquillada, la misma que ahora gobierna, sabía perfectamente que el desconocimiento del pasado absuelve al presente. Querían la impunidad para actuar, y la consiguieron. La tienen.
Finalmente, el canal ARTE francés fue receptivo a nuestra propuesta y, con la participación de Ovideo TV, de Barcelona, y Point du Jour, de París, pudimos investigar a conciencia los hechos y realizar el documental. Granado y Delgado eran inocentes, lo demostramos en nuestro trabajo, gracias a las declaraciones de Antonio Martín y Sergio Hernández, y a la investigación realizada a partir del Sumario del Consejo de Guerra y otros testigos directos de los acontecimientos.

Se emitió en Francia y nos dieron un premio Fipa de Plata en el festival de televisión de Biarritz. No obstante, Televisión Española hizo todo lo que pudo por no emitirlo. La prensa española se hizo eco de esta actitud y la criticó ampliamente. El canal ARTE les obligó, merced a un acuerdo de colaboración que habían firmado recientemente. Finalmente se vio, de noche, a altas horas de la madrugada, casi clandestinamente. Ahora niegan la revisión judicial del caso. Razonan como los franquistas. La guerra continúa. Y Manuel Fraga Iribarne también. El entonces Ministro de Información de Franco se negó a ser entrevistado por nosotros, hecho que subrayamos en el documental. Sigue siendo Presidente de Galicia, elegido democráticamente por un pueblo que no ha podido saber o que ha olvidado su pasado fascista.

Xavier Montanyà
Periodista y co-autor de "Granado y Delgado. Un crimen legal"

Pajares de Adaja rinde homenaje a los muertos de guerra

Pajares de Adaja rinde homenaje a los muertos de guerra Nueve hombres y una mujer de Pajares de Adaja que fueron fusilados en el verano de 1936 durante la Guerra Civil -Ángel Maroto Sáez, Antonio García Martín, Celestino Puebla Molinero, Emilio Caro García, Gerardo Ruiz Martín, Pedro Ángel Sanz Martín, Román González Enríquez, Valerico Canales Jorge, Víctor Blázquez del Oso y Flora Labajos Labajos-, serán homenajeados el sábado. Después de 68 años de olvido, sus cuerpos serán enterrados en el cementerio de la localidad, aunque solo se han encontrado algunos huesos de las seis personas que murieron en Aldeaseca.

El acto, que lleva preparándose desde el año pasado y al que acudirán familiares, historiadores y representantes de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid (ARMH), no se ha celebrado hasta que no han finalizado las excavaciones e investigaciones que se estaban llevando a cabo para identificar las fosas y los cuerpos sepultados en ellas.

Las primeras exhumaciones se llevaron a cabo en Aldeaseca, donde se encontraron los cuerpos de una mujer y seis hombres, vecinos de Pajares de Adaja, que fueron fusilados el 20 de agosto de 1936 y arrojados a un pozo. Sin embargo, tan solo se han encontrado algunos pequeños huesos de manos y pies, un cráneo muy fragmentado, algunas minas de lápiz pertenecientes a los dos tenderos y un dedal de la mujer; el resto de los cuerpos fueron trasladados al Valle de los Caídos. Otras tres personas murieron en circunstancias similares en Barromán y las localidades segovianas de Melque de Cercos y Martín Muñoz de las Posadas, aunque sus restos no han podido ser identificados.

Problemas para identificar los cuerpos
Las cunetas, tierras de labor y hasta los cementerios civiles han custodiado durante años los cuerpos de los muertos de guerra. Según Juan Luis González Robledo, nieto de uno de los fallecidos y concejal en el Ayuntamiento de Pajares de Adaja, “el cuerpo del hombre que estaba enterrado en Melque de Cercos en una fosa junto a otras personas debería haber aparecido íntegro, teniendo en cuenta las indicaciones de algunos testigos que aseguraban que la sepultura no se había tocado, pero al comenzar las excavaciones se encontró un osario y todos los restos estaban mezclados”.

También en Barromán se han realizado algunas catas en una cuneta, pero la ampliación de la carretera ha complicado la búsqueda de unos restos que pudieron quedar sepultados bajo el asfalto o esparcidos por la superficie colindante al remover el terreno.

Del mismo modo, en Martín Muñoz de las Posadas se ha identificado una fosa en la que fue enterrado un hombre natural de Pajares, aunque la zona ha sido arada y sembrada de pinos y los huesos no han sido encontrados.

“Lo que se pretende es recuperar no solo los cuerpos, sino también la memoria de estas personas, dar a conocer las circunstancias en las que murieron y cerrar un capítulo de la historia y las heridas que están abiertas desde entonces”, ha asegurado González Robledo.

María Cuenca
Ávila Digital

Campos de humillación

Campos de humillación En Castilla y León se construyeron durante la Guerra Civil, de 1936 a 1939, diecinueve campos de concentración, la mayoría estables y muchos los más importantes de España.

Sólo su nombre recuerda imágenes de judíos con la cabeza rasurada y un triste uniforme gris que tapaba unos cuerpos esqueléticos. En la Segunda Guerra Mundial se desarrollaron en su plenitud los campos de concentración pero, aunque su conocimiento es menor, tres años antes empezaron a surgir en la España sumida en la Guerra Civil y más en concreto en Castilla y León, comunidad donde se concentraron los más importantes.

Edificios que ahora albergan paradores, monasterios de recogido silencio o campos que se han convertido en grandes fábricas fueron el terrible escenario de humillaciones, palizas y trabajos forzosos en los que miles de prisioneros de guerra, que siguieron sin libertad incluso al finalizar el conflicto, vivieron en condiciones «infrahumanas, incluso peor que animales».

Así lo recuerda uno de ellos, Félix Padín Badillo que pasó tres meses de su vida en el campo de Miranda de Ebro (Burgos), el más duradero e importante del régimen de Franco y que mantuvo abiertas sus puertas durante 10 años, desde 1937 hasta 1947. Allí, unos seis barracones, construidos con las piezas que dejaron abandonadas los dueños de un circo, servían de cobijo para más de 2.800 personas, más del doble de su capacidad.

Esta situación se repetía en todos los campos que se encontraban bajo el mando del bando franquista donde la media era de un 151% de ocupación, según fijó el jefe sanitario de la época a partir de los datos de capacidad por reparto de agua y por espacio físico. No había camas ni baños que contar y, en la mayoría, eran sustituidos por paja o barro en el suelo para dormir y una pequeña explanada al lado del río para las necesidades físicas que terminaba cubierta de heces y sangre que no se limpiaba.

Prisioneros de toda España

Según los datos recogidos por el historiador Javier Rodrigo en el libro «Campos de concentración franquista: entre la historia y la memoria», Castilla y León fue la sede de 19 campos donde llegaron prisioneros capturados en toda España según avanzaba la guerra en sus distintos frentes. Entre los campos estables de Castilla y León, según los datos recogidos por Javier Rodrigo, se encuentran el de San Pedro de Cardeña (Burgos) y Soria, ambos construidos en 1936; Miranda de Ebro y Aranda de Duero (Burgos); San Marcos y Santa Ana en la capital leonesa; Valencia de Don Juan; Monasterio de la Santa Espina y Medina de Rioseco, ambos de Valladolid; Palencia, y Burgo de Osma (Soria), todos abiertos en el 37. En 1939 se crearon los estables de Toro, Zamora, Valbuena de Duero (Valladolid) y Ciudad Rodrigo (Salamanca), de 1939. Junto a ellos funcionaron, pero de forma provisional, el de Ávila, Salamanca y Medinaceli. Hoy no queda ninguna huella de la función que estos lugares cumplieron hace años; un solo monumento escondido al lado de las vías del tren recuerda a los trabajadores de Miranda de Ebro.

Seis mil presos en San Marcos

En ellos el número de prisioneros era mucho mayor a sus posibilidades. Así, el de Miranda de Ebro, con capacidad para 1.200 prisioneros, tenía 2.810; el de San Pedro de Cardeña estaba «preparado» para 1.200 y contaba con 2.541; el de San Marcos podía acoger 4.000 y tenía 6.700; el de Lerma para 500 y tenía 779, y el de Medina de Rioseco para 750 y contaba con 980. Por último, en el de Aranda de Duero la capacidad era de 2.000 y el de Soria para 600, según el historiador.

A pesar de que sus funciones fueron cambiando según avanzaba el conflicto, en sus primeros momentos se concibieron como lugares destinados a recibir y clasificar a los prisioneros de guerra que eran detenidos por razones militares, no políticas. Esta situación cambió en noviembre de 1937, cuando el bando franquista se dio cuenta de que la guerra sería más larga de lo esperado y comenzaron a arrestar a todo el que fuera contrario al régimen, según Rodrigo.

Desde ese momento, los campos de concentración provisionales comenzaron a recibir en sus escasas instalaciones a miles de prisioneros que se clasificaban en cinco tipos: A, adictos; AD, adicto dudoso; B, desafecto con responsabilidades; C, desafecto sin responsabilidades, y D, criminales comunes.

Mónica G. Pérez
Diario de León

La llegada de los republicanos españoles a Argentina

La llegada de los republicanos españoles a Argentina Asi describía el periódico La Nación, uno de los actores políticos más importantes de Buenos Aires[1], el clima reinante el domingo 5 de noviembre cuando se corrió el Gran Premio Carlos Pellegrini, la cumbre de la temporada hípica local:

"El camino hacia el hipódromo era ayer el que emprendía la gente desde todos los ámbitos de la ciudad y pueblos circunvecinos. La corriente de público se centralizaba en la avenida Alvear, donde los vehículos después de haber salvado con rapidez las vías convergentes, se atascaban allí, en medio de un roncar de bocinas que pedían paso en vano, porque no había forma de concedérselo. Así, eran muchos los que llegaban a pie al circo de Palermo para buscar en seguida ubicación en las tribunas desde la cual pudieran observar cómodamente el desarrollo del programa...."[2]

Sin embargo, ese mismo día, los ecos de la guerra llegaban a Buenos Aires

"Dió término ayer tarde [domingo 5 de noviembre] en nuestro puerto el viaje que inició en la Pellice (sic) el 18 de octubre último el vapor francés "Massilia" cuyo paradero se desconoció durante varios días y cuyo rumbo ignoraban los mismos pasajeros cuando se embarcaron en aquel puerto que no es el de salida habitual. La travesía se hizo desprovisto el barco de cualquier indicio que pudiera hacerlo perceptible desde larga distancia y durante la noche permaneció siempre en la mas absoluta oscuridad. Durante todo el viaje intercontinental el pasaje estuvo carente en absoluto de noticias que le informaran de algún acontecimiento, del mismo modo se le advirtió al pasaje que estaba vedada cualquier clase de correspondencia. De este modo, la llegada a Rio de Janeiro fue un verdadero alivio, pues significaba que todo peligro había desaparecido en lo que se refiere al posible torpedeamiento del barco por los sumergibles nazis."[3]

Todos los diarios del domingo a la tarde y el lunes 6 de noviembre anunciaron que, el premio Carlos Pellegrini, corrido sobre 3000 metros, había sido ganado por Romántico. Este caballo no era el favorito en Palermo aquel domingo. En días anteriores, Noticias Graficas había dado a conocer las opiniones de prestigiosos cronistas de Montevideo, La Plata y Buenos Aires. Diez sobre 14 auspiciaban el triunfo de Embrujo, 2 el de Romántico, 1 el de Bon Vin.[4] Sin embargo, Romántico dió la gran sorpresa, segundo Partido, tercero Bon Vin y cuarto Embrujo.

"Romántico alcanza el disco de triunfo con una cabeza de ventaja sobre Partido, al cabo de una larga lucha que adquirió relieves de inenerrable emoción..."[5] Los premios fueron 50.000$ para el primero, 10.000$ al segundo y 5.000$ al tercero.

En ese mismo domingo, a bordo del Massilia, anclado en el puerto de Buenos Aires, había 147 españoles republicanos. Todos ellos se hallaban en tránsito, con diversos destinos: 132 a Chile, 6 al Paraguay y 9 a Bolivia. Permanecían alojados a bordo, hasta que pudieran tomar los trenes internacionales respectivos o el vapor de carrera con destino a Asunción. De este conjunto se destacaban unos 60 intelectuales, entre ellos Ramón Hidalgo Pontones (pintor), José Arbex Pomareta (ingeniero), José Fernández Cañizares (cinematografista), Luis de la Fuente (director de cine), Antonio Salgado y Salgado (periodista), José Ruiz de Toro (abogado y escritor), Mauro Cristóbal Artache (dibujante), Arturo Cuadrado Moure (ex-director de la revista "Resol"), Alberto López Barral (escultor), Gregorio Muñoz Montenegro (pintor-escenógrafo), Pedro Corominas Muntanya (abogado y legislador catalán), Severino Mejuto (actor), Clemente Cimorra (periodista), Eusebio de Gorbea, Pascual Guillén y Salvador Valverde (autores teatrales).

"No permiten ni asomarse a los ojos de buey a los intelectuales españoles en tránsito", titulaba el diario radical Noticias Gráficas la noticia del arribo del Massilia al puerto de Buenos Aires,

"Las medidas adoptadas contra el grupo de intelectuales y artistas españoles... son de un rigorismo que solamente tratándose de peligrosos confinados se hubieran aceptado....Un marinero nos informó que los españoles refugiados tenían orden de que nadie se aproximara a ellos y menos que se asomaran por los

ojos de buey ...Es lamentable lo que ha ocurrido. No sabemos ni nos interesa saber quién ha dado la orden terminante de que ese grupo de gente que representa de modos distintos a la cultura y el cerebro de España permanezca en la sombría situación de los delincuentes incomunicados".[6]

También el diario Crítica informó sobre la llegada del Massilia.[7] "En ese buque francés arribaron mas de 60 intelectuales españoles que tratarán de reconstruir sus vidas en Chile".

El relato de una exiliada española que estaba a bordo del Massilia nos acerca a las trayectorias que habían llevado a ese grupo hasta el puerto de Buenos Aires. MC abandonó España casi al finalizar la Guerra Civil, cuando las tropas franquistas entraban en Barcelona. Estaba embarazada de 6 meses y fue llevada a un campo de concentración en el departamento de los Pirineos Orientales en el sur de Francia. Su marido fue a parar a otro campo. Como MC había estado en Paris para la Exposición Universal en 1937 tenía un tipo de ropa moderna que la hacía confundirse con la población local, además hablaba bien francés. Junto con dos chicas catalanas decidió emprender la aventura de escapar a Paris. Para obtener el pasaporte español, era necesario primero llegar a Perpignan donde todavía funcionaba el Consulado español ya que el gobierno de Franco no habia sido reconocido todavía por las autoridades francesas. Casi milagrosamente, sin ser descubiertas pudieron abordar el tren y llegar a Perpignan donde MC encontró amigos entrañables que le facilitaron el dinero para llegar a Paris. El dinero era importante pero no era el único problema. MC no consiguió los documentos, pero aún sin papeles, luego de una noche en la estación pudo tomar el tren a Paris. Paris era otro mundo, allí no había españoles hacinados ni gendarmes vigilando y tenía amigos que la alojaron.

Reunirse con su marido fue otra aventura. G. estaba alojado en Argelés, aunque lo trasladaron varias veces. Entonces el problema era saber dónde estaba, y por supuesto si estaba bien. Cuando lo ubicaron, junto a los amigos de Paris, fue a buscarlo y burlando las reglas de seguridad y disciplina del campo, partieron desde Orleans a Paris. En Paris debieron esperar el nacimiento de su bebe, una niña con la que emprenderían la gran aventura americana. La familia, que tenía buenas relaciones con Pablo Neruda, entonces embajador de Chile en Francia, había logrado integrar el contingente del "Winnipeg", un barco que aquél había fletado, pero no llegaron a tiempo. El barco salió de Francia antes de que MC. hubiera dado a luz a su hija. Como los cuáqueros habían costeado sus pasajes lograron ahora ya con mas tiempo integrar el grupo de los que partirían en el "Massilia", también con destino a Chile en octubre de 1939, al mes siguiente del estallido de la II Guerra Mundial. En el Massilla iban muchos artistas, escritores y periodistas españoles. Con ellos viajaban numerosos refugiados judíos polacos e italianos. Juntos compartían la tercera clase en condiciones deplorables de hacinamiento y promiscuidad. El viaje fue largo. Ver por última vez las costas españolas fue muy triste, pero era la libertad. El grupo se integró maravillosamente, no se conocían de antes ni tenían en definitiva nada en común, salvo la guerra. Todos sintieron un profundo odio hacia la tripulación francesa que los trataba mal, y que "tanto odiaban a los rojos como a los judíos". Fueron horribles las peripecias vividas a bordo ante la amenaza constante de los submarinos nazis. Finalmente, el Massilia atracó en Buenos Aires, desde donde seguirían viaje a sus destinos finales en otros países.

MC recuerda que, mientras los pasajeros esperaban a bordo el inicio de la nueva etapa de su viaje, se presentó en el puerto Natalio Botana, director del periódico Crítica que, sorpresivamente, ofreció a los españoles una suma importante de dinero para facilitar su asentamiento en la Argentina.[8] Natalio Botana, de origen uruguayo, había llegado a la Argentina a comienzos de la década de 1910, luego de abandonar el Seminario Jesuita, la carrera de Derecho y de haber participado en la guerra civil de 1904. Perteneciente a una familia tradicional de ricos campesinos, logró una vez en Buenos Aires, gracias a contactos familiares entrar a trabajar en el diario La Razón para cubrir notas sociales. Su experiencia no fue exitosa y al poco tiempo fue despedido. Comenzó entonce a escribir para la revista P.B.T. donde se convirtió en un periodista de nota. Con la experiencia periodística y contactos que había logrado durante esos años, en 1913 fundó Crítica, "el diario más moderno de Latino América".[9]

"Botana había hecho una importante campaña a favor de España Republicana y él conocía a algunos de los que veníamos en el barco, a mi marido lo conocía porque había trabajado en medios gráficos, sabía que Mariano Perla había dirigido un periódico que se llamaba Mundo Obrero, en fin, conocía a alguna gente. Entonces, cuando apareció en el puerto y dijo al comisario de a bordo que quería subir al barco a vernos, éste le dijo que no podía visitar a nadie. El le dijo: Ud. no sabe quién soy yo. A mi no me importa quién es Ud, le respondió el comisario, pero estos señores son rojos peligrosos y los llevará de aquí el tren internacional. Mi misión es vigilarlos y que nadie salga. Entonces Botana le respondió, no sólo voy a venir a darle el dinero a los refugiados, sino que los voy a bajar a todos."[10]

Natalio Botana, era también propietario de "Romántico", el ganador del Gran Premio Carlos Pellegrini que se acababa de correr. Nuestra testigo une así en su relato las dos historias con las que comenzamos nuestro trabajo:

"Quiso el azar que un caballo propiedad de Botana hubiera ganado recientemente una importante carrera en el hipódromo local. Botana decidió, entonces, donar el importe del premio a los españoles del Massilia, consiguiendo también del presidente Ortiz el permiso para que ese puñado de hombres, mujeres y niños pudieran afincarse legalmente en el pais. Así nos quedamos en la Argentina, gracias a un caballo que ganó... No teníamos programado venir a la Argentina, eso fue una cosa que surgió, así de un modo puramente casual... Todos teníamos nuestra visa para Chile pero ya que la cosa surgió nos pareció mejor la Argentina, que era un pais más atractivo".[11]

El azar aparece así como protagonista absoluto del asentamiento de los españoles llegados en el Massilia, el conjunto más numeroso de exiliados españoles llegados a la Argentina antes de 1940. La trama sin embargo era mucho más compleja. Intentaremos construir una estructura significativa con las diversas versiones de lo sucedido aquél domingo 5 de noviembre.

La Argentina, que había recibido a millones de inmigrantes desde 1880, cerró sus puertas a partir de 1930. Cuando se produjo el estallido de la Guerra Civil española en 1936, apareció en el gobierno argentino la preocupación por el posible ingreso de los refugiados españoles, considerados "extranjeros indeseables". Estos eran visualizados como una amenaza para la población nacional, y el Estado argentino debía estar alerta para no convertirse en "el receptáculo de personas indeseables" por el peligro ideológico que representaban.[12] Durante 1938 se incrementaron las trabas para los extranjeros que quisieran emigrar a la Argentina, en particular los refugiados, tanto judíos como españoles republicanos. Los cónsules argentinos en el exterior fueron instruidos para suspender visas de ingreso al pais, e incluso permisos ya acordados en Buenos Aires fueron revisados y en muchos casos anulados.[13] El fin de la Guerra Civil en abril de 1939 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial a los pocos meses no hizo más que empeorar la situación de los republicanos españoles exiliados en Francia. Miles de solicitudes de ingreso fueron rechazadas debido a la suspensión y caducidad de permisos de ingreso. Esto originó una serie de protestas por parte de diputados del campo opositor, socialistas y radicales, que levantaron sus voces en defensa de los refugiados españoles y judíos.[14] Dentro de este frente se ubicaba el diario Crítica, el diario popular de Buenos Aires, que junto con El Mundo, fundado en 1928 se constituyeron en los dos diarios modernos que crearon un nuevo estilo periodístico más adecuado a la expansión y demandas del público. En ambos se entrelazaba el nuevo periodismo de noticias breves, grandes titulares, donde se filtraba la vida cotidiana, la información sobre delitos y accidentes en la sección policial, las mujeres, los chicos a los que Crítica dedicaba un suplemento semanal, los espectáculos y deportes, con notas de escritores e intelectuales de vanguardia (incluyendo a los de origen patricio como Borges) y de la literatura social. [15]

Crítica y su director Natalio Botana llegaron a constituirse en los principales actores en la defensa de la República Española primero y de los refugiados republicanos después. Desde el estallido mismo de la guerra el diario publicó notas editoriales, columnas de opinión y colaboraciones que expresaban un abierto apoyo al gobierno republicano, criticando con dureza la actuación del ejército franquista. En una nota titulada "El norte de España es ya una colonia ítalo-germana" denunció el apoyo alemán e italiano a Franco.[16] Criticó asimismo la actitud prescindente de los gobierno democráticos europeos, acusando a los mismos por el desenlace de la Guerra. El 4 de marzo de 1938 Crítica denuncia que España será aplastada por la neutralidad de los países democráticos. El 27 de febrero de 1939 dedica un largo artículo para explicar que la traición anglo-francesa ha terminado la guerra civil.

Consecuente con su entusiasta defensa de la República española, el diario sesgaba las noticias provenientes de la península con el objetivo de sobredimensionar los triunfos leales y ocultar o relativizar los avances rebeldes. El propio Manuel Azaña en sus Memorias políticas y de guerra, se muestra sorprendido ante la visita de Eduardo Toribio Bedoya director de Crítica, en agosto de 1937, solicitándole escribiera un artículo para el periódico "explicando la estupenda obra que realiza el Gobierno español y el heroísmo del pueblo" [subrayado de Azaña]. El asombro de Azaña se deriva del gran conocimiento y encendido entusiasmo mostrado por Bedoya sobre el desarrollo de la Guerra Civil.[17]

Es significativa, por ejemplo, la información brindada por el diario durante enero de 1939. A inicios del mes sus primeras páginas hablan de grandes triunfos leales, información que va combinando lentamente con otras que indican un cierto avance de Franco en Cataluña. Casi inesperadamente, el 25 de enero informa de la caída de Barcelona.[18] Crítica se comprometió editorial y materialmente con los organismos e instituciones argentinas de ayuda al "legítimo gobierno español" y participó en todo tipo de actividades solidarias. Terminada la guerra Civil, la posición del periódico se continuó en tres líneas editoriales paralelas. En primer lugar, el apoyo a los republicanos españoles refugiados en Francia. Denunciaba, por otro lado las atrocidades cometidas por el franquismo triunfante. Crítica informaba sobre lo que llamaba "la obra de destrucción de España" realizada por Franco en su primer año de gobierno, "nueve fusilados por minuto los primeros dias, 400.000 exiliados en Francia, miles de intelectuales por el mundo".[19] Finalmente, el diario ofrecía un lugar significativo a información de problemas y enfrentamientos dentro del gobierno franquista y sobre el descontento popular en España. Consecuente con su actitud opositora al gobierno franquista, Crítica auguraba la pronta desaparición del ilegítimo gobierno rebelde, asegurando que "más pronto de lo que algunos suponen, España tendrá su tercera república".[20]

Esta posición del periódico y de Botana fue reconocida por los republicanos españoles en diferentes oportunidades. Así, a propósito de su irrupción en el Massilia dice otro de los pasajeros

"Jamás olvidaré lo que hizo Botana por nosotros. Quién se animaba en aquel momento a presentarse así suelto de cuerpo y pedir por los rojos republicanos?. El sabía cómo moverse y estaba dispuesto a jugarse, era un verdadero antifascista"[21]

Ya desde el estallido de la guerra el diario había comenzado una suscripción popular a favor de la Cruz Roja Española; Crítica encabezaba los aportes con $ 1000, Natalio Botana, $ 1000 y el personal del diario, $454,40.[22] Durante los tres años de la guerra las páginas del diario publicaron noticias sobre la ayuda argentina hacia las fuerzas leales y de los actos realizados en el pais por algunos organismos a favor de la España Republicana. La visita de Indalecio Prieto, líder socialista, representante de la República española en enero de 1939, a pocos días del derrumbe de Barcelona, ocupó las paginas centrales del diario.[23] Segun Helvio Botana, hijo de Natalio, Prieto había sido enviado a la Argentina por la República Española con un mensaje secreto:

"La guerra estaba irremediablemente perdida, y se continuaba en retirada, pues sabían que no habría piedad para los vencidos y había que tratar de que llegaran a Francia como refugiados.

Estaban más que agradecidos a Natalio, pero pragmáticamente consideraban que sería conveniente a sus intereses, que los abandonara y cambiara de frente, teniendo para ello el tiempo que quedaba hasta la derrota final que podian ser dos o tres meses. Crítica podría ir llevando la opinión del diario, de beligerante a neutral, para no caer en la situación negativa que significa para una empresa el estar ligada a una causa política perdida.

Natalio Botana, agradecido, les demostró que lo de España era únicamente una batalla de la guerra, que se desencadenaría no bien Hitler tuviese a España a su favor."[24]

Efectivamente, Botana hizo caso omiso del consejo de Prieto. El diario apoyó fervientemente las gestiones de la Comisión Argentina para Niños Españoles, que intentaba el traslado de niños y refugiados españoles, integrada por Marcelo T. de Alvear, Alfredo Palacios, José Peco, Mariano Castex y Carlos Saavedra Lamas.[25] El diario se mostraba optimista sobre la posibilidad de que la Argentina recibiera a una gran cantidad de niños españoles. El 18 de febrero de 1939 Crítica publicó una extensa entrevista al Presidente de dicha Comisión bajo el título, "Centenares de niños españoles van a ser conducidos a nuestro pais". Ese mismo dia Crítica informaba de la entrega por los miembros de la Comisión de una nota a la Cancillería solicitando al gobierno argentino que se permitiera la entrada de niños desamparados, ciudadanos españoles con familias en la Argentina que dispongan de recursos, trabajadores del campo e intelectuales. La informacion de Crítica va mostrando, lentamente, la realidad contra la que debieron enfrentarse los sectores que propician el ingreso de los republicanos españoles. Las noticias sobre proyectos de radicación van dando lugar a los reclamos al gobierno para que permitiera la entrada de los refugiados. A partir del derrumbe definitivo de la República, Crítica encabezó una verdadera cruzada en favor de los exiliados. Esta campaña del diario se evidenció por primera vez en enero de 1939 y se mantuvo en forma constante hasta mediados de 1941.[26]

El 27 de enero de 1939, dos días después de la caída de Barcelona en poder de Franco, Crítica comenzó a publicar noticias y comentarios sobre la situación de los refugiados españoles en Francia. Estas noticias se combinaban con detalles sobre la continuidad de la guerra en el frente madrileño y el fin de la Guerra Civil. El periódico informaba detalladamente sobre la situación de los refugiados. Contaba para ello con corresponsales directos como el representante de la FUA (Federación Universitaria Argentina) ante el estudiantado español, Guillermo Delgado, quien informó al regresar al pais la vida horrible en los campos de concentración para refugiados que habilitó Francia, confirmando al mismo tiempo, las denuncias de Crítica sobre el mal comportamiento de los funcionarios de la Cancillería argentina.[27] También publicaba cables de agencias internacionales que denunciaban el mal trato a que eran sometidos los refugiados en Francia, donde morían de hambre y frio y sin ningún tipo de atención médica.[28]

A partir de ese momento comenzó a plantear la mejor opción para poner fin a las penurias de los españoles en Francia: "Desgarradoras voces de auxilio lanzan los refugiados españoles...Quieren venir a trabajar..."[29] Crítica concentrará todos sus esfuerzos en lograr que puedan ponerse a salvo de sus penurias en la Argentina.

En abril de 1939 se anuncia desde Córdoba la realización de un mitin organizado por la Liga de los derechos del Hombre y por el Comité Pro Ayuda al pueblo español en donde se pedía la apertura de las fronteras argentinas para la entrada de españoles republicanos.[30] Al mismo tiempo Crítica informaba sobre la actitud intimidatoria del gobierno argentino ante las instituciones pro-republicanas, denunciando la detención de 70 personas de distinta filiación política en un Festival Pro España Leal. [31] Crítica acusaba al gobierno argentino de tratar de modo benevolente a los grupos franquistas reaccionarios.[32]

A fines de abril de 1939 apareció la primer mención del diario criticando la política inmigratoria del gobierno argentino, clamando por la necesidad de abrir las puertas a los hombres laboriosos del mundo.[33] A partir de junio inicia una campaña sistemática sobre el tema, ilustrando las notas con las fotos de Juan Baustista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.[34] Crítica habla de tres categorías de inmigrantes, los que vienen a buscar trabajo sin mas capital que sus brazos, los que poseen un pequeño capital y están dispuestos a invertirlo en el pais, y el perseguido político, que no es un delincuente, sino un hombre al que le hacen la vida imposible las tiranías europeas, porque, "como nosotros, ese hombre es un demócrata". Que vengan todos es la opinión de Crítica.[35] El diario denunció al Comité Consultivo de la Dirección de Inmigraciones por tomar medidas inconstitucionales que violan la vieja hospitalidad argentina y son contrarias a las necesidades del pais.[36] Consecuente con su posición, Crítica apoya a los diputados radicales y socialistas que, el 9 de agosto de 1939, interpelaron a los Ministros de Agricultura y Relaciones Exteriores y Culto y denunciaron la política de puertas cerradas del gobierno argentino.[37]

En julio de 1939 se abre un capítulo especial en la lucha por el libre ingreso a la Argentina de los refugiados españoles en Francia. El 14 de ese mes Crítica hace un llamado urgente. "Debemos acudir en ayuda de los intelectuales españoles. Universitarios, profesionales, escritores y artistas figuran entre los refugiados en Francia, sin destino fijo. Para contribuir a salvar lo mejor de la cultura española, actualmente en los campos de concentración [en Francia] abre Crítica una suscripción de carácter nacional". Crítica inicia la suscripción con $5 000. El mismo día pedirán al presidente, Dr. Ortiz que se permita la entrada al pais de los intelectuales españoles. La campaña se inicia con un reportaje a Enrique Banchs, Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) donde éste solicita a Ortiz que realice gestiones en favor de los escritores españoles que se encuentran en Francia y otros paises, permitiendo la entrada en el pais de los intelectuales que quieran radicarse en la Argentina. Desde ese momento y hasta fines de agosto, aparece diariamente una página dedicada al tema. Incluye datos sobre los intelectuales refugiados en Francia, la lista de donaciones recibidas, la adhesión a la colecta de diferentes instituciones e información sobre festivales y actos de apoyo. A 72 horas de iniciada, la colecta llega a $13 286.[38] El 9 de agosto de 1939 el total acumulado asciende a $34 870,40.[39]

El 13 de noviembre se informa sobre el destino de los fondos:

"A pedido de entidades de ayuda a los intelectuales Crítica distribuyó el producto de la colecta Suscripción Pro-intelectuales españoles entre exiliados del Massilia. En la Argentina, agregaba, quedaron unas 50 personas, siguiendo viaje a Chile otros 70 intelectuales."[40]

El total recaudado se repartió entre las 50 personas que se instalarían en nuestro país ($29 212,60) y los 70 intelectuales que seguirían viaje a Chile ($10 000) A estos fondos Botana probablemente agregó parte del premio de $50000 que su caballo Romántico había obtenido en el Gran premio Carlos Pellegrini. Su hijo, Helvio Botana, recuerda...

"El regalo masivo llegó en el vapor Marilia (sic), casi un centenar de refugiados (sic) que iban rumbo a Chile.... Natalio consiguió en seguida la residencia para todos, y lo completó a su estilo: a medida que iban bajando del vapor, en la pasarela fueron recibiendo un sobre con suficiente dinero para vivir con dignidad dos meses, período calculado para conseguir trabajo.

Los periodistas pasaron casi todos a Crítica, donde fueron una inyección de pureza idiomática, y de otras líneas de imaginación creadora"[41]

Curiosamente, el resto de la prensa nacional no hizo alusión al hecho inédito de que los intelectuales del Massilia, se quedaran en Buenos Aires. Sólo en la sección "Teatro" del diario La Nación se menciona la llegada de tres autores teatrales de actuación celebrada en España: Eusebio de Gorbea, Pascual Guillén y Salvador Valverde y al escenógrafo Gori Muñoz, sin aclarar que se trataba de pasajeros del Massilia.[42]

Sin embargo, el hecho no pasó desapercibido en la Embajada de la Argentina en España, desde la cual un funcionario anónimo informaba a un destinatario también desconocido, pero que podemos suponer era integrante del gobierno franquista, lo siguiente:

"Hay que señalar la maniobra comunista desarrollada en Buenos Aires por los elementos avanzados argentinos, con los emigrados españoles del vapor Massilla. Iban destinados a Chile y se quedaron en Buenos Aires, en vista de que una manifestación de argentinos provocada por el Director de Crítica, así lo pidió.

He calificado de 'maniobra comunista' ésta del desembarco en Buenos Aires, y así parece. Se recuerdan las consignas del Komintern al SERE [Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles], orientadas a la creación de grandes núcleos de comunistas en Argentina y México, de donde habían de irradiar una fuerte propaganda sobre toda América y procurar el entorpecimietno del comercio con Francia e Inglaterra.

Y aquí radica la maniobra del desembarque, Hasta ahora, la Argentina se había negado rotundamente a visar pasaportes rojos y a conceder permisos de estancia en el territorio. En vista de ello, han acudido a este medio de la manifestación."[43]

El funcionario diplomático argentino, integrante de una representación diplomática de netas simpatías pro-franquistas, apuntaba en ese texto al carácter colectivo de la solidaridad que reclamaba por el derecho de los españoles a instalarse en la Argentina. El carácter del complot, tildado como "maniobra comunista", sugiere un plan claramente elaborado por la Unión Soviética, para expandir sus ideas en Argentina y México. La acción de Botana ya no es más la del protagonista solitario sino la del instigador de una acción colectiva. Ninguno de nuestros testigos menciona la existencia de la "manifestación" a la que alude el texto.

El gobierno no deseaba que quienes vinieran al país "sean vencidos que buscan asilo a sus fracasos" [44] e insistía que "el perseguido político no es un inmigrante y que no se puede pretender que el gobierno de la república [argentina] cree, con olvido de sus deberes fundamentales, un problema inexistente a título de resolver un problema existente en otros países". [45]

Sin embargo, el presidente Ortiz finalmente otorgó la autorización para que los españoles del Massilia se quedaran.

Crítica remarca el gesto del Poder Ejecutivo de permitir el ingreso de algunos de los exiliados del Massilia, señalando que "El presidente Ortiz interpretó el sentir de nuestra república al ofrecerles hogar democrático a los refugiados de España."[46]

También la Federación de Entidades Democráticas Españolas envió una carta al presidente para "expresarle su reconocimiento por la resolución adoptada con algunos españoles llegados al puerto de Bs.As. a bordo del vapor Massilia... y que expresando su deseo de quedarse en la Argentina, fueron autorizados para ello, con generosa interpretación por parte del Sr. Presidente de lo dispuesto en materia inmigratoria..." [47]

La Federación de Entidades Democráticas Españolas da una versión en la cual la iniciativa pasa de la decisión individual de Botana o de la "manifestación" organizada, al deseo de algunos pasajeros de quedarse, pasando de este modo todo el protagonismo al Dr. Ortiz y a la benévola decisión de autorizar su ingreso.

Maria Rosa Oliver propone en sus Memorias, una hipótesis propia respecto de la vinculación entre Botana y el presidente Ortiz y los motivos que llevaron a éste último a favorecer a los republicanos del Massilia:

"La admisión masiva se debió a la campaña que hizo Crítica y a la acción decidida de su director, Natalio Botana, con quien el gobierno tenía una deuda pendiente: Crítica había preparado el terreno para que tuviera éxito la asonada militar que el 6 de septiembre de 1930 derrocó al gobierno de Yrigoyen."[48]

Efectivamente fue en las instalaciones del diario donde se realizaron reuniones de políticos opositores y desde donde salieron manifestaciones callejeras antiyrigoyenistas en los días previos al golpe. Mientras otros medios como La Nación o La Prensa, limitaban su accionar a la agitación intelectual, Crítica apostó a un rol más activo, "como organizador material de la ruptura institucional".[49]

La activa participación de Crítica en la coyuntura de 1930 implicó una reformulación de su carácter ya que a pesar de ser un diario periodísticamente moderno, apareció jugando un definido rol político, reactivando una práctica que había criticado desde su fundación. Si bien su intervención fue elogiada y su influencia e impacto reconocidos, las relaciones de Crítica con el nuevo gobierno no fueron de ninguna manera armoniosas, iniciando una larga etapa de denuncias, pedidos de elecciones, etc.[50]

Durante los últimos años de la década del 30, Crítica seguía siendo un actor político de peso, jugando un rol activo en la configuración de la opinion pública. En el plano nacional, el diario denunció los fraudes electorales y restricciones a la actividad política y sindical, mostrando una simpatía moderada hacia la Unión Cívica Radical. Apareció apoyando al Partido Socialista Obrero durante la campaña electoral de 1938.[51] El diario denunció las condiciones de vida y trabajo de la población rural así como los negociados y estafas en el ámbito gubernamental. Apoyó la decisión del Poder Ejecutivo de declarar en comisión al personal de la Dirección de Inmigración, a los que acusaba de obstaculizar el ingreso al país con trabas burocráticas y medidas demasiados estrictas para poder solicitar coimas.[52] Crítica denunció la infiltración nazi en la Argentina y realizó una gran campaña reprobando la política inmigratoria argentina, defendiendo el libre ingreso de inmigrantes y refugiados.[53]

En el plano internacional, la posición del periódico se caracterizó por una clara y combativa posición antifascista, que se sintetiza en la nota a pie de página que apareció diariamente a partir de la invasión alemana a Polonia:

"Nuestra posición: con Francia, con Inglaterra y con los paises democráticos de Europa. Crítica seguirá una ruta ya de antiguo trazada. No admitimos los tonos grises: deseamos el triunfo de la civilización y el aplastamiento de las dictaduras".[54]

Es difícil suponer que habiendo transcurrido nueve años desde el momento del golpe que derrocó a Yrigoyen, el hecho de que Ortiz fuese de alguna manera heredero del proceso político iniciado entonces pudiera convertirlo en deudor de Botana. En todo caso, es más probable que haya influído la importancia de Crítica en la formación de la opinión pública y su rol como actor político de perfiles muy definidos, reafirmando, como señala Sylvia Saitta, la existencia de un nuevo escenario periodístico en el cual la prensa diaria tenía una activa participación en la resolución de cuestiones políticas.[55]

Indudablemente Crítica instaló el tema de la Guerra Civil Española en la sociedad argentina, como bien lo recuerda su hijo,

Helvio Botana[56]

"..mi padre convirtió la guerra española en problema argentino, pues así se lo tomó ... Por influjo de Crítica nuestra población tomó partido en pro o en contra de Franco. Así fue, en toda la República una beligerancia polémica nos invadió. Y como en toda guerra, hubo hechos notables y ridículos; abnegados y aprovechados. El "no te metas" desapareció. La Argentina vibró y se vivió pasionalmente un suceso que fue nuestro."

La intervención personal de Natalio Botana en el caso del Massilia también ha suscitado interpretaciones menos benevolentes. Francisco Ayala, exiliado en la Argentina entre 1940 y 1945 ha escrito que:

"Al dueño de Crítica, diario vespertino tan popular como sensacionalista....en vista de que los intelectuales exiliados se hallaban en situacion financiera bastante precaria, se le ocurrió formar un ramillete con unas cuantas personalidades, escritores, políticos de los mas conocidos, para encargarles, a cada cual, un artículo espléndidamente pagado, detalle de mecenazgo que, claro está, debía redundar en su autoglorificación y en prestigio de su rotativo.

La fatalidad hizo que este protector de los grandes intelectuales desvalidos, el opulento señor Botana, muriera poco después en un accidente de automóvil, ocasionando con ello la consternación de quienes esperaban ver repetirse de un modo u otro el beneficio por él discernido a las letras republicanas."[57]

A pesar de opiniones como ésta, Botana se convirtió para todos los republicanos que llegaron a la Argentina en una figura legendaria. A pocos dias de su muerte en 1941, España Republicana, el diario del Centro Republicano Español de Buenos Aires, publicó la siguiente nota:

" La muerte de Natalio Botana en un accidente automovilístico ha producido un vivo pesar en la colectividad española. El Sr. Botana, fundador y director-propietario de Crítica, dedicó siempre a los problemas de nuestro pais una viva atención y dio el mas resuelto apoyo a las luchas de nuestro pueblo....Las columnas de Crítica han estado siempre a disposición de los republicanos españoles. Y en la casa de Crítica han encontrado un nuevo hogar periodístico muchos de nuestros compañeros y una tribuna muchas figuras destacadas de la República. En Crítica han escrito y escriben Diego Martínez Barrio, Angel Ossorio y Gallardo, Indalecio Prieto, Augusto Barcia, Julio Alvarez del Vayo, Manuel Blasco Garzón, Mariano Gómez, Basilio Alvarez, Alfonso Castelao, José Venegas, etc. A la actual redacción y al cuadro de colaboradores de Crítica pertenecen el general Vicente Rojo, Rodrigo Soriano, Corpus Barga, Manuel Fontdevila, Juan G. Olmedilla, Carlos Sampelayo, Clemente Cimorra y otros compatriotas.

Debemos a Crítica una gratitud inextinguible y fue don Natalio Botana quien resueltamente puso la enorme fuerza popular de su diario al servicio de la causa republicana española.

Su fervor hacia España lo compartieron su esposa, Salvadora Medina o­nrubia, en cuyas recientes obras literarias se expresaba el mismo sentimiento, sus hijos Helvio y Jaime y su hijo político, el diputado Damonte Taborda quien incluso asistió a la última reunión de las Cortes Españoles en el castillo de Figueras."[58]

Un año después, comentando los actos organizados para conmemorar el primer aniversario de su muerte, España Republicana afirmaba:

"Los españoles republicanos tienen con Botana una deuda de gratitud que no olvidarán jamás. Antes de la guerra, en la guerra y después de la guerra, Natalio Botana estuvo de corazón a nuestro lado. Su diario se puso al servicio de nuestra causa con una generosidad ejemplar....Su fe por España no decayó un momento. Dias antes de morir hablaba con algunos de nuestros más adictos amigos expresando sus esperanzas en el triunfo de la Revolución en España en un porvenir cercano. De este triunfo quería ser partícipe, como un español más."[59]

Botana se convirtió así en el protector de los republicanos españoles y cual el Cid siguió ganando batallas aún después de muerto, al menos en la memoria de nuestros entrevistados. GFZ, recuerda su venida a la Argentina al finalizar la II Guerra Mundial, después de haber hecho la resistencia en Francia[60]

" En el 46 logré salir de Francia gracias a las gestiones de Gori Muñoz, que estaba en la Argentina desde fines del 39.... Para que yo pudiese ir a la Argentina necesitaba un contrato de trabajo y como él estaba trabajando en el Estudio San Miguel decidió mandarme un contrato de técnico cinematográfico. ... Me reuní con mi esposa en Portugal, y con mi hija que ya tenía diez años...A pesar de tener un contrato de trabajo tuvimos grandes dificultades para el visado del pasaporte....En el consulado argentino se negaron rotundamente a hacernos el visado, finalmente conseguimos visado para Chile con tránsito por la Argentina. Al llegar a Buenos Aires nos estaban esperando los amigos... alguien había intercedido para conseguir nuestra visa: Natalio Botana. Estaremos siempre agradecidos por su gestión."

Botana había muerto cinco años antes. Otra clara "deformación" del recuerdo se presenta en el testimonio de quien reduce el incidente del Massilia en la narrativa de su exclusiva salvación personal:

"Yo iba a Chile, Pablo Neruda, de quien era gran amigo me había conseguido la visa para ir allí. Pero cuando llegamos a Buenos Aires, Botana apareció en el puerto de Buenos Aires cuando atracó el Massilia y preguntó por mi, no pude decir que no, fui el único de ese barco que quedó en Buenos Aires" [61]

Este "error" de la memoria nos ayuda a entender en toda su dimensión el significado de su figura y accionar para los republicanos españoles. Botana fue el salvador de los republicanos mas allá de su temprana y dramática muerte. Lejos de constituir una dificultad, estos "errores" ayudan a dar sentido a la construcción de las narrativas personales. Muchos de los republicanos españoles que llegaron a la Argentina fueron ayudados por Botana. Este reconocimiento se constituyó en un elemento central de la reconstrucción histórica de la llegada a la Argentina. La figura "mítica" de Botana aparece en el relato de muchos de nuestros entrevistados. Escuchamos la misma historia, con algunas variantes contada una y otra vez con un gran realismo. Sabemos, sin embargo, que un relato realista no es siempre un relato verdadero. Los diversos testimonios, incluyendo sus fabulaciones, interpretaciones distintas y "errores", nos permiten entender el proceso a través del cual los individuos construyen sus memorias.

Los testimonios orales y su confrontación con otro tipo de fuentes nos han permitido reconstruir la compleja trama de esa experiencia. Tras la alusión de una de nuestras entrevistadas al caballo que ganó "por una cabeza", gracias al cual pudieron quedarse en la Argentina, aparece en toda su magnitud la acción del diario Crítica y su director Natalio Botana. Para nuestra entrevistada, el azar es explicación suficiente de la inflexión en su trayectoria personal, que se había iniciado con la derrota de la Guerra Civil, continuó con la amenaza del avance nazi en Francia y la persecución de los submarinos alemanes durante el traumático cruce del Atlántico. En cambio, para otro entrevistado no hubo azar. La acción de Botana se reduce a un hecho magnífico pero puntual, destinado a la exclusiva salvación de quien narra. Finalmente, para quien llegó a la Argentina en 1946, la obra de Botana se vuelve atemporal y trasciende su propia muerte. El relato condensa todo el simbolismo de Botana como figura salvadora para los republicanos españoles que vinieron a la Argentina

Los testimonios orales mostraron su doble utilidad en la reconstrucción de esta historia. Nos han permitido por un lado, recuperar la experiencia de los actores y trasmitir el significado de sus vivencias pasadas, confrontadas con la dimensión de sus recuerdos presentes. Por otro lado, pudimos, verificar y explicar cómo en este caso fue perforada la barrera de la prohibición inmigratoria, estableciendo la distancia entre la dura legislación inmigratoria y su implementación y descubrir una sociedad civil compleja, evidentemente plural y solidaria.

El celo puesto en la elaboración de una rígida reglamentacíon migratoria y el control minucioso de los ingresos para "... disminuir o atenuar el grave peligro de la introducción al pais de elementos exóticos y perturbadores del orden social"[62], no impidió que las normas fueran vulneradas. Como bien lo señalaba el Ministerio de Agricultura, "... la inmigración regulada por medio de los permisos de libre desembarco ha sido en parte desvirtuada por el ingreso de pasajeros clandestinos, turistas que no eran tales y personas que debiendo transitar por la república para dirigirse a un país vecino se quedaron luego en ella" [63]

El Massilia es un ejemplo colectivo de esto último. Sin embargo, en el marco de una política inmigratoria restrictiva los exiliados republicanos llegaron a la Argentina a cuentagotas. La experiencia del Massilia es excepcional, constituyendo, como ya lo hemos señalado, el grupo más numeroso de republicanos que llegó a la Argentina antes de 1940.

El diario Crítica y su director Natalio Botana fueron actores decisivos de esta experiencia. Botana tuvo la lúcida y profunda convicción de que la Guerra de España era la antesala de la Guerra Mundial y decidiría, en caso de su derrota el ascenso de los totalitarismos de derecha. Su militante solidaridad con la España republicana y luego con los exiliados a los que ayudó a entrar e instalarse en la Argentina se inscribe en el contexto de sus convicciones antifascistas. La reconstrucción de otras historias permite ubicar diversos actores que jugaron un rol importante en la recepción de los republicanos españoles en la Argentina.[64]

El estallido de la Guerra Civil en España despertó en la Argentina una gran movilización. Cuando el comienzo de la misma en el verano de 1936 distintos sectores de la sociedad argentina asumieron actitudes diversas. Las fuerzas de la derecha, incluyendo al gobierno del General Agustín P. Justo que llegó al poder en 1932, mostraron muy rápidamente sus simpatías por el bando nacionalista, liderado por Franco.[65] Una de las primeras reacciones fue el envío de una nota a la junta revolucionaria de Burgos de los miembros conservadores del Senado en el que le manifestaban: "Nuestro mensaje de aprecio y solidaridad a España, que obedeciendo el mandato de su historia, lucha contra el comunismo, lo cual es el deber ineludible de nuestra civilización."[66]

En octubre de 1936, el presidente del P.E.N. Club de Buenos Aires, Sr. Carlos Ibaurguren, conocido escritor nacionalista, envió una carta al Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Ramón S. Castillo solicitándole se realizaran gestiones para salvar la vida de José Antonio Primo de Rivera, por tratarse de "un alto espíritu que honra a la cultura española".[67]

Desde el comienzo mismo de la guerra el gobierno argentino fue reacio a la posibilidad de acoger exiliados republicanos. Más aún, como hemos señalado, reforzó expresamente sus mecanismos de control para que los elementos considerados políticamente "indeseables" no se infiltraran en el pais, y se ocupó especialmente en diferenciar al inmigrante del refugiado con el objetivo de "evitar ser el receptáculo de lo peor que expele Europa", o sea, judíos centroeuropeos escapados del nazismo y a los derrotados de la Guerra Civil, considerados "rojos" y por tanto excluídos de la noción de la hispanidad". [68]

Sin embargo, diversos sectores de la sociedad argentina, incluyendo a la numerosa comunidad española inmigrante y sus instituciones, partidos políticos, revistas literarias, actuaron como un importante contrapeso, creando un poderoso movimiento de solidaridad con la España republicana primero, y con los exiliados republicanos después. La Guerra Civil contribuyó a aglutinar a los partidos opositores al gobierno, militantes de la causa antifascista y a agudizar críticas y reclamos de los partidos liberales y de izquierda que mostraron abiertamente su simpatía por la causa republicana. El Partido Radical visualizaba el alzamiento de los Nacionalistas en España como un fenómeno similar a la sublevación armada que había terminado con el gobierno de Irigoyen en 1930. El partido Socialista y las organizaciones que controlaba como la C.G.T. defendieron con enorme fervor la causa republicana. La prensa socialista y los telegramas de apoyo al gobierno de Madrid, junto a la organización de la ayuda material fueron prueba contundente de esta actitud. También el Partido Comunista tomó como propia la causa republicana y la ayuda canalizada a través de la Federación de Organismos de Ayuda a la República Española (FOARE) alcanzó enormes proporciones. Finalmente, el Partido Demócrata Progresista tuvo una clara simpatía por la causa republicana.[69] Todas estos actores crearon la trama de las prácticas de solidaridad que permitió que los republicanos españoles entraran en la Argentina.

En este contexto, el protagonismo que los testigos atribuían a Botana y Crítica se redimensiona y adquiere otro sentido como parte de la compleja trama de la masiva solidaridad antifascista que se gestó en la Argentina durante esos años.

(Publicado en: Estudios Migratorios Latinoamericanos, 37, CEMLA, Buenos Aires, 1997, pp. 423-447: reproducido en Exils et migrations ibériques au XXe siecle, 5, Ceric, Centre d'études et de recherches inter-européennes contemporaines, Université Paris 7, Paris, 1998, pp. 249-273.)

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[1] Así lo caracteriza Ricardo Sidicaro, La política mirada desde arriba. Las ideas del diario La Nación 1909-1989, Buenos Aires, 1993. El diario La Nación fue durante esos años un excelente interlocutor de los gobiernos de turno y defensor de los intereses de los principales sectores dominantes, aunque como señala Sidicaro, "...la compleja trama de los sectores dominantes, carentes de unidad aumentó su grado de autonomía con respecto a ellos". op.cit. p.11. El diario La Nación junto con La Prensa eran los dos diarios de mayor tiraje a nivel nacional.

[2] La Nación, lunes 6 de noviembre de 1939.

[3] La Vanguardia, órgano del Partido Socialista, lunes 6 de noviembre de 1939.

[4] Noticias Gráficas, diario de tendencia radical, jueves 2 de noviembre de 1939.

[5] Noticias Gráficas, domingo 5 de noviembre de 1939.

[6] Noticias Gráficas, lunes 6 de noviembre de 1939.

[7] Crítica, 5 de noviembre de 1939. Sobre la caracterización de Crítica véase más adelante.

[8] Entrevista a MC, Buenos Aires, 12 abril de 1985.

[9] La afirmación es de Roberto A. Tálice, 100 000 ejemplares por hora. Memorias de un redactor de "Crítica" el diario de Botana. Buenos Aires, 1989, p.17. Los datos biográficos sobre Botana los he tomado del libro escrito por su hijo, Helvio I. Botana, Memorias. Tras los dientes del perro. Buenos Aires, 1977. pp.19-34.

[10] Entrevista a MC, op. cit.

[11] Entrevista a MC, op.cit.

[12] Ministerio de Agricultura, Memoria, 1936, Tomo III, p.471.

[13] cfr. L. Senkman, "La política inmigratoria argentina ante el Holocausto (1938-1945)", en Indice. Centro de Estudios Sociales. No. 2, 2da época. Buenos Aires, Noviembre 1989, pp.15-44. p.19.

[14] cf. Diario de Sesiones de las Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación. (1936-1939)

[15] Beatriz Sarlo, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, 1995, pp. 39-40.

[16] Crítica, 28 de marzo de 1938.

[17] Manuel Azaña, Memorias políticas y de guerra, T. II, Barcelona, 1981, pp.233-234. Manuel Azaña fue Presidente de la República entre mayo de 1936 y febrero de 1939, cuando renunció a su cargo después del reconocimiento del gobierno del General Franco por parte de Francia e Inglaterra. Debo esta referencia a la gentileza de Natalio Botana, destacado historiador argentino, sobrino del ex-director de Crítica.

[18] Crítica, 25 enero 1939.

[19] Crítica, 26 de enero de 1940.

[20] Crítica, 14 de abril de 1940.

[21] Entrevista a A.C., Buenos Aires, 14 julio 1994.

[22] Crítica, 31 julio 1936.

[23] Crítica, 8 de enero de 1939. El 14 de enero, Crítica publica el discurso completo que Prieto pronunció en un acto en el Luna Park.

[24] Helvio Botana, op.cit., pp.184-185.

[25] Crítica, 18 de febrero de 1939. Se trataba de un Comité integrado por prestigiosas figuras de la política y la sociedad nacionales de alineamientos frecuentemente enfrentados. Entre ellos, el ex-presidente radical Dr. Marcelo T. de Alvear, el Dr. Carlos Saavedra Lamas, Premio Nobel de la Paz en 1936 y ex-canciller, el dirigente máximo del Partido Socialista Dr. Alfredo Palacios, el Dr. José Peco, diputado nacional de la Unión Cívica Radical y el Dr. Mariano Castex, destacado médico y profesor universitario.

[26] Momento en que se produce la muerte de Natalio Botana en un trágico accidente automovilístico, el 6 de agosto de 1941.

[27] Crítica, 9 de abril 1939.

[28] Crítica, 22 de abril de 1939.

[29] Crítica, 18 de abril de 1939.

[30] Crítica, 1 de abril de 1939.

[31] Crítica, 3 de abril de 1939.

[32] Crítica, 18 de abril de 1939.

[33] Crítica, 25 de abril de 1939.

[34] Crítica 15 de junio de 1939.

[35] Crítica 14 de junio de 1939.

[36] Crítica 16 de junio de 1939.

[37] Se refiere a la interpelación Parlamentaria a los Ministros de Relaciones Exteriores y Culto y de Agricultura. Debates parlamentarios, Cámara de Diputados. Diario de Sesiones. 9 y 10 de agosto de 1939. Tomo II.

[38] Crítica, 17 de julio 1939.

[39] Crítica, 9 de agosto de 1939.

[40] Crítica, 13 de noviembre de 1939.

[41] Helvio I. Botana, Memorias. Tras los dientes del perro, Buenos Aires, 1977, p.181.

[42] La Nación, 6 de noviembre de 1939.

[43] Nota con membrete de la Embajada de la Argentina en España.(sin firma y sin fecha) LEG.R-1913. No.1 Archivo Ministerio de Asuntos Exteriores. Madrid, España.

[44] Ministro de Agricultura, en la interpelación parlamentaria realizada el 9-10 de agosto de 1939. Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 1939, T II, pag. 851

[45] Diputado Lima, en la interpelación parlamentaria realizada el 9-10 de agosto de 1939. Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 1939, T II, pag. 902/3

[46] Crítica, 16 de noviembre de 1939.

[47] Diario Galicia, órgano de la Federación de Entidades Gallegas, 9 de diciembre 1939. Firman la carta Augusto Barcia, Presidente y R. Martinez Redondo, Secretario.

[48] María Rosa Oliver, Mi fe es el hombre, Buenos Aires, 1981, p.26.

[49] Ricardo Sidicaro, op.cit. pp.116-117. El diario La Prensa era un vocero de los sectores oligárquicos.

[50] Sobre el diario Crítica en la década del 30 ver, Sylvia Saitta, "Crítica en los años 30: entre la conspiración y el exilio", Entrepasados, 2, 1992, Buenos Aires, pp.25-41.

[51] El apoyo se complementa con una serie de notas firmadas por el fundador del P.S.O., Benito Marianetti, Crítica, marzo-abril de 1938.

[52] Crítica, 22 febrero de 1940.

[53] Crítica, 30 marzo de 1938.

[54] Crítica. Pie de página. Todas las ediciones entre agosto y noviembre de 1939.

[55] Sylvia Saitta, op.cit., p.34.

[56] Helvio Botana, op. cit. p.185.

[57] Francisco Ayala, Recuerdos y olvidos. 1. Del paraíso al destierro, 2. El exilio, 3. Retornos, Madrid, 1988, pp.272-273.

[58] España Republicana, 9 de agosto de 1941.

[59] España Republicana, 8 de agosto de 1942.

[60] Entrevista a GFZ, Madrid, 29 de noviembre de 1985.

[61] Entrevista a AC, Buenos Aires, 23-11-94.

[62] De Carlos Brebbia al Subsecretario de Relaciones Exteriores, Carlos Ibarra Mitre. Buenos Aires, 5 de setiembre de 1936. Formalidades entrada al pais personas extranjeras procedentes de España. División Política. España. Política Interna. Legajo IV. Expediente 1. Caja 8. Archivo Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Buenos Aires, Argentina.

[63] Ministerio de Agricultura, Memoria, 1940, T II, pag. 295

[64] La participación de esos actores está analiza en detalle en mi libro en preparación sobre el exilio republicano en la Argentina.

[65] cf. Ronald H. Dolkhart, "The right in the Década Infame, 1930-1943", en Sandra McGee Deutsch and Ronald H. Dolkhart(comp), The Argentine Right. Its history and intellectual origins, 1910 to the present, Wilmington, 1993. pp.65-99.. También el artículo de Mark Falcoff, "Argentina" en Mark Falcoff and Frederick B.Pike (eds) The Sapnish civil war, 1936-39. American Hemispheric Perspectives, Iniversitiy of Nebraska Press, 1982. pp.291-348.

[66] La Fronda, periódico nacionalista, 2 de septiembre de 1936.

[67] España. Política interna. Legajo I. Guerra Civil. Tomo III. Desde el 17 de setiembre al 25 de octubre de 1936. MREyC.

[68] Sobre el tema de la hispanidad en el discurso político argentino, cfr. Marisa Gonzalez de Oleaga, "Panamericanismo e hispanidad en la política exterior argentina de la Segunda Guerra Mundial: la confrontación política en la creación de identidades colectivas", Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol. 5, No.1, enero-junio 1994, Universidad de Tel Aviv, pp.59-83.

[69] Se trataba de un partido regional, cuya base estaba en la Provincia de Santa Fe. Cfr. Carlos Malamud, "El Partido Demócrata Progresista: un intento fallido de constuir un partido nacional liberal-conservador", Desarrollo Económico, Vol. 35, Julio-setiembre 1995, No.138, Buenos Aires. pp.289-308.

Dora Schwarzstein, Universidad de Buenos Aires (REDER (Red de Estudios y Difusión del Exilio Republicano))"

Mauthausen: estación final de dos guerras, Genocidio nazi. Las victimas malagueñas del holocausto.

Mauthausen: estación final de dos guerras, Genocidio nazi. Las victimas malagueñas del holocausto. Junto con el de Auschwitz, Mauthausen fue el más sanguinario campo de exterminio del holocausto nazi. Durante la Segunda Guerra Mundial, en sus cámaras de gas dejaron su vida no solo judíos, también republicanos españoles, más de 7.000. Entre ellos, aproximadamente 1.100 eran andaluces y 148 malagueños, que escaparon del final de una Guerra Civil, perdida en 1939 ante Franco, para acabar muriendo a manos Hitler.

Corría 1940. Había estallado la Segunda Guerra Mundial. En un vagón de madera, en el que apenas cabían 40 personas, viajaban durante tres días y tres noches, sin escalas. De pie, sobre sus propios excrementos, se hacinaban centenares de republicanos procedentes del campo de refugiados de Argelès, en Francia. Desconocían que su destino era Mauthausen, Austria. La muerte.

Los oficiales de la SS abrían las puertas y, a culatazos, los conducían por el camino de cuatro kilómetros que los separaba del campo. «¿Rotspanier!». Con el tiempo descubrían qué significaban cada uno de los insultos de sus carceleros. «¿Rojos españoles!». Cuentan los que sobrevivieron a Mauthausen que allí olía a carne quemada y a almendras amargas -el gas de de la muerte. Difícil de olvidar.

Al llegar al campo, los desnudaban en el patio donde, en el más crudo invierno, se registraban 12 grados bajo cero. Después, se separaban a los hombres de las mujeres y a los jóvenes de los viejos. Los ancianos, considerados inútiles para trabajar en la cantera, eran los primeros en ser gaseados. Al resto, se les despiojaba y vestía con el 'drillich', el traje a rayas, marcado con un número, un triángulo azul y una 'S' blanca, de 'Spanien'.

Tortuoso camino

Álvaro Mayén, de San Pedro, cuyas cenizas descansan hoy en Mauthausen, fue uno de aquellos republicanos españoles. Asunción, su hermana, a sus 91 años, solo sabe que un día de 1937 su hermano pequeño marchó a una guerra fratricida y que jamás regresó. No conoce la senda que siguieron sus pasos. «Solo hacíamos correr y correr para huir», dice mientras una lágrima resbala por su mejilla. Un día sus caminos se separaron.

En 1939, la derrota republicana era inevitable. La batalla del Ebro fue el golpe definitivo que necesitaba el ejército nacional. Las tropas republicanas retrocedieron buscando el amparo de los Pirineos a través de Tarragona y Barcelona. Procesiones kilométricas de refugiados cruzaron la frontera francesa en busca de auxilio y se asentaron en los campos de refugiados de Argelès Sur Mer, Varcarès o Vernet.

En esos meses de 1939 en los que se luchó contra el hambre y la enfermedad estalló la Segunda Guerra Mundial y se instauró en Francia el gobierno colaboracionista de Vichy. Los republicanos españoles fueron obligados a marchar a la primera línea de combate, bajo la amenaza de ser entregados al gobierno franquista. Otras veces, engañados, caían directamente en manos de la Gestapo. Ése fue el viaje de 148 malagueños, desde su tierra, con estación final en Mauthausen.

FRANCISCO GÓMEZ CAÑETE
Estación de Cártama, 22-04-1941
Una carta que presagió la tragedia

En cada golpe de azada se dejaba el alma. Francisco Gómez era un padre para sus cuatro hermanos y se sentía responsable de llenar cada día la cesta del pan de su madre, María Cañete. En el Cortijo Supraviela, en la Estación de Cártama, con apenas 17 años, trabajaba de sol a sol porque un día su progenitor marchó a buscar fortuna en América. Nunca volvió. «No sabemos por qué no regresó. Nos quedamos huérfanos», dice la hermana de Francisco, Remedios Gómez. A sus 91 años, conserva una memoria prodigiosa.

Tanta que aún recuerda qué ocurrió con su Francisco, como ella lo llama, mientras sujeta con mano temblorosa su fotografía con uniforme de miliciano. «Lo reclutaron a la fuerza, él no se quería ir a luchar a la Guerra Civil». Cuenta cómo se aferraba a su pecho otra Remedios, la que por aquel entonces era su novia.

El otro varón de la familia, Antonio, acompañó a Francisco al campo de batalla; no quiso dejarlo solo. Antonio fue encarcelado en Valencia, donde se separaron sus caminos.

Nada se volvió a saber de Francisco en casa de los Gómez Cañete. Hasta 1940. «A mi abuela le llegó una carta desde Francia -recuerda ahora la hija de Remedios- en la que mi tío les contaba que lo habían cogido prisionero los nazis».

Un día tras otro, María Cañete se aferraba a la esperanza de que Francisco volvería. «Enviaba cartas al consulado alemán en España», comenta su nieta. Hasta que en el 62, llegó otra carta. No era de Francisco, ni siquiera del consulado, sino de Cruz Roja Internacional. Francisco Gómez Cañete había muerto en Mauthausen.

Tres mil pesetas al mes a cargo del gobierno alemán nunca fueron pago suficiente para una familia en la que «San Francisco siempre era día de luto». María Cañete nunca pudo creer en aquella carta. Austria estaba demasiado lejos de Cártama. «Murió esperando ver a su Francisco entrar por la puerta», dice Remedios. (continúa en la página siguiente)

LAUREANO VALLEJO ROMÁN
Málaga, 14-10-1941
El puzle completado desde Rusia

Laureano Vallejo llegaba a casa harto de atender clientes en los ultramarinos La Riojana de la calle Císter, pero tenía tiempo de coger en brazos a su hermano Antonio, el pequeño de la casa, su favorito. «Lo recuerdo poco, yo solo tenía nueve años», dice hoy un Antonio ya octogenario.

Con 20 años, Laureano se encargaba de mantener a la familia, porque su padre era transportista con un camión en Alfarnate. Cinco hermanos y una madre eran muchas bocas que alimentar. Además, Manuel, el mayor, estudiaba Magisterio.

Los nacionales comenzaron a avanzar y ellos dos lo dejaron todo para luchar en el frente. «Se alistaron juntos y, mientras, nosotros huimos hasta Almería». Los hermanos permanecerían juntos hasta la batalla del Ebro. Su familia volvería a Málaga una vez acabada la guerra. «Mi madre suponía que habían cruzado la frontera francesa», comenta Antonio. No daba nada por perdido. «Cosas de las madres», añade. Mantuvo la esperanza de ver con vida a sus hijos hasta que la carta de Cruz Roja llegó un fatídico día de 1950. «Laureano había sido apresado por la Gestapo cuando luchaba en la resistencia francesa». Murió en Mauthausen.

Pero, ¿dónde acabó Manuel?. Llegó otra carta. «Casi no lo creía. ¿Traía sello de Rusia y era de mi hermano Manuel!». Durante la Segunda Guerra Mundial había luchado junto a los aliados estadounidenses y, para escapar de la represión en España, se quedó a vivir en Rusia. Hoy, Manuel ya ha muerto. «Visitó España un par de veces y me contó cómo fue su camino y lo poco que vivió con Laureano». Manuel pudo completar la historia de Laureano.

EDUARDO DÍAZ LAGOS
Torre del Mar, 7-03-1941
«Imposible escribir: prisionero de guerra»

Se acercaba el verano. Eduardo Díaz estudiaba bachillerato en Torre del Mar y una de las cosas que más le gustaba era disfrutar de la playa. Lo recuerda hoy con 72 años su hermano Ricardo, que en aquel 1936 contaba con solo cinco años.

«El avance del ejército era inminente. La familia al completo, los ocho hermanos y mis padres, cogimos la carretera de Almería y nos marchamos», recuerda. Corría el año 37. En cada puesto de comandancia un Eduardo con 18 años recién cumplidos le decía a su madre: «Mamá, si me quieren llevar a la guerra, deja que me vaya».

Los Díaz Lagos llegaron a Cataluña. En Gandesa, la partida de Eduardo hacia el Ebro se hizo inevitable. «¿Escribe!», fue lo poco que pudo decir su madre entre sollozos. Y lo hizo. La familia tardó poco en regresar a Málaga. Eduardo, como tantos republicanos, se replegaría buscando el abrigo del país vecino.

Su primera carta llegó desde el campo de refugiados de Argelès. «Nos contaba que estaba bien y que había cruzado la frontera montado en una bicicleta», comenta su hermano. Como compañera de viaje llevaba a una chica que conoció en Gandesa y que se convirtió en su novia. «La Vicenta», recuerda. Aquellas cartas las rompió porque su madre borró la tinta de llorar sobre ellas.«Las tiré todas por no verla sufrir más».

Cuando los alemanes ocuparon Francia, dejó de escribir. Sus padres intentaron contactar con cuantos sitios pudieron para saber de él. Una nueva carta: Vicenta iba a tener un hijo. Tras esa alegría fugaz, cuando la Segunda Guerra Mundial parecía inminente, una última misiva anunció lo peor. «Imposible escribir: prisionero de guerra». Cada vez que alguien llamaba a la puerta, su madre siempre tenía la esperanza de que fuera Eduardo, o Vicenta, o el hijo del que decía estar embarazada. En 1957, Cruz Roja les informó de la muerte de Eduardo en Mauthausen. De su esposa, de su hija, jamás se supo.

ÁLVARO MAYÉN CUÉLLAR Y JOAQUÍN RODRÍGUEZ MAYÉN
San Pedro. El primero murió ( 3-06-1943). El segundo escapó con vida.
Una muerte fingida para huir del infierno

«Tío: si tú te vas, yo me voy contigo», cuenta Asunción Mayén que le dijo su sobrino, Joaquín, a Álvaro. Tenía tan solo 15 años, pero admiraba el arrojo de sus tíos Ramón, Pedro y Álvaro, que se alistaron en el ejército republicano sin dudarlo un segundo.

Cada fin de semana iba a verlos tocar con la banda municipal de San Pedro Alcántara en la plaza del pueblo. Estaban a punto de entrar los nacionales en la provincia. Obligados por las circunstancias y en plena huida, Álvaro y su novia Isabel apresuraron su boda. Hoy Asunción, con 89 años, recuerda cómo Joaquín no paraba de llorar.

La familia halló refugio en Cataluña, mientras los hombres luchaban en distintos frentes. Ramón y Pedro volvieron a San Pedro acabada la guerra, después de que retornara la familia. Habían pasado por prisión, uno en Valencia y otro en Ceuta.

Pero un oscuro futuro esperaba a Álvaro y Joaquín. El destino quiso que ambos se reencontraran en el campo francés de Saint-Cyprien en 1939. Joaquín abrazó a su tío. «¿Enhorabuena! ¿Has sido padre! Tu hija está a salvo en casa». La próxima estación sería Austria.

La muerte esperaba en Mauthausen a tío y sobrino. Álvaro fue gaseado en 1943. «A Joaquín también lo dimos por muerto hasta que un día llegó una carta de Francia», recuerda su tía Asunción. La historia increíble de un adolescente que, al borde morir de hambre, fue dado por desahuciado y apilado en un montón de cadáveres. «Se arrastró -relata su tía- hasta un camino, donde unos campesinos lo recogieron». Estuvo oculto hasta el final de la ocupación. Volvió a Francia, país que jamás abandonaría hasta su muerte, salvo para visitar San Pedro. «Nunca quiso contarnos lo que vivieron en aquel infierno», cuenta su tía.

FRANCISCO DÍAZ BURGOS
Fuengirola, 23-11-1941
Un hermano en la trinchera enemiga

Acostumbrado a llevar el mineral en vagones desde la cantera de Los Boliches al puerto, Francisco Díaz jamás pensó que acabaría sus días en otra cantera, la de un campo de exterminio nazi. Su padre murió cuando él era pequeño y junto con su hermano Clemente, agricultor, se encargaron de sacar adelante una familia de seis miembros.

Vivía en Fuengirola y cada domingo se escapaba con Modesta, su novia. «Un día los periódicos anunciaron que la guerra iba a estallar. No se alistaron, se los llevaron», lamenta su hermano pequeño Diego, que hoy tiene 76 años. Entonces él solo tenía ocho, y no entendía por qué Clemente y Francisco, que tenían poco más de 18, se marchaban y Modesta y su madre no dejaban de llorar.

Clemente luchó con los nacionales; Francisco, con los republicanos. Sus caminos se separaron pronto. «No supimos nada de ellos mientras combatieron en España hasta que llegó una carta de Francia», explica la mujer de Diego, Antonia Cortés. Clemente cayó en el frente de Ávila; Francisco acabó en un campo de refugiados francés. «Nos contaba que pasaba mala vida, que había hambre y enfermedades. Incluso mandó una foto en la que lucía un crespón negro en señal de luto por su hermano», comenta. Como en todas las historias, las noticias de Francisco desaparecen con la ocupación nazi.

«Enviamos cartas a un abogado francés que nos ayudaba a buscar a Francisco», explica Antonia. Su madre murió sin saber que él había fallecido en Austria. El abogado descubrió que Francisco acabó en Mauthausen. La espina clavada que le queda a Diego es que pudo viajar a Ávila a recoger los restos de Clemente para traerlos a Fuengirola. Nunca podrá recuperar las cenizas de Mauthausen.